POV: Adam.Las horas pasan lentas, se vuelven desesperantes. Más de lo que ya es de por sí la realidad.Ni siquiera porque estoy al tanto de cada mínimo detalle, que organizamos todo un operativo en el lugar que presumiblemente Bertrans intentará vender los servicios de Amaia, soy capaz de tranquilizarme. Preferiría tenerla a mi lado, saberla protegida, que expuesta a lo que un loco de mierda quiere hacer con ella.«Debí sacarla de ahí antes de que todo se volviera esta locura». Ese es mi reclamo interno constante desde que supe que se la llevaron drogada y en contra de su voluntad.Pero no hubo otra salida. Ya Bertrans estaba decidido a dar el paso, íbamos contrarreloj y si yo actuaba en consecuencia, lo pondría al tanto de todo y no hubiera sido posible aprehenderlo por sus negocios turbios referentes a la prostitución. Seguiría libre, sin pruebas que lo inculparan y extorsionando a las otras bailarinas como lo pretende hacer hoy con Amaia.Un sentimiento de culpa me llena al saber
POV: Amaia.Toda mi piel se eriza al escuchar esa irritante voz. Mi estómago da un vuelco y me giro a tiempo de ver al senador que trató de violarme en el despacho de Richard hace unas noches. Me incorporo lo más rápido que puedo y me retiro el pelo de la cara para no perderlo de vista en ningún momento.—Aléjate de mí —exijo, mientras doy pasos hacia atrás, lejos de él.Intento que mi voz suene fuerte, pero se rompe a mitad de frase.Todo lo que está sucediendo me supera, ver a Audrey y no tener certeza de lo que sucederá con ella, no me deja pensar con claridad. Mi cuerpo, prácticamente desnudo, está temblando y no veo esperanzas de salir de aquí de una sola pieza. Cada nuevo paso, es más oscuro que el anterior. Si logro sobrevivir a esta noche, habré perdido una parte de mí para siempre.El senador pasa la lengua lentamente por sus labios, relamiéndose con gusto y burlándose de mi débil petición. Me da asco el solo verlo acercarse, con sus manos en la cinturilla del pantalón, desab
POV: Adam.Deshago la distancia que me separa de Amaia en cuestión de dos segundos. Una fuerza sobrenatural me embarga y arranco al hijo de puta del senador de encima del cuerpo de mi mujer. A mis espaldas escucho gritos, más órdenes y un jodido murmullo que no abandona mi cabeza.—¡Amaia! —grito, cuando la veo cerrar los ojos, al borde de la inconsciencia.Lanzo al maldito senador como un muñeco de trapo y escucho sus reclamos, mientras es aprehendido. Pero yo no miro si alguien lo sostiene, si se va corriendo a qué. Yo solo tengo ojos para ella.—Amaia —la llamo, cuando me arrodillo a su lado de la cama.Mis manos tiemblan mientras rozo sus mejillas enrojecidas y húmedas, su labio sangrante y quito sus cabellos mojados de su frente. Verifico su pulso, su respiración y suspiro con alivio cuando siento su vida latir debajo de mis manos.La abrazo, le pido perdón, le digo que la amo. Lo repito sin cesar.Hasta que la rabia regresa. Cubro sus pechos con una de las fundas de las almohada
POV: Amaia.El agarre de Richard se intensifica sobre mí. El cañón de la pistola se presiona contra mi sien. Mi corazón está por salirse de mi pecho, la sangre bulle en mis oídos y siento que en cualquier momento podría caer de rodillas. Si Richard no estuviera agarrándome con fuerza, ya lo hubiera hecho. Cierro los ojos y veo la espalda de Adam alejándose con Audrey en brazos. Siento los gritos, las órdenes, a mi alrededor. Y con cada uno, el metal frío forzándose contra mi piel.Mis manos tiemblan y las cierro en puños. No quiero que este maldito vea o sienta mi debilidad. Aprieto mis dientes hasta que mi mandíbula duele y busco esa fuerza que necesito demostrar.—Te voy a matar, zorra. Te dije que me pagarías y todo esto es culpa tuya.Su asqueroso aliento se combina con el olor rancio de sudor y tabaco. La bilis sube a mi garganta y contengo la respiración, en parte para calmar mi pecho que sube y baja demasiado rápido y también, para no provocar un desastre si termino vomitando
