Aurora sintió como un valde de agua fría le cayó encima, pero luego agarró por los hombros a Franco y lo sacudió.— Por favor, dime que estás mintiendo — le dijo ella y la seriedad de Franco la asustó, trató de ponerse de pie, pero no lo consiguió.Franco la tomó de la mano y se le llevó a su habitación en Italia, allí había más cuadros pintados con el carboncillo, más cuadros de ella. De Aurora trabajando en el escritorio, de Aurora desnuda.De no ser por la situación, hubiera bromeado al respecto, pero en ese momento esta sin habla.Franco la sentó en la cama y buscó unos papeles en la cómoda al lado de la cama, eran muchos y con mucho texto, pero al ver la cara de confusión que tenía la mujer se sentó a su lado.— Tu apellido, Belalcázar, sí es el de tus padres. Lamento haberlos investigado, pero, eran hijos del bosque y quería saber qué pasó con ellos…— Dímelo — lo instó ella con frialdad y Franco se aclaró la garganta.— Tu padre era un empresario colombiano, llamado pedro Belal
Aurora no pudo dormir bien los días venideros, despertaba en medio de la noche y no era capaz de conciliar el sueño a menos que se perdiera en los brazos de Franco, pero el hombre tenía un horario de sueño incomprensible, dormía cuando podía y eso molestaba a Aurora, se le notaba cansado y estresado y dormir mal no le ayudaba mucho, además, habían visitado pocas veces su espacio mental, pero la guerra con Doménico había comenzado enserio y eso le arrebataba todo el tiempo al mafioso.Desde la última vez, la habitación eternamente blanca del espacio mental se fue convirtiendo un poco en una habitación real, con paredes, pero aparte de la ventana por la que entraba aún la brisa cálida y el sonido del mar, no había cambiado mucho.Aparecieron más cuadros de Franco, el escritorio de Aurora y la camioneta que él le dio tamaño juguete sobre la repisa alta donde aparecía todavía la fotografía del hombre de la cicatriz.— Es uno de los primeros recuerdos que asocias conmigo — le había dicho F
Aurora quería encontrar el momento perfecto para decirle a Carlos que eran hermanos, pero siempre se le escapaba de las manos, ya fuera por un tema en concreto que el rubio mencionara o porque alguien interrumpía siempre en el momento indicado. — No es el momento — le dijo Franco esa mañana mientras desayunaba en la mesa de la cabaña en Italia. Aurora contemplaba los cuadros con las plumas que estaban por todas partes — eres tú, te aterra decirle — Aurora se despeinó el cabello. — ¿Y si le dices tú? — Franco le dio un sorbo a su café y ella se sentó a su lado. — Claro que no, dime, ¿Cómo se sentiría Carlos al enterarse de que tu sabías y no quisiste decirle? — Aurora tomó la taza del mafioso y le dio un sorbo grande. No era café, era algo amargo que le hizo fruncir la nariz. — ¿Y si se enoja? — ¿Por qué se va a enojar? ¿acaso es tu culpa? Y al parecer ni de tus padres, ellos huían de algo y lo hicieron para protegerlos, al igual que todas las mentiras de las monjas de los orfanato
Aurora se encerró en su habitación, lo último que quería en ese momento era ver el cadáver que estaba en la sala de su casa.— ¿Por qué lo mataste? — le preguntó a Franco mientras se le colgaba del brazo, como si en cualquier momento algo pudiera arrancarla de él.— Tenía que hacerlo — le comentó él y la rodeó con el brazo.— Pero, él puede tener familia, amigos, hijos…— Y aun así decidió irrumpir en una casa ajena y matar a la propietaria para conseguir drogas — la tomó de la cara para que lo mirara a los ojos grises — tenía que hacerlo, Aurora, en este negocio aprendí a arrancar los problemas de raíz, si lo dejaba vivir estoy seguro que delataría tu ubicación y… no quiero imaginar lo que hubiera pasado, estos papeles — sacudió el papel en el aire — es la última medida desesperada de Doménico para encontrarte ya que no pudo hacerlo por su cuenta, esto te pone muy en riesgo, cualquier persona que esté en el mundo de la lluvia escarlata o los hijos del bosque te estará buscando — Auro
