POV: Amaia.
Se supone que luego del enfrentamiento con Ernesto, debería estar tranquila, debería suspirar con alivio. Entonces, ¿por qué no lo hago? Es simple, por Audrey. Mi pecho duele por ella, aunque mi pequeña no sea consciente, todavía, de ese dolor.
Es duro comprender que mis peores miedos, los que me quitaron el sueño los últimos cuatro años, después de todo son infundados. Y eso, contrario a lo que podría creerse, me decepciona más.
¿Dónde quedó el Ernesto que alguna vez amé? Con el que crecí e hicimos una lista con nuestros sueños para cumplirla juntos. ¿Dónde quedó el hombre perfecto de aquellos tiempos, amoroso, detallista? A estas alturas, comienzo a pensar que todo fue producto de mi imaginación.
Y no, no me bastó, al parecer, que me abandonara. Eso fue lo suficientemente duro y desg
POV: Adam.—Solicita el equipo completo en la compañía de Marcus, a partir de mañana quiero guardia para Amaia las veinticuatro horas.—Sí, señor —exclama Henry, con un seco asentimiento.Cuando pierdo de vista a Amaia dentro del edificio, me subo al auto y Henry me sigue. Me acomodo en el asiento de cuero y no puedo dejar de sentir su exquisito olor, aunque no sé si son ideas mías o de verdad se mantiene aquí dentro. Cierro los ojos y recuesto mi cabeza por completo hacia atrás, respiro profundo para calmar todo lo que soy ahora mismo; una mezcla de deseo con verdadero interés emocional. Esa mujer es más de lo que alguna vez esperé, aunque algo me decía que así sería. Mis reparos con ella, por algo que he podido entender se escapa de sus manos, pasan a segundo plano cuando comprendo que ella es mucho más…más que una muj
POV: Amaia.—¿Amaia? —escucho la voz de Marge y me trae a la realidad. Dejo de mirar por la ventana y me giro, para verla observándome con el ceño fruncido y un sobre color manila en sus manos—. Estás un poco ausente hoy.Pestañeo varias veces para salir de este embotamiento que me traigo y simulo una sonrisa pequeña a boca cerrada.—Solo estaba pensando —aseguro y es la verdad. No dejo de pensar que ese hombre de allá afuera tiene que ver conmigo y un escalofrío me recorre si resulta que no está cumpliendo una buena función.—Últimamente haces mucho de eso —afirma y relaja su expresión. Me dedica un volteo de ojos que me hace sonreír—. Bueno, ven a la mesa, necesito mostrarte algo mientras me tomo mi café.Asiento y la sigo hasta la pequeña cocina. Le digo que tome asiento, que yo le serviré
POV: Amaia.Mi pregunta lo hace sonreír. Y yo me quedo muda con solo verlo hacer ese gesto.Siento que una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo y una cosquilla permanente se establece en la boca de mi estómago. Las piernas se me vuelven gelatina y creo que, a mi alrededor, todo se detiene.«¿Tiene que ser así de hermoso tan temprano en la mañana?», me pregunto, admirando su elegante y pulcro porte. Su cabello oscuro perfectamente peinado hacia atrás, una sombra de barba que marca su cuadrada mandíbula y esos ojos, la negra profundidad que me observa con atención, me hipnotiza.—Buenos días —saluda con su tono bajo y ronco.Y es entonces cuando yo regreso a la realidad y me doy cuenta que mi boca sigue abierta. Trago saliva y despejo mis pensamientos. Noto que la comisura de su boca se levanta un poco, en una sonrisa satisfecha que demuestra que im
POV: Amaia.Dejo de respirar. Mis dedos se aferran al borde de la encimera, para no caerme, mientras sus ojos continúan fijos en los míos, penetrantes. Me siento hechizada, sumergida en un mar oscuro de deseo y perversiones.«Que soy suya». Repito su afirmación en mi cabeza, sin parar.Trato de convencerme de que es parte de algún plan extraño que tiene en contra de Richard, pero no puedo evitar ir un poco más…allá. Su afirmación fuerte y concisa, más su actitud ahora, todo serio y imponente, me llevan a ese lugar donde mi instinto más bajo aparece y reclama su existencia.—¿Tendrás algún problema con eso? —Su pregunta me hace tragar en seco. Ronca y excitante.Puedo imaginar que mis ojos, muy abiertos, brillan con todo lo que soy por dentro. Si es que, ¡Dios!, este hombre es un enigma de pasiones. Logra llevarme donde qui
