POV: Amaia.
Una pista con una única barra, un foco de luz roja y una mesa con una silla. Nada más.
El ambiente creado es tan íntimo y erótico, que mi piel se eriza con nervios. Avanzo con pasos lentos y al pasar por un lado de la mesa, rozo con mis dedos la brillante madera reluciente. Miro el espacio y es tan reducido, que creo me sentiré a punto de colapsar.
Mi cabeza ahora mismo es un caos, donde no puedo identificar del todo qué siento o cómo debo sentirme en realidad; entre el miedo que me hiela los huesos por la aparición de Ernesto, hasta las crudas sensaciones que no puedo dejar de sentir al pensar en lo que viene.
Subo los dos escalones que me llevan a la pista y suspiro, antes de rodear el tubo con mis manos. El metal frío estremece mi piel y me veo obligada a cerrar los ojos cuando unas lágrimas rebeldes quieren salir. Respiro. Cuento hasta diez, hasta cien; todo por mantener
POV: Amaia.Recordar mi pasado justo ahora, me lleva a ese punto de concentración que necesito. Es mejor llenar mi cuerpo con sentimientos fácilmente manipulables, que caer al abismo sin saber qué esperar; más aún, si esta situación no logro encajarla donde debería. El desconocido ha despertado en mí esas sensaciones que creía dormidas, muertas, luego de Ernesto; y lo peor de todo es que ni siquiera lo conozco. Me aterra demasiado esa atracción extraña que sentí junto a él; la necesidad imperiosa de escuchar su voz. Ahora, por más que trate de negar lo evidente, no puedo esconder que a la par de la rabia que corre por mis venas por la aparición de Ernesto, la expectación me corroe y me hace tener algo que hace mucho no tenía: esperanzas.¿De qué?, no tengo idea. A pesar de que conozco los riesgos de que, efectivamente, sea eso, reconozco
POV: Amaia.Mi cuerpo se estremece en cuanto nuestros labios se tocan. Una corriente cala profundo en mi interior y no soy capaz de pensar en nada más que no sea… ¡Aleluya!Los motivos que me llevaron a besar a un desconocido, fueron olvidados; solo me concentro en la suavidad de sus labios y el calor que me transmite, como muerde con suavidad mi boca y su lengua baila con la mía a un ritmo torturador. Una de sus manos pasa de apretar mis caderas a seguir un camino por mi costado hasta llegar a mi cuello. Sostiene mi nuca y presiona mi cabeza para unirnos mucho más, aunque ya no queda espacio entre nosotros. Mi piel cosquillea con el roce de sus dedos en mi mejilla. Mis manos tiemblan y siento la exigente obligación de pasar mis dedos por su cabello oscuro y sedoso. Nos besamos con suavidad, una cadencia constante y que no aumenta en intensidad; lento y tortuoso.Intento buscar un motivo lo suficientement
POV: Adam.Salgo del club con un genio de mil demonios. Llego donde Henry está aparcado y le hago una mueca seca para que arranque el auto y por fin podamos irnos. Entro al auto y cierro la puerta con todas las fuerzas, sin poder evitar soltar toda esta frustración que me está llenando.«¿Qué carajos fue lo que pasó?». Me pregunto una y otra vez.De tenerla entregada a mis brazos, pasamos a ese punto discordante donde no nos pusimos nunca de acuerdo.—Lo sabía, lo sabía —exclamo y golpeo con fuerza el cuero del asiento delante de mí.Henry me mira por el espejo retrovisor y me pregunta, sutil.—Señor, ¿usted está bien?Lo miro y respiro profundo, luego asiento. Él vuelve a lo suyo y nos incorporamos a la avenida. Trato de relajarme, pero no dejo de pensar en la vuelta y media que tomó todo de