Aurora se sentó junto a la ventana y Carlos a su lado, el rubio parecía nervioso y eso que aún no había escuchado el plan de Aurora, así que ella se limitó a no mirarlo para no tener que darle una explicación de sus manos temblorosas.Frente a ella estaban Arantza y Pietro, muy juntos, ambos sonreían como si hubieran notado algo que ella no y cuando miró alrededor no vio nada, así que se aclaró la garganta.— ¿Son pareja destinada? — Pietro asintió, era alto, rubio con una coleta y muy musculoso, tenía los ojos como el cielo y aunque físicamente era tan diferente a Arantza, se complementaban a la perfección, lucían como una pareja perfecta.— Nuestro despertar fue hace diez años, cuando cumplimos veinticinco — le dijo él, hablaba perfectamente español, pero con acento mexicano y Aurora pensó que eso tendría mucho sentido, luego se preguntó irremediablemente si el español de Franco tendría su acento paisa, e imaginó que sí.— Diez años es mucho — dijo Carlos y la pareja se miró.— Han
Aurora no quería despegarse del cuerpo de Franco, entrelazó los dedos con los suyos mientras él saludaba a Arantza y a Pietro.A fuera arreciaba un frio atroz, la niebla golpeaba el suelo con un viento fuerte que venía desde arriba y llenaba todo el césped del patio con finas gotitas de rocío, y cuando entraron dentro de la enorme cabaña estaba tan cálida que Aurora no pudo evitar soltar un gemido de placer.— ¿Enserio elegiste tú este lugar para hacer tu casa? — le preguntó a Franco y él la rodeó por el hombro.— Me gusta el frio y la oscuridad, todo lo contrario a ti, creo que por eso en el espacio mental tu habitación es luminosa y por la ventana entra aire cálido — Aurora abrió la boca, eso tenía todo el sentido del mundo — ahora, vamos por chocolate.La vieja tata recibió a Aurora como si la conociera de toda la vida, de seguro estaba acostumbrada a conocer a las parejas destinadas de las personas de la casa, y Aurora se sintió cómoda y a gusto.— ¿Ya está listo todo? — le pregun
Aurora acarició la espalda desnuda de Franco y le contempló los hombros achos y pálidos, luego le dejó un casto beso en el hombro.— Deberías broncearte un poco — le dijo a modo de broma y al mafioso se apartó para mirarla a la cara.— Eso sería una buena idea — le comentó — hace más de diez años que no voy a la playa.Seguían desnudos en la habitación de las pinturas y Aurora se puso de pie y le tenido la mano al hombre para ayudarlo.— Vamos, aún hay cosas qué planear.El resto del día se la pasaron planeando todo y terminando los últimos detalles del plan de Aurora, y después del mediodía Gio y Carlos aparecieron y a Aurora le preocupó que notó en ellos un semblante tenso. Se veían bien, cómodos y contentos, pero había algo más atrás que faltaba.Cuando se fueron a la cama en la noche Aurora estaba agotada, física y mentalmente, el cambio de horario, aunque fuera solo de seis horas, la tenía confundida, en su país era pasada le media noche y allí apenas comenzaba a atardecer.Cuand
— Vamos, repítelo — le dijo Franco y Aurora respiró profundo.— Mi nombre es Aurora, no diré de donde soy y trataré que no se note mi acento, debo comportarme con altivez y un poco arrogante y fría, porque así es como te comportas en sociedad para mantener tu reputación pero yo sé que no eres más que un hombre sensible que le gustan los gatos — Franco levantó una ceja y Aurora se rio.— No es gracioso, pero sí, tu italiano es perfecto, suenas como una nativa, nadie se dará cuenta — el hombre estaba vestido elegante, con un traje oscuro hecho a medida y con un corbatín gris que combinaba con sus ojos.— Ya verás que todo saldrá bien — le dijo Aurora y sintió en Franco ese miedo y ansiedad, pero en cuanto él sintió la calma que ella tenía se tranquilizó un poco.Haber roto todas las fronteras fue abrumador como le dijo el mafioso, pero no dejaba de ser una experticia enriquecedora y basta.Podía sentir lo que Franco sentía, en todo momento siempre y cuando el mafioso le diera autorizaci