Aurora no quería irse, había pasado uno de los mejores fines de semana de toda su vida al lado de Franco, conoció el coliseo romano y varios lugares turísticos y hermosos.El plan de presentarse como la reina roja había dado sus resultados, los informantes de Franco le habían llevado los rumores de que todos los capos menores, como Franco les llama, habían detenido sus operaciones para encontrarla.Los adictos, eso ya era otra cosa, difíciles de rastrear e impredecibles, pero la mañana del domingo Aurora le demostró a franco en la sala de entrenamiento que podía defenderse sola.Obviamente Franco ganó, ambos tenían los mismos conocimientos de combate, pero a Aurora le hacía falta la fuerza física del mafioso y eso le dejó él como tarea, que regresara al gimnasio.Sintió en el cuerpo de Franco ese desasosiego que ella misma estaba sintiendo, no quería irse, de verdad que no quería hacerlo, no quería alejarse de los cálidos brazos de él, del calor de sus labios y del sabor de su excitac
Aurora trató de estirar los dedos entumecidos por las esposas que le apretaban las muñecas, pero no pudo, estaba rodeada por los policías que la apretaban como si en cualquier momento tratara de escapar.— No tiene ni una prueba — le dijo Franco, el mafioso estaba sentado sobre las piernas del conductor que era el capitán Bernal y eso le hizo gracia a Aurora, pero Carlos, a su lado, parecía muy asustado — cuando lleguen a la estación un buen abogado los estará esperando, este hombre — continuó el mafioso y golpeó con la punta del dedo la nariz del capitán — es parte de una organización que está tratando de descubrir la lluvia escarlata, pero no han podido averiguar más que mi nombre y el Doménico — Aurora quiso preguntar cómo, pero ya no podía comunicarse en la mente de Franco, pero él pareció percibir su pregunta.»— Un mafioso tonto, el hermano de Emilio Olázaga, el esposo de la mujer que querías entrevistar, ¿recuerdas? Él hizo un trato con Doménico para comercializar en este país
Aurora sintió como el cuerpo se le llenó de una sensación horrible, como si estuviera cayendo en un agujero y se tuvo que agarrar de los barrotes de la celda para no caer literalmente, en los sentimientos de Franco pudo encontrar muchas emociones que la embargaron.— ¿Qué pasó? — preguntó Aurora, la voz le tembló, no quería la respuesta. Franco hablaba por teléfono y luego colgó abruptamente. Aurora lo siguió, Gio estaba acostado en el mueble con la respiración agitada y los ojos rojos. Aurora se arrodilló a su lado en el suelo y lo agarró de la cara, pero el pelirrojo no podía sentirla — ¿Qué pasó? — le preguntó a Franco de nuevo y él le pasó la pregunta a Giovanny.— Un hombre entró a la celda de Carlos sobornando a uno de los policías — dijo — se lo llevaron — miró a Aurora como si de verdad pudiera verla frente a él — se lo llevaron — Aurora regresó a la celda donde Eduardo e Iliana la estaban observando asombrados.— Es Carlos, ¡Vayan con él ahora! — Eduardo asintió y salió corri
Aurora apretó los puños hasta que las uñas se le enterraron en las palmas de las manos, Arantza había utilizado todas sus influencias y todas sus habilidades para encontrar a los hombres que se habían llegado a Carlos y rescatarlo, pero le fue imposible.— Al parecer salieron en algún vuelo privado — le comentó la mexicana y Aurora tuvo que respirar para que la rabia que le habían llenado el cuerpo disminuyera un poco.— ¿Qué haremos? — le preguntó y Arantza se sentó frente a ella.— Podríamos hablar con Doménico, tal vez pedir un intercambio, pero es extraño, no sabemos por qué se lo llevó, o si fue él — Aurora asintió con la cabeza.— Fue Doménico, en uno de sus hospitales había una muestra de sangre de Carlos, seguramente la estudió cuando Franco atacó el camión donde lo llevaban y descubrió que era especial — Arantza estiró la mano y agarró la de Aurora.— Lo vamos a encontrar, si le ofrecemos a Doménico una recompensa o algo que quiera a cambio…— Eso no funcionará — le dijo ella
