Piero
La boda de mi hermana Bea llega tan rápido, que apenas si he tenido tiempo de planificar el discurso que daré durante el brindis, o que canción bailaré junto a Bea, pues al ser su padrino, debo bailar alguna danza clásica con ella durante los primeros minutos. La verdad es que he pasado más tiempo imaginando que lugares pueden ser lo suficientemente discretos para escaquearme de mis obligaciones durante algunos minutos y llevarme a Aba conmigo.
En estos últimos días solo he conseguido verla por las noches, durante las cuales me he cobrado mi venganza por su falta de atención, y la he torturado con largas sesiones de sexo tántrico, que solo tras muchas horas de deseo y excitación, le han permitido avanzar la liberación que me suplicaba durante todo ese tiempo.
Cuando llego al jardín en el que se celebra la ceremonia, Aba ya está allí, lleva un precioso vestido largo, que se ajusta a su cuerpo, y mientras la recorro con la mirada, y me paso
PieroA lo largo del día, tengo la sensación de que la dulce Aba me esquiva. Quizá se trate solo de una idea sin más, pues la mayor parte de la boda de mi hermana ha sido muy intensa. He tenido que complacer a mi madre, a sus histéricas amigas, he brindado con casi todos los invitados, de hecho, creo que no recuerdo el nombre de muchos de ellos, aunque ellos parecían conocerme muy bien, he alabado los peinados de las conocidas de mi madre, y he abrazado a mamá cuando ha llorado al imaginarse lo vacía que se va a quedar la casa una vez que Bea se mude.Y en todo ese rato, solo he podido ver a Aba en los escasos momentos en que ella se acercaba, cámara en mano, dispuesta a grabar el momento en la memoria sd de su cámara réflex.He intentado acercarme,susurrarle que no puedo olvidar como gemía contra mi oido en el garaje, antes de que los invitados llegar
PieroAl llegar a la mesa presidencial, en la que veo como Bea se acomoda, me doy cuenta de que mi nombre no está incluido entre las tarjetas que reposan sobre los elegantes platos qu mi madre ha elegido para la recepción.- Mamá.- pregunto con un tono que espero que sea suave- ¿por qué no tengo un sitio asignado?Ella me mira indignada, y siento que mañana me reprochará que no hubiera sabido cual era mi sitio en la boda de mi hermana, pero en ese momento, sonríe, y me dice que mi mesa es la que está al lado de la presidencial.Miro hacia donde ella indica, y se me congela la expresión en el rostro, esa mesa, solo tiene un asiento libre, y éste se sitúa junto a Nina, la dama de honor de mi hermana.- Tienes que estar bromeando.Lo digo en un tono bajo, pero no tanto como hubiera querido, y noto como mi madre frunce más el ceño, pero evita respon
PieroA medida que la cena transcurre, noto como Nina se vuelve más cariñosa, y como yo,me voy poniendo cada vez más tenso. Ella recorre mi brazo con sus delicados dedos, se acerca a mi oido para susurrarme quemás tarde la saque a bailar, y yo que ya he agotado las excusas como que tengo que ir al baño, o que necesito preguntarle algo importante a Bea, me alejo lo más que puedo de ella.Me gustaría levantarme y cambiarme de mesa, pero ni debo, ni puedo hacerlo. Aparte de que Nina es una amiga de mi hermana, nuestras familias hacen negocios juntas.Hace unos meses, firmamos un acuerdo de explotación del viñedo conjunta. Aunque cada familia tiene sus propias viñas, son muy similares, y por tanto el tipo de vino que producimos se etiqueta con la misma calidad, y esta idea fue la que nos llevó a pensar que si contratáramos a un solo proveedor para embotell
Aba Durante los días siguientes, la casa se va vaciando. Primero Bea y Mattin nos dejan, y se van subidos a su flamante coche nuevo. Abandonan la casa cogidos de la mano, con radiantes sonrisas, y haciéndose gestos de cariño, y por un breve instante, siento un poco de envidia de mi amiga. No es que no me alegre de verla tan feliz, pero si que siento una punzada cruzándome el vientre, porque cuando la miro, y los veo así de felices, desearía tener parte de la felicidad que ellos tienen, me gustaría encontrar a mi media naranja, y que me mirara como Mattin mira a Bea. A pesar de esa tristeza que me invade, me sobrepongo y decido acabar el encargo de fotografías que me hicieron inicialmente. A lo largo de los días siguientes, los invitados van abandonando la casa, y noto como el salón comedor está cada día más silencioso, aunque si soy sincera, me encuentro más a gusto, pues la ausencia de personas extrañas en la casa me permite comer en silencio,
