POV: Amaia.Fingir que no lo amo, que cada fibra de mi ser no clama por él, es todo un martirio.Aguantar el tipo, mi mirada fría y mis gestos seductores para todos los hombres que se meten conmigo ahora, me cuesta mucho más de lo que había imaginado. El asco que siempre he sentido por mi trabajo revuelve mi estómago y sube la bilis hasta mi garganta; aún más, cuando siento su mirada sobre mí.Cautelosa, extrañada.«Por favor, Adam, no me lo pongas más difícil». Grito en mi interior, pero por fuera soy toda sonrisas para cada maldito que se atreve a acercarse, mientras bajo los tres escalones que me separan de ellos.Adam está en su lugar, en ese privado que ha sido de él desde que atravesó esas puertas y llegó para quedarse. Ese espacio donde le conté mis verdades, donde expuse mis miedos y donde le pedí, como hoy, que me regresara a la vida. Una vida que es un mero concepto, ahora que ni siquiera lo tengo a él. Solo me conforta que cuando salga de aquí hoy, regresaré con Audrey; con
POV: Amaia.Los hombres me abren el paso hasta que llego a la barra. Una alta banqueta en el mismo medio de todo, me espera. Del otro lado del bar, está Mateo, que ahora me mira con el ceño fruncido. Tomo asiento con una sonrisa en mis labios y me acomodo de tal forma que mi figura, cubierta solo en los lugares más comprometidos, queda expuesta para que todos la admiren.Odio esto, pero tengo que hacerlo. Cuento las respiraciones para calmarme y no vomitarme encima del asco que me doy yo misma.Alzo mi barbilla y apoyo mis brazos sobre la madera preciosa y reluciente. Miro a Mateo, que sigue con sus ojos puestos en mí, para pedirle una bebida. Él asiente a duras penas cuando le pido mi Manhattan.Por todos lados, a mi alrededor, escucho los murmullos de los hombres que quieren acercarse. Y rezo para que Adam no venga en mi busca y todo esto se vuelva un infierno peor. Confío en que él haya visto lo que quise mostrarle, que me haya visto en realidad. Es mi única oportunidad para que es
POV: Amaia.Me desvanezco en cuanto Adam se aleja y Ernesto me sostiene antes de caer al piso. Una desesperación sin igual me absorbe cuando asimilo lo que mi vida es en estos momentos.Nada.Estoy en ese punto en el que no sé lo que debo hacer. Donde ya agoté todas las posibilidades que dependían de mí misma y no obtuve resultado alguno.Ernesto me pega a su pecho cuando siente que me quedo sin fuerzas. Su olor sigue siendo el mismo y aunque lo reconozco, ya no es el aroma que desordena mis sentidos. Por años mantuve los recuerdos, solo con la pretención de no olvidar lo que fui y lo que me había llevado a crecer como jamás pensé que debía hacerlo. Ernesto era esa persona que odiaba con todo mi ser por lo que me hizo, a mí y a su hija. Pero también era la única conexión con mi antigua vida.La vergüenza me llevó a un punto en el que no quise mirar atrás, para que nadie viera en lo que me había convertido. Solo me enfocaba en mirar al frente, al próximo día, no mucho más allá; solo po
POV: Amaia.Ernesto y yo seguimos a Richard a través del pasillo hacia la salida que solo usan los empleados del club. Con una mano en mi espalda baja que me hace querer gritar, camino completamente tensa y sin dejar de mirar al frente. A nuestro paso, las otras bailarinas nos miran, incluyendo a Ámbar, que me observa con un brillo malicioso en sus ojos.Ignoro todo y a todos, concentrada únicamente en lo que se supone que haremos cuando lleguemos a donde nos llevan. Por supuesto, era de esperarse que estos “encuentros”, se llevarían a cabo en un lugar planificado solo para eso. Y aunque sé que estuve improvisando sobre la marcha, metiendo a Ernesto en esto y tratando que Adam se diera cuenta de lo que sucedía, ahora mismo no tengo idea de lo que pasará o cómo haremos para salir de este aprieto. Porque el objetivo está claro: recuperar a Audrey. Sin embargo, estoy segura de que no será nada sencillo.—No lo veo ansioso, señor Díaz —exclama Richard y yo me tenso. El agarre de Ernesto s