POV: Adam.El contacto con su mano me quema, tanto como lo hizo su cuerpo hace solo segundos y desde que nos conocimos; desde que nos tocamos esa primera vez. La corriente eléctrica que recorre mi espalda eriza los pelos de mi nuca. Eso es lo que ella me provoca cada vez. Siempre.Por mas que trato de aguantarme, es imposible. Amaia saca ese obsesivo que tengo dentro, ese hombre insaciable que se rinde a sus más patentes deseos. Con ella es inevitable dejarme arrastrar.Mis últimas palabras provocan que sus ojos brillen. Y sé que los míos también lo hacen, porque puedo imaginar ese magnífico cuerpo suyo vestido para impresionar. Siempre lo hace, pero he podido notar que no es su intención; entonces, puedo imaginar lo que sería si así fuera. Un huracán arrasador, con todo y con todos.—Está bien —susurra, luego de tragar saliva—. Nos vemos en la noche.
POV: Amaia.—No puedo creer que Ernesto sea tan cínico —exclama Marge, enojada—. No puedo creer lo que me dices.Yo no le respondo, porque la realidad es que no quiero ponerle más cabeza de la que lleva la sola mención de su nombre. Mientras observo a Audrey jugar en la caja de arena con otros dos niños, sonriente y emocionada, me dedico a disfrutar de su felicidad; a pensar en que es él quien se pierde todo lo que ella podría ofrecerle.—De verdad, no entiendo cómo puede ser así —continúa mi amiga—, Audrey es una niña increíble.Mis ojos se aguan y reprimo un suspiro de agobio, pero mantengo la mirada fija en mi hija.—Él se lo pierde, Marge —susurro, con mi voz rota.Contarle a Marge todo lo sucedido con Ernesto no fue difícil, necesitaba sacar de mi sistema mi decepción con él y ahora me
POV: Amaia.En cuanto el auto se adentra en el aparcamiento privado del club, veo que muchas de las chicas vienen llegando. Algunas solo siguen su camino, pero la gran mayoría, se dedica a observar quién llega, qué cliente hará su presentación tan temprano en la noche. Por supuesto, ni siquiera esperan que sea yo la que me baje del auto; no conciben que algo así pueda sucedernos a mujeres como nosotras. El único pensamiento que pueden tener, de serlo, y el que estoy segura pasa por sus cabezas ahora mismo, mientras el guardaespaldas me ayuda a bajar, es que me rendí al servicio de alguno de los clientes.Yo, la reina de la indiferencia. La intocable.Las expresiones boquiabiertas son muchas e internamente, me regodeo de esto. Tanto que me criticaron sin razones, ahora estoy dándoles verdaderos motivos. Mantengo mi altanería todo el trayecto hasta la puerta por donde entramos los empleados. Al
POV: Amaia.—Está todo listo, Amaia —murmura Jessie, asomándose en mi camerino y al ver mi estampa, suelta un silbido de aprobación—. Wow, andas modo perra hoy.Lo dice impresionada, puedo notarlo; así como su tono extrañado. Mi reacción, una sonrisa ladina que se forma en mis labios y una ceja enarcada; lo veo en mi reflejo.«Sí, estoy bien perra hoy. Es mi objetivo», pienso, coincidiendo con ella.Frunzo los labios, como si pretendiera dar un beso, para terminar de pintar mis labios con el labial rojo sangre que uso poco.—Ufff, hoy quieres matar a varios de un infarto —exclama, sonriente, tratando de aliviar las tensiones entre nosotras y de paso, sacarme información. La conozco y sé su forma de proceder.—No a todos, solo uno —declaro, sin mirarla y sin dejar de perfilar ahora mis cejas, con mi dedo índice.U