Del coche bajó una persona que se colocó respetuosamente frente a su vehículo. Adriana lo reconoció de inmediato: era el asistente que había estado detrás de la silla de ruedas de Pablo durante el concurso.Recordando su acuerdo con Diego, Adriana le dio algunas instrucciones a Julia antes de salir del coche y seguir obediente al asistente hasta el vehículo que la esperaba.—Adriana, he venido a llevarla a la casa de la familia Torres para que conozca a la señora mayor, — informó atento el asistente mientras le entregaba algunos papeles.—¿No habíamos quedado para el fin de semana? —preguntó ella, sorprendida.—La señora mayor ha vuelto antes al país y desea verla de inmediato, — explicó el asistente.—De acuerdo, — aceptó Adriana, pero al mirar su elegante vestido, dudó por un momento antes de añadir: —Preferiría ir a casa primero a cambiarme de ropa.El asistente, incapaz de decidir por su cuenta, tomó el teléfono y, con mucho respeto, le pidió permiso a Pablo antes de pasarle el apa
Después de todo, en presencia de la señora Torres, Diego debía seguir interpretando su papel de joven aficionado a la meditación. Adriana, con cierta cautela en sus palabras, respondió: —Pues ya sabes, siempre riendo, desenfadado y despreocupado.La señora Torres quedó sorprendida y se giró hacia Patricia, la ama de llaves.Patricia, con una expresión algo pensativa, se esforzó por encontrar una explicación plausible antes de murmurarle al oído: —Tal vez Pablo sea diferente cuando está con Adriana. Puede que en privado se comporte de otra manera.Sí, eso tenía sentido.La señora Torres lo entendió, convencida. Antes del accidente de hace ocho años, Pablo no era tan frío y distante. Quizás, en compañía de alguien a quien realmente quisiera, volvería a ser más abierto y cálido.—Está bien, — dijo la señora Torres, aceptando repetidamente, —es una buena chica. Debe haber sido difícil para ti mantener este matrimonio en secreto.—Para nada, comprendo que todo esto es por un bien mayor, — r
Al lado, Daniela miró a Lorena con desprecio y comentó: —Es solo una lisiada, ¿qué temes de ella, aunque intente congraciarse con otros?Lorena se sintió aliviada de inmediato y abrazó el brazo de su madre con más fuerza. —Tienes razón, mamá. En todo el país, hay pocas personas que puedan tener una relación cercana con doña Torres, y tú eres una de ellas.—No te preocupes, — continuó Daniela mientras ajustaba su chal elegantemente sobre los hombros. —He oído que Pablo es muy devoto a su abuela. Si te comportas bien, y si doña Torres dice algo a tu favor, la posición en el baile de debutantes internacional será tuya, sin duda alguna.Lorena, alentada por las aduladoras palabras de su madre, sintió una renovada confianza mientras ambas caminaban con la cabeza en alto.Pasaron un buen rato recorriendo el lugar, pero ningún sirviente las invitó a pasar. Lorena comenzaba a impacientarse un poco, por lo que, con un destello de malicia en los ojos, se dirigió directo hacia Adriana, quien aún
—¿De verdad es cierto? ¿La elegida es una lisiada? —Las damas presentes comenzaron a murmurar con sorpresa.La señora Torres carraspeó, y de inmediato el lugar quedó en absoluto silencio.—¿La conoces? —preguntó la señora Torres.Lorena, pensando que la señora Torres estaba molesta con Adriana, se apresuró a avivar el fuego: —¡Yo no la conozco personalmente! Pero ella es ahora el centro de atención en Costa del Sol. Hoy por la mañana, se proyectó un video en el edificio más alto de la ciudad, mostrando a su prometido y su prima en una situación bastante comprometedora.—¿Así que es la famosa señorita López? La familia López y la familia García han estado en boca de todos últimamente. ¿No vieron el video en la torre más alta?—¿Cómo no? ¡Era una transmisión en vivo! Casi todo el mundo lo vio.Las damas cubrieron asombradas sus bocas mientras se reían, sus miradas llenas de malicia.Con las risas y susurros, Lorena se sintió aún más confiada, sin notar el rostro cada vez más sombrío de l