POV: Amaia.Dos meses después.“Volver a la normalidad” es esa frase que no tiene sentido para mí, sobre todo, porque lo que ha pasado estos últimos meses no ha sido ni de cerca lo que era normal en mi vida. Intentar recuperar lo que un día fui, antes de llegar al club, es toda una batalla, sinceramente, porque no recuerdo mucho de eso, solo sensaciones: alivio, tranquilidad.Por cuatro largos años, mi rutina diaria absorbió todo de mí. Cada sueño. Cada esperanza.Pero hoy, a pesar de saber que debo aprender a ser feliz una vez más, recupero de a poco todo eso que había perdido.Adam es el nuevo protagonista, además de Audrey. Sin él, la avalancha de emociones fuera insoportable y dolorosa. Porque no es fácil entender que soy libre, que ya el peligro constante no me acecha y que puedo darle a mi hija todo lo que merece sin perder mi esencia en el camino.Todavía despierto a media noche con el corazón acelerado, un pitido molesto en mis oídos y todo el cuerpo bañado en sudor. Es en ese
Adam Silver.Nunca antes en mi vida tuve miedo. Irónicamente, en el mismo instante en que conocí a la mujer que amaría con todas mis fuerzas, aprendí lo que el miedo significaba, lo reconocí, lo hice mío y ahora vivo con él. Siempre.Amaia es ese espacio de paz en mis días, lo más importante que alguna vez tendré. Por eso me aterra. Por eso vivo con ese sentimiento constantemente. Por la responsabilidad. Por el apego. Por lo que ella me da y lo que recibe de mí, de vuelta.El tiempo ha pasado desde esas decisiones que tuve que tomar. No ha sido mucho, solo unos dos meses, pero sigo sintiéndome tan culpable como en aquel mismo instante. Porque eso pudo costarme su confianza, su amor o simplemente, su cercanía. Y aunque no hubo necesidad de luchar por ella, porque Amaia comprendió la situación, estaba y estaría dispuesto a todo con tal de recuperarla.Nuestra realidad ha cambiado mucho y, a pesar de que estamos conformes con la ruta que seguimos, somos conscientes de que cada día es de
Meses después…Adam Silver.La sala de espera me pone nervioso, camino de un lado a otro sin saber qué hacer. Intento mantenerme tranquilo, pero es misión imposible. En este momento solo quiero arrancarme los pocos pelos qie me viene quedando en la cabeza y dejarme caer de rodillas al piso porque ya no soporto mi peso.Pero hay una personita que está al tanto de todos mis movimientos. Siento su mirada en medio de mi desesperación y me siento un poco tonto, cuando me doy cuenta que parezco un león enjaulado y debo estar asustándola.Sin embargo, Audrey sigue sentada en la silla de color amarillo chillón, con sus manitas apoyadas a ambos lados de su menudo cuerpo y las piernas columpiándose porque no logra alcanzar el suelo. Un vistazo a sus mechones rubios, a sus ojos azules preocupados, me hacen detenerme.«Vamos, Adam, contrólate». Me obligo a hacerlo, porque se supone que yo soy el adulto en esta sala y parezco un niño enloquecido.Me tomo un segundo para respirar profundo. Cierro m
—Amaia, Richard quiere verte —murmura Jessie, asomando su cabeza por la puerta de mi camerino.Sentada en mi cómoda silla, frente al espejo, resoplo y ruedo los ojos. Cada noche es lo mismo, a estas alturas debería saber que no me interesa lo que tiene que ofrecer.—¿Te dijo qué quería?—Sabes que no. —Alza sus hombros.Suspiro. Tanto Jessie como yo sabemos lo que él pretende, lo que quiere de mí. Es una constante molestia que tengo que soportar, aunque esté cansada de dejarle en claro que no estoy interesada.—No demores, Amaia, sabes cómo se pone. —La miro a través del espejo y ella solo sonríe, levanta las manos a modo de rendición—. Bueno, no demores tanto.Le doy una media sonrisa antes de que se vaya y sigo observando mi reflejo en el espejo.Odio lo que veo; aún llevo puesta mi ropa del show