—Marge, por favor, no salgan de la casa —ruego, mirando a los ojos entristecidos de mi amiga—. No confío en Richard, no…no sé de lo que es capaz con tal de tenerme en sus manos. Bajo la cabeza para evitar que Marge vea la lágrima silenciosa que rueda por mi mejilla. Pero dos de sus dedos se apoyan en mi barbilla y con toda la dulzura que puede, insiste en levantarla otra vez. —Todo va a estar bien, yo no voy a salir de la casa y tampoco le abriré a nadie —promete y ahogo un suspiro que pudiera pensarse que es de alivio, pero no lo es. Más bien, agotamiento. —Voy a buscar a Adam, necesito resolver esto de una vez…—Él no va a creerte. —Su afirmación solo empeora mis ganas de llorar. —Lo sé —respondo, con un sollozo. Ese es mi mayor miedo, no me va a creer. Y decirle lo que está pasando…no sé si sea una opción. No quiero arriesgarme. No quiero cometer un error y arrepentirme.—Solo piensa mejor tus opciones, Amaia. No todo está perdido, si le pides ayuda, en vez de hacer caso a la
POV: Amaia.Los párpados me pesan y aunque quiero abrir los ojos, no puedo hacerlo. Muevo mi cabeza de un lado a otro cuando algunas voces llegan a mí y siento la necesidad de pedir ayuda; aunque no tengo clara la razón. No alcanzo a escuchar lo que dicen y cuando trato de hablar, llamar la atención de quien sea que se mantiene cerca, mi lengua se enreda y solo se oye un gimoteo extraño.Las voces se detienen.Mis latidos se aceleran cuando la oscuridad y el silencio repentino me abruman. Trato de moverme, de hacer algo más que sacudir la cabeza sin parar, pero mis extremidades no me responden. Mi respiración se vuelve superficial y mi pecho empieza a doler, un ardor que me quema desde dentro. Quiero gritar, creo que lo hago, pero tampoco me escucho.«¿Por qué demonios no puedo escucharme? ¿Qué me pasa?».Me esfuerzo un poco más para abrir los ojos, como si ese solo gesto fuera una tarea titánica. Logro abrirlos, pero no del todo. Flashazos de luz se filtran y ese reflejo, me hace gru
POV: Amaia.No sé cuánto tiempo ha pasado, cuando escucho pasos del otro lado de la puerta. Todo mi cuerpo me duele, pero no dudo un segundo en que debo levantarme y prepararme para lo que sea me espera ahora. Siento mis ojos hinchados y la garganta la tengo tan seca que dudo pueda hablar siquiera.Me alejo lo más que puedo, regreso a la cama y me siento a duras penas en ese colchón duro que debe estar asqueroso. Ahora que mis pensamientos se extienden un poco, miro a mi alrededor y trato de ubicar en dónde estoy. Todo sigue a oscuras, no he buscado ni siquiera un interruptor para encender las luces, si es que existe. Pero el haz de luz que penetra por debajo de la puerta, permite que al menos sea visible la ubicación de los muebles que hay dentro.«Esto parece la habitación de un motel barato».Me recorre un escalofrío y trato de evitar el castañeo de mis dientes cuando no puedo evitar pensar en las razones por las que me trajeron aquí. Me abrazo a mis rodillas otra vez, cuando mi me
POV: Amaia.No me equivoqué cuando llegué a la conclusión de que estaba en un motel barato. Cuando el guardia regresa a buscarme, con otro de sus compañeros, puedo comprobarlo. Miro todo a mi alrededor con mucho disimulo, no entiendo la razón de estar aquí, pero creo tener una idea. Con Richard no puedo tener dudas de que lo peor podría estar por venir.Puede que me hayan quitado las ganas de luchar cuando se llevaron a Audrey, pero eso no significa que sea definitivo. Hay demasiados sentimientos acumulados en mi interior: ira, resentimiento, furia; sería imposible ignorarlos después de hoy. Pero no puedo actuar sin pensar todo antes. Audrey tiene que estar a salvo y luego, veré lo que hago.Lo que le dije a Jessie es mi mayor verdad. Si me obligan a hacer lo que me he negado por tanto tiempo, con tal de salvar a mi hija, no tendré vergüenza para mirar a mi hija luego; pero me quedará la tranquilidad de haberli hecho por ella. Mi sacrificio siempre será por ella.Atravesamos el pequeñ
