Capítulo 34
Juan no se preocupó por lo que los guardaespaldas estaban pensando y, junto con Celia, entró en la habitación de Jacobo para tratarlo.

Nadie se atrevió a detenerlo.

Observando la figura de Juan, Pablo, ya anciano, suspiró y murmuró para sí mismo: —Bloquear los puntos de acupuntura con la Aguja de Plata... este hombre es formidable tanto en medicina como en artes marciales. ¿Cuándo surgió un joven tan poderoso en San Fernando?

Juan siguió a Celia hasta la habitación de Jacobo. En la cama yacía un hombre de unos sesenta años, inconsciente. Aunque tenía el cabello completamente blanco, su cuerpo estaba lleno de músculos desarrollados, dándole un aura intimidante.

Celia, ansiosa, dijo: —Juan, confiamos en ti para tratar a Jacobo.

Juan simplemente negó con la cabeza al verlo y dijo suavemente: —¡No está enfermo! ¡Ha sido herido!

Al escuchar estas palabras, los ojos de Celia se iluminaron. Habían tomado la decisión correcta al buscar la ayuda de Juan. Jacobo estaba gravemente herido, algo qu
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