POV: Amaia.El agarre de Ernesto se siente más fuerte mientras yo más me resisto. Pataleo y trato de quitármelo de encima, muevo mi cabeza de un lado a otro para evitar que pueda besarme una vez más.Mi corazón late demasiado fuerte y no soy capaz de escuchar nada más, además de mis gritos internos y mi respiración pesada.—Confié en ti —susurro, en medio de sollozos, mientras mantengo mis ojos cerrados.No quiero verlo. No quiero ver en qué se convirtió mi vida y una persona que amé con todo mi corazón.Ernesto baja su mano y la mete entre los dos, aprieto mis dientes para evitar el asco que me provoca, cuando sus dedos se cuelan entre la parte inferior de mi conjunto de baile. Me muevo más, más resistencia, pero llega un momento en que necesito parar y el maldito aprovecha para colar su cabeza en el hueco de mi cuello.—Amaia, maldita sea, no te voy a violar —susurra, pero su voz atraviesa mis pensamientos como si de un altavoz se tratara y me hace reaccionar.Intento calmarme. Mi p
POV: Adam.Si ese es el camino que eligieron, ese será, pero no puede haber ningún fallo…La frase se repite en mi cabeza sin parar. La decisión que puso a funcionar las ruedas de este plan arriesgado, pero inevitable. No hubo tiempo para pensar qué hacer, solo adaptarse. La sentencia estaba hecha y solo podíamos esperar a que iniciara todo.—Eso es lo que Richard hará, ya se cansó de esperar para obtener lo que quiere. Va a por ella —informa la única persona que puede ayudar en estos momentos.—¿Estás segura de esto? —pregunto, porque sé que es arriesgado y complicado para ella.Se queda en silencio por unos segundos. Hasta que suspira.—No, pero tampoco tengo dudas de que es lo que toca. «Sí, es lo que toca». El tiempo de reacción en estos momentos es imprescindible. Preparar todo sobre la marcha es lo más difícil, pero no tenemos más opción. —No puede haber fallos —declaro, con tono amenazante.Otra vez silencio. —No lo habrá. Es difícil ver a los ojos de la persona que amas y
POV: Adam.Las horas pasan lentas, se vuelven desesperantes. Más de lo que ya es de por sí la realidad.Ni siquiera porque estoy al tanto de cada mínimo detalle, que organizamos todo un operativo en el lugar que presumiblemente Bertrans intentará vender los servicios de Amaia, soy capaz de tranquilizarme. Preferiría tenerla a mi lado, saberla protegida, que expuesta a lo que un loco de mierda quiere hacer con ella.«Debí sacarla de ahí antes de que todo se volviera esta locura». Ese es mi reclamo interno constante desde que supe que se la llevaron drogada y en contra de su voluntad.Pero no hubo otra salida. Ya Bertrans estaba decidido a dar el paso, íbamos contrarreloj y si yo actuaba en consecuencia, lo pondría al tanto de todo y no hubiera sido posible aprehenderlo por sus negocios turbios referentes a la prostitución. Seguiría libre, sin pruebas que lo inculparan y extorsionando a las otras bailarinas como lo pretende hacer hoy con Amaia.Un sentimiento de culpa me llena al saber
POV: Amaia.Toda mi piel se eriza al escuchar esa irritante voz. Mi estómago da un vuelco y me giro a tiempo de ver al senador que trató de violarme en el despacho de Richard hace unas noches. Me incorporo lo más rápido que puedo y me retiro el pelo de la cara para no perderlo de vista en ningún momento.—Aléjate de mí —exijo, mientras doy pasos hacia atrás, lejos de él.Intento que mi voz suene fuerte, pero se rompe a mitad de frase.Todo lo que está sucediendo me supera, ver a Audrey y no tener certeza de lo que sucederá con ella, no me deja pensar con claridad. Mi cuerpo, prácticamente desnudo, está temblando y no veo esperanzas de salir de aquí de una sola pieza. Cada nuevo paso, es más oscuro que el anterior. Si logro sobrevivir a esta noche, habré perdido una parte de mí para siempre.El senador pasa la lengua lentamente por sus labios, relamiéndose con gusto y burlándose de mi débil petición. Me da asco el solo verlo acercarse, con sus manos en la cinturilla del pantalón, desab