POV: Amaia.
—No puedo creer que Ernesto sea tan cínico —exclama Marge, enojada—. No puedo creer lo que me dices.
Yo no le respondo, porque la realidad es que no quiero ponerle más cabeza de la que lleva la sola mención de su nombre. Mientras observo a Audrey jugar en la caja de arena con otros dos niños, sonriente y emocionada, me dedico a disfrutar de su felicidad; a pensar en que es él quien se pierde todo lo que ella podría ofrecerle.
—De verdad, no entiendo cómo puede ser así —continúa mi amiga—, Audrey es una niña increíble.
Mis ojos se aguan y reprimo un suspiro de agobio, pero mantengo la mirada fija en mi hija.
—Él se lo pierde, Marge —susurro, con mi voz rota.
Contarle a Marge todo lo sucedido con Ernesto no fue difícil, necesitaba sacar de mi sistema mi decepción con él y ahora me
POV: Amaia.En cuanto el auto se adentra en el aparcamiento privado del club, veo que muchas de las chicas vienen llegando. Algunas solo siguen su camino, pero la gran mayoría, se dedica a observar quién llega, qué cliente hará su presentación tan temprano en la noche. Por supuesto, ni siquiera esperan que sea yo la que me baje del auto; no conciben que algo así pueda sucedernos a mujeres como nosotras. El único pensamiento que pueden tener, de serlo, y el que estoy segura pasa por sus cabezas ahora mismo, mientras el guardaespaldas me ayuda a bajar, es que me rendí al servicio de alguno de los clientes.Yo, la reina de la indiferencia. La intocable.Las expresiones boquiabiertas son muchas e internamente, me regodeo de esto. Tanto que me criticaron sin razones, ahora estoy dándoles verdaderos motivos. Mantengo mi altanería todo el trayecto hasta la puerta por donde entramos los empleados. Al
POV: Amaia.—Está todo listo, Amaia —murmura Jessie, asomándose en mi camerino y al ver mi estampa, suelta un silbido de aprobación—. Wow, andas modo perra hoy.Lo dice impresionada, puedo notarlo; así como su tono extrañado. Mi reacción, una sonrisa ladina que se forma en mis labios y una ceja enarcada; lo veo en mi reflejo.«Sí, estoy bien perra hoy. Es mi objetivo», pienso, coincidiendo con ella.Frunzo los labios, como si pretendiera dar un beso, para terminar de pintar mis labios con el labial rojo sangre que uso poco.—Ufff, hoy quieres matar a varios de un infarto —exclama, sonriente, tratando de aliviar las tensiones entre nosotras y de paso, sacarme información. La conozco y sé su forma de proceder.—No a todos, solo uno —declaro, sin mirarla y sin dejar de perfilar ahora mis cejas, con mi dedo índice.U
POV: Adam. Decir que me quedo hipnotizado en cuanto ella comienza a caminar hacia mí, es poco. Literalmente no puedo despegar mis ojos de su cuerpo, de sus curvas visibles a través de su ajustada prenda, de sus piernas cubiertas por esas botas demasiado sexys, de sus labios rojos encendidos. Amaia es un volcán en erupción y yo no tengo intenciones de irme de su lado. El movimiento de sus caderas, sexy, provocador, me obliga a mantenerme en este estado de furor donde no encuentro razones para espabilarme. «Ella es mi droga». Cuando sube las cortas escaleras siento cómo mi corazón se acelera, relamo mis labios con hambre de su figura, de su majestuosidad. Necesito soltar el vaso que llevo en la mano y que aún no pruebo su contenido, porque cuando se acerque sé que todo se irá al infierno. Le hago una señal, la quiero más cerca de mí, la quiero sobre mí. Ella acepta mi orden, pero como siempre, su actitud rebelde sale a relucir; su sonrisa maliciosa me lo advier
