Aurora respiró profundo antes de abrir la puerta, y cuando salió al corredor el aire fresco le despeinó el cabello. Filippo se adelantó y mientras caminaban a la habitación donde había entrado el científico, el guardaespaldas le puso un silenciador al arma y avanzó con paso decidido.Cuando abrió la puerta, sin duda alguna, le apuntó al joven científico y en cuanto él apenas alcanzó a abrir la boca para decir algo, una bala ya le había atravesado la cabeza.Carlos estaba acostado sobre una camilla alta, tenía puesta una bata blanca larga y había muchas correas sujetas a su cuerpo que lo mantenían inmovilizado.Tenía los ojos abiertos y miraba hacia el techo, como si aún no pudiera ser del todo consiente. Gio corrió hacía él y con los ojos llenos de lágrimas le dio un casto beso en los labios.— Mi vida — le dijo y cuando Carlos puso los ojos en él trató de estirar las manos para abrazarlo, pero las tenía sujetas al cuerpo.— ¿Qué está pasando? — preguntó, tenía los ojos rojos y la pie
Aurora se preparó para el impacto, pero a su mente llegaron las miles de forma en que podía librarse de esa situación, todas estaban en la mente de Franco y ella podía acceder a esos recuerdos y a esas habilidades, así que cuando Gio llegó a ella y lanzó un tajo con el cuchillo Aurora logró esquivarlo y lo agarró por el brazo con fuerza.— No escaparas de esto, reina — le dijo el joven, pero Aurora sabía que no eran más que las palabras de Doménico.— Déjalo ir — le suplicó Aurora, pero Gio se soltó dándole una patada en el costado y Aurora cayó al suelo, pero se puso de pie tan rápido como pudo.— Tienes que irte — le pidió Franco de pie a su lado — si Doménico no te controla a ti es porque no quiere hacerlo — Aurora comenzó a caminar en círculos. Los policías superaban al equipo de Arantza tres a uno, pero estaban bien entrenados y le daban buena pelea a los hombres que trataban de someterlos por todos los medios, pero no lo conseguían.De reojo miró a Doménico, el hombre seguía de
Cuando lograron salir de la manzana los disparos se detuvieron, los vidrios de la patrulla en la que iban estaban rotos y por suerte todos dentro estaban a salvo. El capitán Bernal había pedido refuerzos y al lugar llegó todo un batallón.— Doménico no logrará escapar — le dijo el hombre a Aurora mientras ella sujetaba la cabeza de su hermano — de eso puede estar segura, sus amigos estarán a salvo.Filippo parecía haber recuperado las fuerzas y miraba por la ventana rota con la expresión vacía, pero estaba bien que era lo importante.Cuando Aurora y los pocos que quedaron llegaron a su departamento Pietro los estaba esperando y Aurora no pudo mirarlo a la cara, tenía los ojos enrojecidos y las ojeras marcadas.— Lo siento — le dijo aurora y el hombre se sentó pesadamente en el mueble — intenté regresar por ella, pero no me dejaron — Pietro pasó saliva.— Lo sé, estará bien — murmuró más bien como si quisiera convencerse a sí mismo — nos hemos visto en peores situaciones.— ¿Cómo está?