POV: Amaia.Mi camerino está intacto, pareciera que Ámbar nunca estuvo aquí. Todas las cosas que tenía y que habían sacado como si fueran basura, regresaron a su lugar. Pero ya no se siente igual. Este lugar era, para mí, un santuario. El espacio donde podía cerrar los ojos y fingir que todo estaba bien con mi vida. Donde podía relajarme, quitarme la máscara de frialdad e indiferencia que mostraba ante todos.Hoy no me interesa nada de eso. No es suficiente.De alguna forma retorcida, lo que viví estos últimos años parecen poco comparado con lo que está por empezar. Sobre todo, porque antes no conocía nada diferente, era lo mismo cada día: intentar sobrevivir y mantener mi cordura intacta. Hoy no se siente así. Hoy me despido de todo lo bueno que tuve el privilegio de vivir por unos escasos días que ahora cuento en horas, para fingir que fueron demasiadas. Hoy dejo atrás lo que se suponía era el inicio de mi felicidad.Hoy lo dejo atrás a él. Y a este amor que se impregnó tan profundo
POV: Amaia.Fingir que no lo amo, que cada fibra de mi ser no clama por él, es todo un martirio.Aguantar el tipo, mi mirada fría y mis gestos seductores para todos los hombres que se meten conmigo ahora, me cuesta mucho más de lo que había imaginado. El asco que siempre he sentido por mi trabajo revuelve mi estómago y sube la bilis hasta mi garganta; aún más, cuando siento su mirada sobre mí.Cautelosa, extrañada.«Por favor, Adam, no me lo pongas más difícil». Grito en mi interior, pero por fuera soy toda sonrisas para cada maldito que se atreve a acercarse, mientras bajo los tres escalones que me separan de ellos.Adam está en su lugar, en ese privado que ha sido de él desde que atravesó esas puertas y llegó para quedarse. Ese espacio donde le conté mis verdades, donde expuse mis miedos y donde le pedí, como hoy, que me regresara a la vida. Una vida que es un mero concepto, ahora que ni siquiera lo tengo a él. Solo me conforta que cuando salga de aquí hoy, regresaré con Audrey; con
POV: Amaia.Los hombres me abren el paso hasta que llego a la barra. Una alta banqueta en el mismo medio de todo, me espera. Del otro lado del bar, está Mateo, que ahora me mira con el ceño fruncido. Tomo asiento con una sonrisa en mis labios y me acomodo de tal forma que mi figura, cubierta solo en los lugares más comprometidos, queda expuesta para que todos la admiren.Odio esto, pero tengo que hacerlo. Cuento las respiraciones para calmarme y no vomitarme encima del asco que me doy yo misma.Alzo mi barbilla y apoyo mis brazos sobre la madera preciosa y reluciente. Miro a Mateo, que sigue con sus ojos puestos en mí, para pedirle una bebida. Él asiente a duras penas cuando le pido mi Manhattan.Por todos lados, a mi alrededor, escucho los murmullos de los hombres que quieren acercarse. Y rezo para que Adam no venga en mi busca y todo esto se vuelva un infierno peor. Confío en que él haya visto lo que quise mostrarle, que me haya visto en realidad. Es mi única oportunidad para que es
POV: Amaia.Me desvanezco en cuanto Adam se aleja y Ernesto me sostiene antes de caer al piso. Una desesperación sin igual me absorbe cuando asimilo lo que mi vida es en estos momentos.Nada.Estoy en ese punto en el que no sé lo que debo hacer. Donde ya agoté todas las posibilidades que dependían de mí misma y no obtuve resultado alguno.Ernesto me pega a su pecho cuando siente que me quedo sin fuerzas. Su olor sigue siendo el mismo y aunque lo reconozco, ya no es el aroma que desordena mis sentidos. Por años mantuve los recuerdos, solo con la pretención de no olvidar lo que fui y lo que me había llevado a crecer como jamás pensé que debía hacerlo. Ernesto era esa persona que odiaba con todo mi ser por lo que me hizo, a mí y a su hija. Pero también era la única conexión con mi antigua vida.La vergüenza me llevó a un punto en el que no quise mirar atrás, para que nadie viera en lo que me había convertido. Solo me enfocaba en mirar al frente, al próximo día, no mucho más allá; solo po