POV: Amaia.Mientras me alejo siento su mirada en mi espalda. Y a medida que lo hago, voy recuperando, de a poco, mi respiración y mi cordura. Estar cerca de Adam, bailar para él, sentirlo entre mis piernas como si fuéramos amantes, me hizo creer por un momento que nada más importaba. Que todo lo que gira a mi alrededor se pierde en la bruma de sus ojos, de su respiración cercana a la mía, de la realidad paralela en la que me hace creer que existo.Pero salir de su nebulosa me hace entender que son solo instantes, que el mundo sigue en movimiento aunque yo haya creído que se detuvo. Sin embargo, me gusta pensar que podría volverse duradero, que la esperanza sigue latente y que todavía no es tarde para recordar lo que es la felicidad. Porque, de verdad, extraño el sentimiento.Extraño ser feliz y ahora, cuando mis piernas me llevan de regreso a ese lugar que ha visto mis lág
POV: Amaia.Atravieso todo el salón con mi mirada fija en él. Adam continúa recostado a la barandilla, en su pose relajada y sin dejar de verme todo el tiempo, hasta que llego a su reservado. El brillo de sus ojos es depredador, hambriento incluso, y me provoca escalofríos por todo el cuerpo.Solo hace ademán de incorporarse cuando yo estoy lo suficientemente cerca de él para ayudarme a subir los cortos escalones. Irónico, que suelo bailar con zapatos más altos que los que ahora llevo y en este momento, sienta mis piernas temblar; con nervios. Eso me produce él, todo un cúmulo de emociones que a veces no sé cómo tomar, cómo interpretar. Pero que me hacen pensar que sigo siendo yo, la mujer que una vez sintió algo más que odio, algo más que rabia. Que me hace creer, esperar, que puedo recuperar esa parte de mí que lleva tanto tiempo escondida. Que la gr
POV: Adam.No tengo que ser adivino para saber lo que pasa por su cabeza. Y sí, yo también soy consciente de las evidentes diferencias sociales entre nosotros; pero nunca he sido de esos que necesita de un tipo específico de mujer para sentirse bien con la sociedad y sus exigencias.Puede que Amaia, desde el primer momento que nos conocimos, con todas las dudas que me embargaron, no era lo que yo buscaba ni mucho menos. Pero fue difícil resistirse a su atractivo y a esa emotiva forma que tiene de moverse y demostrar lo que siente; eso está claro ahora, mientras la observo a mi lado mordiendo su labio inferior. Lo que parecía solo una atracción física, se ha ido convirtiendo en una necesidad extraña de permanecer a su lado, protegerla, estar para ella. Tengo claro
POV: Amaia.El mundo desaparece a mi alrededor en cuanto sus labios se unen a los míos; en cuanto damos rienda suelta a esto que nos ahoga y no podemos evitar. En mi subconsciente se prende la alarma de que estamos en el Club, el centro mismo del hervidero, pero no me detengo a pensar en eso ni un segundo. Prefiero enfocarme en su sabor, en la desesperación que siento y comparto, a medida que nuestras bocas se funden en una sola.La mano que él tiene en mi cintura, sigue ahí, fija. Aunque es evidente que sus dedos arden con la necesidad de moverse; lo sé, porque presiona con fuerza contra mi piel. Sin embargo, en medio de esta locura temporal que nos tomó desprevenidos, él se mantiene al tanto de lo que esto significa.Para nosotros mismos y para los demás.Estamos jugando con fuego.Y no solo es el fuego que ya no puedo negar, existe entre nosotros. Es que estamos cruzando la fina líne
POV: Amaia.En cuanto escucho sus palabras, siento un balde de agua fría caerme encima. Aguanto el tipo solo para no darle el gusto a ese maldito que me observa con arrogancia y superioridad. A ese malnacido que siempre ha deseado mi rendición. Y bueno, de una forma irónica, ya la tiene, si resulta que mis "servicios" son bien remunerados.Adam busca mi mirada en cuanto Richard nos da la espalda y en sus ojos veo una petición de confianza, un ruego. Pero yo no puedo evitar transmitirle la nada en la que me sumerjo cuando me doy cuenta en el lugar que siempre estoy, y estaré, realmente.—No, por favor —susurra, con un mínimo movimiento de sus labios.Sus dedos se aferran a los míos y sé que me está pidiendo comprensión, tranquilidad.Lo observo con la frialdad que siempre me caracteriza, la que había dejado atrás por unos intensos minutos en los que