Piero A las seis de la mañana del lunes apago mi despertador, me siento cansado, y me gustaría pasarme el día en la cama, y olvidarme de todos los problemas que me esperan en la oficina, pero sé que no debo, ni puedo. Me giro con cuidado, y veo que Aba duerme profundamente. La observo, y me sorprende lo feliz que parece así dormida, su rostro parece más joven, casi adolescente, y su pecho sube y baja rítmicamente indicando que está dormida. Reviso todas las notificaciones de mi teléfono, veo varios mensajes urgente, y me levanto con un suspiro. Me meto en la ducha, y dejo que el agua caliente bañe mi cuerpo. Mientras estoy enjabonándome la cabeza, con los ojos cerrados, pues desde siempre he odiado que me entre jabón en los ojos, noto una caricia húmeda en mi pene. Mi cuerpo, aún un poco adormilado, reacciona instantáneamente, y noto un ramalazo de placer por todo mi ser. Abro los ojos, y ahí está mi ninfa, despei
Aba Al día siguiente, ya martes, me despierto, y compruebo que Piero sigue sin dar señales de vida, ni mensajes, ni llamadas. Me preocupa bastante, sobre todo porque imaginaba que regresaría ayer por a noche, a fin de cuentas Milán está muy cerca de donde nosotros nos encontramos. Pero también sé que los negocios de Piero son muy exigentes, y no siempre tiene tiempo libre, pues tiene muchas obligaciones. Me visto con una falda larga plisada, y una blusa blanca que compré justo antes de este viaje, y decido también arreglarme el pelo, y ponerme un poco de maquillaje. Sé que no es algo que yo haga normalmente, de hecho cuando acabo de arreglarme y me miro en el espejo, la imagen que encuentro se parece más a mi madre que a mi misma, pero si voy a pasar la mañana con la matriarca de la familia Cardoglia quiero estar preparada para ello. En el tiempo que llevo aquí no la he visto ni un solo día con ropa casual, como unos vaqueros; ni la he visto nu
AbaDurante las siguientes horas me muevo como un fantasma. Dejo que ambas mujeres me pidan que las fotografíe en distintos puntos de la habitación, les indico opciones para mejorar sus posturas, e incluso espero a que la madre de Piero y Bea vaya en busca de una preciosa gargantilla de rubíes que le coloca suavemente a Nina en el cuello, me pregunta si me gusta, y le digo que le queda muy elegante, y que me parece una opción perfecta para un retrato familiar; ella sigue hablando, narra la historia de como la abuela de Piero escondió este precioso collar durante la guerra, y como tuvo que volver meses después en su busca, pero yo apenas puedo escuchar nada.Cuando al fin deciden que están hambrientas, y que las fotos han quedado perfectas, yo siento que no tengo fuerzas para nada más, y me excuso de acompañarlas en la comida. Me limito a comentar que soy maniática, y que m
BeaNuestros días de desconexión están terminando, siento pena, porque ha sido un viaje increíble, pero a la vez, sé que debo volver a la realidad. Subidos en el avión que nos lleva de vuelta al mundo real, miro a Mattin, cojo su mano, y le doy un beso suave en los labios.Mattin lleva un pantalón blanco y una camiseta también blanca, y como complemento, unos cuantos collares de conchas de los que hemos ido comprando durante todos estos días. Su vestimenta, entre playera y hippie, me hace gracia, pues hace resaltar el color rojizo que ha adquirido su piel. A pesar de que hemos usado protección solar durante todo el viaje, su piel excesivamente blanca, no tolera demasiado bien el sol ardiente.Pero nada, ni siquiera un poco de sol, podía impedir que disfrutáramos del viaje como si fuéra nuestra primera escapada.