Capítulo 289
Ana, a pesar de estar muy desaliñada, no había sufrido ni el más mínimo daño. Simplemente estaba muy asustada en este momento, sin saber qué hacer.

Jacobo y Pablo se esforzaron al máximo para proteger a Ana y a su padre, cumpliendo así con la tarea encomendada por Juan de proteger a la familia de Ana.

Juan, al ver que la piel de Celia, ligeramente más oscura que la de ellos, indicaba un grave daño interno, rápidamente les dijo a ambos: —Jacobo, Pablo, voy a tratarlos a ustedes dos primero. Suelten a Celia.

Al escuchar esto, los dos la soltaron con rapidez. Para ellos, su propia vida no importaba, pero Celia debía sobrevivir a toda costa.

Juan sacó de inmediato una aguja de plata para tratar a los tres.

En ese momento, una voz desquiciada resonó a los lejos: —¿Adónde creen que van?

Lucas, cubierto de sangre, dejaba una huella roja con cada paso mientras se acercaba tenebrosamente a Ana.

Detrás de él venía un grupo de guardias de la familia Martínez heridos y ensangrentados. Resulta que
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