Capítulo325 Sentencia
Adriana intercambió una mirada con los policías y sonrió, resignada. Parecía que aquella mujer no solo tenía problemas con los ojos, sino que su cabeza tampoco estaba muy bien. No era raro que se hubiera perdido. Sacó su identificación y se la mostró a los policías. Solo después de confirmar que no era Alicia, la dejaron irse.

Antes de irse, la ciega le agarró la mano, negándose a soltarla. Sus ojos nublados estaban llenos de lágrimas sinceras, lo que hizo que Adriana sintiera un poco de culpa. Con suavidad, la tranquilizó:

—Señora, tengo que irme, pero le dejaré mi número. Si alguna vez me necesita, puede llamarme.

—Dímelo, no necesito apuntarlo en ningún lado —respondió la mujer, más calmada.

Adriana le dijo su número y vio cómo la mujer lo repetía en voz baja hasta aprendérselo. Solo entonces la soltó.

Después de este breve episodio, Adriana volvió a concentrarse en la exposición de perfumes. Alejandro también participó en la organización. Junto con los equipos del Grupo F
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP