Capítulo111 Que hombr
—No lo malinterpretes, es que...— Adriana suspiró. Esto, en realidad, era muy largo de explicar, pero tenía que decirlo:

—O sea, sí, somos esposos. Solo que le digo tío cuando hay extraños alrededor — dijo, con una sonrisa incómoda y forzada.

—¡A mí me va y me viene si son o no no esposos! — El viejo, impaciente, se dio la vuelta y, después de presionar un botón al azar, la trampa para animales en la pierna de José se abrió automáticamente.

Adriana vio los agujeros sangrientos en su pierna y lo escuchó quejarse del dolor, tratando de soportarlo. Solo con eso, se imaginó el dolor que él debía estar sintiendo. Con afán, preguntó:

—¿No hay un hospital por aquí cerca?

—Tú misma lo dijiste, no hay ni una sola persona aquí, ¿dónde vas a encontrar un hospital?

El viejo respondió con sarcasmo.

—Es solo un rasguño, no es nada serio— José la tranquilizó, mientras se quedaba sentado. Estaba inmóvil, mirando fijamente los ojos preocupados de Adriana observando su herida.

¿En serio le preocupaba ta
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