Esperaron los tres en el departamento a que Eduardo llegara, Gio trató de concentrarse en Carlos, pero no lograba sentirlo, el muchacho seguía inconsciente. De seguro le habían inyectado algo para que no despertara y la espera ya estaba matando al pelirrojo que se paseaba de un lado para el otro sin saber qué más hacer.Aurora ya le había pedido que tratara de calmarse, pero el muchacho le había contestado con tres piedras en la mano y Franco le dijo que ni le hablara, era como él, cuando el estrés y el malgenio se apoderaban de ellos era mejor ni hablarles.— ¿Por qué se tarda tanto? — preguntó Gio y Aurora se amarró el cabello en una cola de caballo apretada.— Hace veinte minutos lo llamamos, y tiene que venir en taxi — le dijo ella, pero el pelirrojo no parecía muy convencido — además, Gio — él la miró con los brazos como jarras — no es seguro que pueda hacerlo.— Claro que puede, él supo que estabas en Italia — le dijo el muchacho en italiano, hablaba en los dos idiomas y cambiab
Gio caminó de un lado a otro en la habitación, el estrés comenzaba a atorársele en el pecho y le impedía respirar. Carlos no había despertado, y cuando el pelirrojo intentaba ir con él solo encontraba un vacío enorme.En su viaje trató de dormir en el avión, tal vez así podía encontrarlo en el espacio mental, pero no había nada, de seguro la droga con la que lo durmieron era tan fuerte que le hacía tener un sueño profundo y sin sueños.— Comienzas a marearme — le dijo Eduardo y Gio le apuntó con el dedo.— Tú concentrate en encontrar a Carlos — pero el hombre se recostó en el respaldo.— Ya me duele la cabeza, tal vez solo puedo saberlo si están despiertos — pero Gio negó.— Los dones se expanden. Arantza, antes, cuando sucedió su despertar, solo lograba percibir las intenciones de los que se acercaban a ella, pero solo intenciones con ella, ahora puede percibir con certeza qué quiere alguien que se acerque y no solo intenciones con ella si no con los que la rodean.— ¿Y cuánto le tom
— ¡No! — gritó Franco tan fuerte en la cabeza de Aurora que le produjo dolor — es un no definitivo, dile a Giovanny que le pido… no, le ordeno que no haga nada — Aurora miró al pelirrojo que estaba frente a ella esperando una respuesta y abrió la boca para decirle, pero luego la cerró.— No tienes que decirlo — le dijo él — sé que mi primo está gritando, probablemente esté golpeando algo, pero te lo repito, no le estoy pidiendo permiso, le estoy avisando que iré.— Gio, sé lo que estas sintiendo, pero es importante que esperemos a Franco — Aurora trató de convencerlo, pero el pelirrojo tenía una determinación poderosa.— No, Franco llegará en ocho horas, no esperaré tanto. El equipo de Arantza ha estado en peores situaciones — Aurora se paseó de un lado al otro sin saber bien qué debía hacer. Por un lado, tenía a Franco diciéndole que era una mala idea, y por el otro sabía que Gio tenía razón, había escuchado muchas cosas sobre el don de Doménico y eso la asustó.Cuando volteó a mirar
Aurora respiró profundo antes de abrir la puerta, y cuando salió al corredor el aire fresco le despeinó el cabello. Filippo se adelantó y mientras caminaban a la habitación donde había entrado el científico, el guardaespaldas le puso un silenciador al arma y avanzó con paso decidido.Cuando abrió la puerta, sin duda alguna, le apuntó al joven científico y en cuanto él apenas alcanzó a abrir la boca para decir algo, una bala ya le había atravesado la cabeza.Carlos estaba acostado sobre una camilla alta, tenía puesta una bata blanca larga y había muchas correas sujetas a su cuerpo que lo mantenían inmovilizado.Tenía los ojos abiertos y miraba hacia el techo, como si aún no pudiera ser del todo consiente. Gio corrió hacía él y con los ojos llenos de lágrimas le dio un casto beso en los labios.— Mi vida — le dijo y cuando Carlos puso los ojos en él trató de estirar las manos para abrazarlo, pero las tenía sujetas al cuerpo.— ¿Qué está pasando? — preguntó, tenía los ojos rojos y la pie