Aurora esperó sentada en el mueble de la sala, sin una pizca de sueño y con los músculos tensos. El capitán Bernal le avisó que había dado la autorización para el aterrizaje de los dos aviones que traía Franco y ella notó lo tenso que el policía estaba, pero eso no le importaba a Aurora, habían hecho un trato y esperó que el hombre lo respetara.De igual forma no tenía evidencia contra Franco más allá que habladurías de corredor, así que por ese lado estaba bien, pero, lo que la tenía al límite era sin duda, lo que Doménico podía estarle haciendo a Gio, o lo que le haría con tal de idear una estrategia para acabar con Franco.Aurora sintió una presión en la cabeza, una cómoda y familiar que le pidió entrar y cuando ella la dejó la voz de Franco en su cabeza le hizo erizar la piel del cuello.— Estoy cerca, mi reina — le dijo y Aurora quiso tenerlo ahí para poder abrazarlo, y tuvo que esperar media hora para que el mafioso al fin cruzara la puerta y ella se le colgó del cuello y lo abr
Cuando Aurora entró al piso de la revista todo dentro era una especie de caos, pero lo que resaltaba por encima de todo eran los rostros paliduchos y enfermizos de sus empleados, así que se cruzó de brazos frente a la puerta del ascensor.— Parece que la fiesta estuvo buena — dijo y todos corrieron a ella y la abrazaron, la felicitaron y tambien la regañaron por no contestar el celular.— La verdad vinimos por obligación — le comentó la chica joven que Aurora había contratado como diseñadora gráfica — pero la fiesta acabó a las dos de la mañana y hay mucho qué hacer — Aurora negó.— Aunque sea hubieran venido un poco más tarde — pero la mayoría negó.— Hay que terminar de editar la entrevista de Carlota.— Necesitamos la aprobación de la próxima edición.— Ya logramos contactar a la escritora Clarissa Sarmiento.— Hay que comenzar a fusionar la revista con el periódico.— Tenemos que contratar a alguien que cree la página web y nos entrene para manejarla — a Aurora le dolió la cabeza
Aurora no se quiso separar de Carlos, se recostó en la cama a su lado y no le apartó la mirada de encima hasta que Franco llegó y se sentó a su lado.— Vamos a encontrarlo — le comentó él y Aurora se limpió el rabillo del ojo.— Esto es mi culpa, si no hubiera ido sola esa vez…— Claro que no es tu culpa, no estabas sola — se acercó a ella y la abrazó por detrás.— Tenemos que rescatarlos rápido o Doménico los terminará matando. Si Carlos estaba sintiendo eso, ¿Te imaginas lo que estaba sintiendo Gio? — Aurora sintió en el cuerpo de él la tensión que lo invadió de repente, sabía que le había prometido a su familia que cuidaría de Giovanny y en ese momento sentía que había fallado, así que Aurora se deshizo de su abrazo y lo abrazó a él — no es tu culpa — le dijo — él decidió ir conmigo, él decidió venir al país y…— Claro que es mi culpa, debí haberlo atado a la pata de la cama — Aurora lo besó en los labios y lo miró a los ojos grises como la luna llena.— No puedes juzgarlo, ¿Qué ha
Aurora se aferró al brazo de Franco mientras los demás comenzaban a prepararse para el encuentro con Doménico. Pol había movido sus influencias y logró encontrar el número de celular de uno de los guardaespaldas del mafioso y Franco había sostenido una conversación muy pero muy corta, pero tambien muy intensa en la que se citaron en la pista de aterrizaje privada que tenía la ciudad que estaba lo suficientemente alejada.— ¿Qué crees que pida? — le preguntó Aurora a Franco mientras él comprobaba un arma que tenía en la mano.— Mucho, seguramente pedirá el control de gran parde de Europa.— ¿Y se lo darás? — él ladeó la cabaza.— Por recuperar a Gio estoy dispuesto a hacerlo, ya después veremos cuáles serán las consecuencias de todo aquello si el capitán Bernal no logra atraparlo — Aurora se sentó a su lado en el mueble, su pequeño departamento se había convertido en una especie de batallón, había colones inflables tirados por todo el suelo donde los hombres de Franco habían pasado la
Aurora sintió que toda la realidad del peligro caía sobre ella cuando Franco le puso el chaleco antibalas que les había dado el capitán Bernal. El hombre se la quedó mirando y le dio un beso en los labios.— ¿Estás segura de esto? — le preguntó Franco y Aurora asintió con seguridad.— Claro que te acompañaré, no te dejaré solo en este momento.— Temo perderte — le dijo él y Aurora negó.— Eso no pasará, te lo prometo.Franco le puso un auricular y escuchó la voz de Pietro que se quedaría en el edificio y que les indicaba que, según el satélite, los hombre de Doménico comenzaban a llegar a la pista de aterrizaje del encuentro.Aurora se subió en su camioneta como copiloto y Franco condujo, en la parte de atrás venía Filippo con Carlos y el mafioso los miró por el retrovisor.— Ustedes tres se quedarán en el auto — les dijo y luego miró al guarda espaldas.— Filippo, ¿Los cuidarás? — el hombre asintió y los risos oscuros de su cabello se sacudieron.Aurora de verdad tenía miedo, era un