POV: Amaia.Mi pecho arde, pero mantengo el porte. Nunca creí que las palabras de un desconocido me afectarían tanto; mucho menos, que me atreviera a enfrentar la situación así.Al salir del reservado, busco a Johnnie con la mirada y lo veo sacando a un cliente del club; con un poco de esfuerzo, debería decir. No quiero perder tiempo y que el desconocido que acabo de dejar atrás, me persiga, tampoco quiero encontrarme con la mirada acusadora de Ernesto o propiciar un encuentro entre ambos, donde suceda todo eso que quiero evitar; por eso, no espero al de seguridad y hago mi camino hasta el área privada, donde están los camerinos. Atravieso el club y otra vez, siento muchas miradas sobre mí. Soy consciente de la escasa ropa y lo expuesta que voy en estos momentos, sin alguno de los hombretones que siempre van detrás de nosotras; pero el riesgo es igual de complicado, o peor, que el que corro si me sig
POV: Amaia.Un temblor me recorre mientras soy arrastrada hacia el interior de mi camerino. Con el corazón en la boca, solo puedo pensar en lo desesperado que está Ernesto si es capaz de acercarse a mí de esta forma. Me pega a él por completo, mi espalda choca contra su pecho y me obliga a caminar dentro, hasta que logra cerrar la puerta detrás de él. La mano que cubre mi boca afloja su agarre y es cuando aprovecho para darle una fuerte mordida.—Amaia, por Dios… —grita, soltándome de inmediato y sacudiendo la mano.Me separo de él con un brinco y trato de llegar a la puerta otra vez, pero Ernesto es más rápido y logra ponerse en el medio, desbaratando mis intenciones de salir y gritar por ayuda.—Déjame salir, imbécil —chillo e insisto en mi objetivo.—No, Amaia, no saldrás de aquí hasta que hablemos —exclama
POV: Amaia.Mi regreso a casa hoy se siente horrible.No dejo de mirar por el espejo retrovisor, vigilando que Ernesto no me siga. El miedo a que descubra donde vivo, a que exista la posibilidad de que se acerque a Audrey, me pone de los nervios. No estoy nada convencida con su supuesta sorpresa al verme, algo me dice que él sabía dónde buscar; no sé si sea la desconfianza a la que siempre estaré atada con él o la realización de mis mayores y peores miedos. Pero sí sé que, a partir de hoy, debo estar preparada para lo que sea que venga. Si algo pude aprender de él con los años y certificarlo el día de hoy con su extrema insistencia, es que Ernesto es obstinado y no se rinde tan fácil. También sumado el hecho de que salió del club por la puerta de atrás y sin un pase para próximos días, porque tendrá vetada la entrada.Por otro lado
POV: Adam.Mi día comienza temprano, demasiado.Mientras me traslado a casa de mis padres, es inevitable pensar en lo que hice ayer antes de irme a dormir. ¿Por qué no puedo sacarme a esa mujer de la cabeza? Ella no es lo que parece y todavía, no estoy seguro de cuál de las dos impresiones que me dio, sea la correcta.¿La mujer despechada que sufre…o una puta más del negocio?Soy un caos ahora mismo y no quisiera que fuera así. No es normal que una completa desconocida me desestabilice de esta forma, ni siquiera si es una mujer hermosa como Amaia. El sexo femenino no me es indiferente y puedo disfrutar por horas de todo lo que me provoca; pero debo confesarme que esto es algo más. Hay algo en sus ojos que es inevitable observar. La forma en que gestiona su baile, tan diferente a lo que podría llamarse erotismo, aunque de eso tiene mucho. Y no, mis pensamientos no se contradicen.
POV: Amaia.Decir que dormí bien, sería una ilógica afirmación; está más que claro que no pude pegar ojo en toda la noche. El miedo invadió mis venas en el mismo instante que supe que Ernesto sabía dónde me quedaba, dónde encontrar a Audrey; desde entonces, no creo que pueda tener descanso. Odio la idea de que mi perfecto y pequeño mundo, se desmorone otra vez por su culpa. Cuando pensaba que podía vivir tranquila, aun en medio de todo lo que ya soporto, aparece este hombre que, en la vida, solo ha sabido hacerme daño.Lejos están aquellos años en los que Ernesto era mi sostén, era mi amigo y era mi vida. Imaginar un futuro junto a él nunca fue difícil, pero sí lo fue, hacerme a la idea de que el hombre que había amado e idolatrado desde que podía recordar, se había largado sin mirar atrás. Sin importarle su hi