La familia Torres terminó la fiesta improvisada, y la señora Torres envió un coche especialmente para llevar a Adriana de vuelta a casa.Adriana revisó la hora y, justo cuando cerraba la bolsa de valores, vio que las acciones del Grupo García se habían desplomado por completo. A pesar de que Javier y Fernando habían intentado controlar la narrativa y suprimir los rumores, la imagen de lo sucedido en el edificio más alto estaba demasiado fresca en la memoria colectiva. Las repercusiones de ese terrible escándalo no desaparecerían fácilmente.Adriana revisaba con frialdad las últimas noticias. Todas hablaban de cómo Elena había perdido sus contratos de patrocinio, sus próximas películas y programas de televisión. Grandes marcas internacionales retiraban sus anuncios con Elena y le exigían indemnizaciones millonarias.Incluso muchos colegas y trabajadores de la industria comenzaban a compartir historias sobre su mala ética profesional desde el comienzo de su carrera. La opinión pública es
A la noche siguiente, Elena se maquilló con un estilo dramático para ocultar la palidez causada por una etapa de malos hábitos, no comía muy bien y sus horas de sueño eran pocas.Se puso su vestido más sensual y subió a un yate en la costa.Gracias a la información que Lorena le había compartido, sabía que Manuel acababa de llegar a Costa Sol.Muchos empresarios de la ciudad lo habían invitado a diversos banquetes e incluso le organizaron una fiesta privada en alta mar, algo muy exclusivo.Esta era una oportunidad que Elena no podía dejar pasar.Se hizo pasar por una de las invitadas de la fiesta, logró subir al barco y pudo avistar a Manuel entre la multitud.Manuel ya había bebido mucho; estaba medio ebrio y rodeado de mujeres, aunque ya parecía un poco aburrido.Con una máscara que le cubría media cara al estilo Cleopatra y un bastón plateado, Elena, con su vestido rojo intenso; con un escote en la espalda tan largo que parecía no terminar.Comenzó a pasearse intencionadamente frent
Antes de salir por la noche, Adriana miró la muleta que descansaba junto a la silla. Dudó por dos segundos pues sabía que podría necesitarla, pero finalmente decidió no llevarla. Su pie izquierdo ya podía soportar el peso con normalidad; sin embargo, después de haber dependido tanto tiempo de la muleta, aún no se sentía completamente acostumbrada a caminar sin ella. Hoy debía representar al Grupo en una importante fiesta de la alta sociedad, y era momento de dejar atrás el pasado y darle a su vida un nuevo comienzo, era la oportunidad que había estado esperando. Adriana asistió a la fiesta acompañada de Julia, una vieja amiga que ayudo desde la fundación a la empresa, y sabía todo de ella. De camino, Adriana preguntó a la siempre bien informada Julia: —Carlos golpeó a Elena hasta dejarla hospitalizada. ¿Qué pasó con su hijo? —¿Un hijo? ¡Ese niño no pudo sobrevivir! —respondió Julia, mientras conducía con desespero—. Aunque Carlos no la hubiera golpeado, Elena tampoco habría que
Manuel se acercó de una forma descortés a Adriana, como un zorro viejo y hambriento, sus ojos recorriendo su cuerpo de arriba abajo con descaro. Como calificándola. Aunque estaba molesto por su actitud altiva, no pudo evitar quedar cautivado por su belleza y estaba desesperado por su aprobación. —Señor Manuel, hoy he venido para hablar con usted sobre la colaboración en el desarrollo de perfumes. ¿Ha revisado ya la propuesta del Grupo López? —preguntó Adriana, esquivando hábilmente su intento de saludarla de beso en la mejilla. —¿Ah? Manuel hizo un gesto con la mano y se tapó la boca, impaciente: —No hablemos de esas pendejadas. Volvernos a encontrar es cosa del destino, una surte que no todos tienen. Ahora dime ¿qué es aquello que no puedo cumplir? —Es en verdad una gran felicidad que nos podamos ver de nuevo. Y precisamente de eso quería hablar, yo quisiera que colaboráramos juntos, tu yo en un negocio. Manuel, molesto: —¿Negocios? Yo ya investigué. Recibí su correo hablando