La valiente Julia se atrevió a darle una lección a José fuera de la habitación del hospital.Cuando volvió a la habitación, caminaba con orgullo, convencida de que en este mundo había pocas personas que pudieran hacer que José los escuchara, ¡y ella era una de esas pocas!Pero para decir la verdad, Adriana había estado muy ocupada. No solo tenía que asistir a varias reuniones, sino también terminar la campaña de lanzamiento del perfume masculino y poner en marcha el proyecto de perfumes asequibles. Todos los detalles requerían su visto bueno.Ahora que estaba lastimada, no podía ir a las reuniones, así que decidió concentrar toda su energía en el progreso de los proyectos de la empresa.Para evitar que sus colegas supieran sobre su relación con José, Adriana se ocupó de los asuntos de la empresa mediante videollamadas solamente. En cuanto a la promoción con Julia, podían discutirlo en persona.Cuando Julia regresó con su computadora, Adriana, molesta le preguntó:— ¿Fuiste a buscar los
Al día siguiente, Adriana recibió un mensaje del departamento comercial: el Grupo Torres había adquirido todos los derechos de nombramiento para el proyecto de perfumes asequibles.Adriana quedó impactada y miró hacia José, que seguía usando la habitación del hospital como su oficina. Bajó la voz y le preguntó a su asistente por teléfono:— ¿Todo esto es en serio necesario?— Señorita López, con el Grupo Torres involucrado, ninguna otra empresa se atreverá a interferir. Además, el precio que ofrecen por los derechos de nombramiento es pues por asi decirlo bastante exorbitante… — explicó el asistente.Adriana se frotó la cabeza, frustrada. ¡Qué maldito loco!¿Acaso pensaba que podía obligarla a someterse con dinero?¡De ninguna manera!Colgó el teléfono.Aunque no podía controlar las decisiones comerciales del Grupo López, sí podía decidir dónde quedarse. Rápidamente reservó una habitación en un hotel cerca del hospital y llamó a Julia para que la ayudara a salir del hospital.Así, no t
—Tía, aunque tú y el tío estén peleando, recuerda que hay veces que, si te pasas de la raya, no hay vuelta atrás. Las palabras son como un saco de plumas, una vez las dispersas por el camino, nunca exactamente todas puedes recuperar.Diego estaba tratando de calmarla, temeroso de que Adriana por despecho decidiera hacerle algo.Adriana también estaba sorprendida por la situación, agarrando su bata de baño con desconfianza mientras se acercaba a Diego:—¿Y tú qué haces aquí?Ella caminaba sin darse cuenta, pero en los ojos de Diego, parecía desafiante, como si se acercara con intenciones de algo, y él, apurado, retrocedió hasta quedar acorralado contra la pared, cubriéndose el pecho con las manos como si fuera a defenderse:—Tía, cálmate... no te acerques...Adriana se veía enojada, aún sin comprender la razón por la cual esa noche los dos hombres aparecían uno tras otro… ¡Este cuarto debía estar maldito!En ese momento, un hombre más habló desde atrás, con una voz llena de enojo:—¿Qué
Adriana y José se miraron…Vieron a la persona que venía, con bolsas de comida y una canasta de frutas exageradamente grande, era Adrián quien venía a visitar.José se molestó de inmediato, mirando de reojo al intruso Adrián.Adrián lo llamó: —Tío— y luego fijó toda su atención en Adriana: —Escuché que estabas herida, fui al hospital a verte, pero no te encontré… de verdad, no es fácil verte.—No sigas, deja las cosas primero— dijo Adriana, mirando a Adrián que estaba detrás de la canasta de frutas.Adrián entró, y José aprovechó para seguirlo, con la firme intención de no irse mientras él estuviera allí.Poco después, Adriana recibió una llamada de su empresa. Se disculpó y se fue a la habitación de al lado a atenderla. Adrián se sintió un poco incómodo y no pudo evitar preguntar a José, quien estaba sentado en el sofá, como si fuera el dueño del lugar:—Señor José, no sé de qué tipo de relación familiar tienen, ¿podrías explicármelo?José lo miró y le respondió en un tono cortante:
Hace tan solo un par de días, Adriana le había preguntado a Julia sobre aquel tema, pero, en ese momento, Julia no quiso decir nada y, de hecho, evitó verla durante algunos días. No se esperaba que hoy, al verla, Adriana volviera a tocar el asunto.—A mí nadie me dio nada... solo creo que él en serio se preocupa por ti, por eso le di algunos consejos— dijo Julia, mirando hacia abajo.—¿De qué consejos hablas? — preguntó Adriana.—Le sugerí que te persiguiera.Julia bajó aún más la cabeza.Adriana suspiró un poco. Entonces y después de todo, ¿esa era la razón por la que José insistía todas las noches en dormir en el sofá?Pero, ¿de veras él sentía algo por ella?¿Por qué sentía que su corazón era como la arena que se le escapa de las manos, algo tan inseguro?Adriana se recordó a sí misma que no importaba si José n serio la quería o no, lo único que debía hacer era ayudar a su madre a revitalizar y darle un impulso al Grupo López.Con un simple llamado, dio la orden para continuar con e
Recordando la última vez que fue a la sesión de la portada de Estilo & Glamour, la advertencia amistosa de Alejandro Benotti hizo que Adriana no se sorprendiera y preguntara:—¿Por qué quiere cambiarse a esta habitación?—Envió a un asistente diciendo que cuando estuvo en este hotel antes, se alojó en esta habitación, por lo que esta vez también debe quedarse aquí— respondió el asistente de Lorenzo, con una expresión impaciente.Adriana levantó una ceja, entendiendo de inmediato. Sin pensarlo mucho, dijo:—Entonces cámbienla, pues por mi parte no hay problema.Después de todo, era un maestro en su arte, y gente así es algo bizarra y suelen tener muchas manías. Además, recordaba la advertencia de Alejandro y no quería causar problemas con este genio.—¿¡Adriana! ¿De verdad, vas a cambiar la habitación?El asistente de don Lorenzo, que ya conocía bien a Adriana, estaba preocupado por ella:—Él quiere que le cambien a una habitación en el último piso, bastante apartada. Escuché que los or
Ricky no dudó ni un segundo y, después de decir eso, entró rápido a la habitación y cerró la puerta, dejando a todos afuera.Adriana parpadeó.Hacía mucho que no discutía con alguien tan irracional. Estaba a punto de decir que no cambiaría de habitación, si Ricky tenía miedo de perder tiempo, pues que lo perdiera. Pero, no esperaba que Ricky cerrara la puerta de golpe, dejándola sin oportunidad de amenazarlo.El asistente de Lorenzo se acercó y le preguntó a Adriana:—¿Qué hacemos ahora?—¿Pues qué se puede hacer? —respondió Adriana.—Si un perro muerde a una persona, ¿acaso la persona no puede devolver la mordida?Agarró su maleta con decisión y añadió:—Llévame a otra habitación.La puerta de esa habitación estaba bien cerrada por Ricky, así que no había otra opción.El asistente de don Lorenzo la llevó a una habitación en el último piso.Esa noche, Lucía la llamó. Adriana le contó lo que pasó, y Lucía, que es supersticiosa, le dijo:—Salir así no está bien. En la fiesta de mañana,
El fuego parecía venir del dormitorio, donde el humo era más espeso. La gente que venía detrás de Adriana se asustó, pero ella alcanzó a ver a Ricky tirado en el suelo junto a la cama.Corrió hacia él mientras gritaba:—¡Rápido! ¡ayuda!Mientras imploraba con desdén, empezó a arrastrar a Ricky hacia afuera. Los tipos detrás de ella, al ver su esfuerzo, también corrieron a ayudarla. Pronto, algunos trajeron agua para apagar el fuego, mientras otros ayudaron arrastrar al herido.Él quedó tirado en el pasillo, con su asistente a su lado, gritando su nombre en medio del desespero.Adriana tosió un par de veces y, con voz firme, gritó:—¡Háganle espacio!—¡Necesita respirar!La gente, asustada por su tono de autoridad, se apartó de inmediato. Adriana siguió dando órdenes:— ¡Llamen urgente a una ambulancia! ¡Necesita ayuda!Todos entendieron rápido y siguieron sus instrucciones.Tres minutos después, Ricky abrió los ojos lentamente. Vio que la persona a su lado era Adriana, y se sorprendi