Esperaron los tres en el departamento a que Eduardo llegara, Gio trató de concentrarse en Carlos, pero no lograba sentirlo, el muchacho seguía inconsciente. De seguro le habían inyectado algo para que no despertara y la espera ya estaba matando al pelirrojo que se paseaba de un lado para el otro sin saber qué más hacer.Aurora ya le había pedido que tratara de calmarse, pero el muchacho le había contestado con tres piedras en la mano y Franco le dijo que ni le hablara, era como él, cuando el estrés y el malgenio se apoderaban de ellos era mejor ni hablarles.— ¿Por qué se tarda tanto? — preguntó Gio y Aurora se amarró el cabello en una cola de caballo apretada.— Hace veinte minutos lo llamamos, y tiene que venir en taxi — le dijo ella, pero el pelirrojo no parecía muy convencido — además, Gio — él la miró con los brazos como jarras — no es seguro que pueda hacerlo.— Claro que puede, él supo que estabas en Italia — le dijo el muchacho en italiano, hablaba en los dos idiomas y cambiab
Gio caminó de un lado a otro en la habitación, el estrés comenzaba a atorársele en el pecho y le impedía respirar. Carlos no había despertado, y cuando el pelirrojo intentaba ir con él solo encontraba un vacío enorme.En su viaje trató de dormir en el avión, tal vez así podía encontrarlo en el espacio mental, pero no había nada, de seguro la droga con la que lo durmieron era tan fuerte que le hacía tener un sueño profundo y sin sueños.— Comienzas a marearme — le dijo Eduardo y Gio le apuntó con el dedo.— Tú concentrate en encontrar a Carlos — pero el hombre se recostó en el respaldo.— Ya me duele la cabeza, tal vez solo puedo saberlo si están despiertos — pero Gio negó.— Los dones se expanden. Arantza, antes, cuando sucedió su despertar, solo lograba percibir las intenciones de los que se acercaban a ella, pero solo intenciones con ella, ahora puede percibir con certeza qué quiere alguien que se acerque y no solo intenciones con ella si no con los que la rodean.— ¿Y cuánto le tom
— ¡No! — gritó Franco tan fuerte en la cabeza de Aurora que le produjo dolor — es un no definitivo, dile a Giovanny que le pido… no, le ordeno que no haga nada — Aurora miró al pelirrojo que estaba frente a ella esperando una respuesta y abrió la boca para decirle, pero luego la cerró.— No tienes que decirlo — le dijo él — sé que mi primo está gritando, probablemente esté golpeando algo, pero te lo repito, no le estoy pidiendo permiso, le estoy avisando que iré.— Gio, sé lo que estas sintiendo, pero es importante que esperemos a Franco — Aurora trató de convencerlo, pero el pelirrojo tenía una determinación poderosa.— No, Franco llegará en ocho horas, no esperaré tanto. El equipo de Arantza ha estado en peores situaciones — Aurora se paseó de un lado al otro sin saber bien qué debía hacer. Por un lado, tenía a Franco diciéndole que era una mala idea, y por el otro sabía que Gio tenía razón, había escuchado muchas cosas sobre el don de Doménico y eso la asustó.Cuando volteó a mirar
Aurora respiró profundo antes de abrir la puerta, y cuando salió al corredor el aire fresco le despeinó el cabello. Filippo se adelantó y mientras caminaban a la habitación donde había entrado el científico, el guardaespaldas le puso un silenciador al arma y avanzó con paso decidido.Cuando abrió la puerta, sin duda alguna, le apuntó al joven científico y en cuanto él apenas alcanzó a abrir la boca para decir algo, una bala ya le había atravesado la cabeza.Carlos estaba acostado sobre una camilla alta, tenía puesta una bata blanca larga y había muchas correas sujetas a su cuerpo que lo mantenían inmovilizado.Tenía los ojos abiertos y miraba hacia el techo, como si aún no pudiera ser del todo consiente. Gio corrió hacía él y con los ojos llenos de lágrimas le dio un casto beso en los labios.— Mi vida — le dijo y cuando Carlos puso los ojos en él trató de estirar las manos para abrazarlo, pero las tenía sujetas al cuerpo.— ¿Qué está pasando? — preguntó, tenía los ojos rojos y la pie
Aurora se preparó para el impacto, pero a su mente llegaron las miles de forma en que podía librarse de esa situación, todas estaban en la mente de Franco y ella podía acceder a esos recuerdos y a esas habilidades, así que cuando Gio llegó a ella y lanzó un tajo con el cuchillo Aurora logró esquivarlo y lo agarró por el brazo con fuerza.— No escaparas de esto, reina — le dijo el joven, pero Aurora sabía que no eran más que las palabras de Doménico.— Déjalo ir — le suplicó Aurora, pero Gio se soltó dándole una patada en el costado y Aurora cayó al suelo, pero se puso de pie tan rápido como pudo.— Tienes que irte — le pidió Franco de pie a su lado — si Doménico no te controla a ti es porque no quiere hacerlo — Aurora comenzó a caminar en círculos. Los policías superaban al equipo de Arantza tres a uno, pero estaban bien entrenados y le daban buena pelea a los hombres que trataban de someterlos por todos los medios, pero no lo conseguían.De reojo miró a Doménico, el hombre seguía de
Cuando lograron salir de la manzana los disparos se detuvieron, los vidrios de la patrulla en la que iban estaban rotos y por suerte todos dentro estaban a salvo. El capitán Bernal había pedido refuerzos y al lugar llegó todo un batallón.— Doménico no logrará escapar — le dijo el hombre a Aurora mientras ella sujetaba la cabeza de su hermano — de eso puede estar segura, sus amigos estarán a salvo.Filippo parecía haber recuperado las fuerzas y miraba por la ventana rota con la expresión vacía, pero estaba bien que era lo importante.Cuando Aurora y los pocos que quedaron llegaron a su departamento Pietro los estaba esperando y Aurora no pudo mirarlo a la cara, tenía los ojos enrojecidos y las ojeras marcadas.— Lo siento — le dijo aurora y el hombre se sentó pesadamente en el mueble — intenté regresar por ella, pero no me dejaron — Pietro pasó saliva.— Lo sé, estará bien — murmuró más bien como si quisiera convencerse a sí mismo — nos hemos visto en peores situaciones.— ¿Cómo está?
Aurora esperó sentada en el mueble de la sala, sin una pizca de sueño y con los músculos tensos. El capitán Bernal le avisó que había dado la autorización para el aterrizaje de los dos aviones que traía Franco y ella notó lo tenso que el policía estaba, pero eso no le importaba a Aurora, habían hecho un trato y esperó que el hombre lo respetara.De igual forma no tenía evidencia contra Franco más allá que habladurías de corredor, así que por ese lado estaba bien, pero, lo que la tenía al límite era sin duda, lo que Doménico podía estarle haciendo a Gio, o lo que le haría con tal de idear una estrategia para acabar con Franco.Aurora sintió una presión en la cabeza, una cómoda y familiar que le pidió entrar y cuando ella la dejó la voz de Franco en su cabeza le hizo erizar la piel del cuello.— Estoy cerca, mi reina — le dijo y Aurora quiso tenerlo ahí para poder abrazarlo, y tuvo que esperar media hora para que el mafioso al fin cruzara la puerta y ella se le colgó del cuello y lo abr
Cuando Aurora entró al piso de la revista todo dentro era una especie de caos, pero lo que resaltaba por encima de todo eran los rostros paliduchos y enfermizos de sus empleados, así que se cruzó de brazos frente a la puerta del ascensor.— Parece que la fiesta estuvo buena — dijo y todos corrieron a ella y la abrazaron, la felicitaron y tambien la regañaron por no contestar el celular.— La verdad vinimos por obligación — le comentó la chica joven que Aurora había contratado como diseñadora gráfica — pero la fiesta acabó a las dos de la mañana y hay mucho qué hacer — Aurora negó.— Aunque sea hubieran venido un poco más tarde — pero la mayoría negó.— Hay que terminar de editar la entrevista de Carlota.— Necesitamos la aprobación de la próxima edición.— Ya logramos contactar a la escritora Clarissa Sarmiento.— Hay que comenzar a fusionar la revista con el periódico.— Tenemos que contratar a alguien que cree la página web y nos entrene para manejarla — a Aurora le dolió la cabeza