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Marcus estaba a punto de irse, cuando su asistente Mariana se acercó a despedirse, ya era una mujer de sesenta años, estaba jubilándose. Él le dio un gran abrazo. —Gracias por estos años de servicio, Mariana, y por tu lealtad. La mujer sonrió feliz. —Le deseo buena suerte a usted y a sus hijos. Una mujer entró. —Irina, pasa, señor, le deseo éxito con la nueva asistente, ella sabe que ante cualquier duda puede llamarme. Marcus sonrió. —Muchas gracias. —Bienvenida, Irina, a partir del lunes, trabajaremos tú y yo, recuerden que están invitadas a la fiesta de aniversario de la empresa, y a mi aniversario de bodas, así que las esperamos. Debo irme ya, que apenas me queda tiempo, nos vemos ahí, Mariana, mi esposa Evana quiere despedirla como lo merece. Mariana asintió, sonrió. Ambas vieron al hombre salir de la oficina. —Es un hombre muy elegante e inteligente, ¿verdad? —Claro, el señor Marcus Ford es todo un caballero como ya no hay. —Su esposa debe ser muy afortunada —dijo Ir
—Es… ¡mi nueva asistente! —exclamó incrédulo Evana alzó las cejas, pero el aplauso volvió a resonar. Luego, Marcus dijo unas palabras, la turbación anterior había pasado sin importancia. —Bienvenidos, hoy es un día especial, es el aniversario de la creación de esta empresa que mi padre, Andrés Ford, en paz descanse, creo con amor para llevar el alimento a sus hijos. La empresa Ford, ha pasado por muchos momentos; sus mejores, sus peores, y ahora su paz, deseo que sea así por siempre, además, también me complace festejar con ustedes mi aniversario de bodas, veintiún años con la mujer de mi vida, son pocos, se dicen fácil, y sí, con ella la vida es buena, sencilla y feliz, brindo con ustedes por mi dicha, que sea mutua. Salud. Levantaron su copa, estaban felices, Evana tenía una gran sonrisa, pronto fue el momento del baile. Evana y Marcus saludaban a los empleados, empresarios y socios presentes. Cuando Mariana se acercó a Irina tomó su brazo, la hizo a un lado. —¿Por qué usas es
—¡Natalia! —exclamó Evangelyn Natalia y Lucien dejaron de besarse, ella miró a su hermana con desconcierto, pero al ver las lágrimas rodar por sus ojos se quedó confusa. —¡Evangelyn! ¿Qué pasa? —¡Te odio! —exclamó y corrió Natalia se quedó perpleja, Evangelyn nunca fue tan dura con ella, Natalia iba por ella, cuando Lucien la detuvo. —Déjala ir, ya se contentará, debemos hablar de nuestro beso, y de que ahora somos novios. Natalia se alejó de él. —Basta, mi hermana es mi prioridad. Natalia corrió detrás de Evangelyn. En la pista de baile, Margaret seguía bailando, las miradas estaban sobre ellos. Marcus se acercó a Evana. —¿Ya viste a nuestro hijo bailando con una joven? No parece ser de esas típicas chicas que solo desecha, ¿verdad? Evana sonrió. —Tengo un buen presentimiento, amor —ella colgó sus manos en su cuello. —¿Así que andas de celestina? Te amo. Marcus besó a Evana, sentía su cercanía, estaba por besar sus labios, cuando la voz de Irina los detuvo. —Disculpe,
Natalia se alejó con rapidez, nunca fue besada con tanta pasión, sus ojos se encontraron, pudo sentir su corazón latir de deseo por él. Pero, dio un paso atrás. —¡No vuelvas a hacerlo! Natalia se alejó de prisa. Andrés se sostuvo con firmeza, tocó sus labios, moría por volver a besarla, pero eso no podía pasarle, no a él «¡Es mi prima! ¿Qué está pasando conmigo?», pensó Aunque quisiera mentirse, Andrés sabía lo que sentía por Natalia, eso seguía creciendo desde la adolescencia, no podía evitar sentir que ella era única en su corazón. No se dio cuenta de que su madre Sabrina lo vio todo. Ella caminó, alejándose, estaba horrorizada hasta que encontró a Jonathan —¡Hay un problema grave! Jonathan se quedó perplejo —¿Qué pasa? —Vi a Natalia y a nuestro hijo besándose en el jardín a escondidas de todos. Los ojos de Jonathan se abrieron impactados. —¿De verdad? —¡Sí! Te das cuenta, ¡es terrible! Ellos se han criado como primos —exclamó Sabrina —Tranquila, cariño, te entiendo,
Evangelyn llegó a casa, bajó del auto, pero Pablo la detuvo, él tomó su mano entre la suya y miró sus ojos. —No me gusta verla triste, señorita. Evangelyn alejó su mano, limpió sus lágrimas y sonrió. —Gracias por preocuparte por mí, yo estoy bien. Evangelyn entró a casa. Pablo la amaba en silencio desde hace tiempo, pero la diferencia de clases era su mayor obstáculo para acercarse a ella. La fiesta terminó y Evana se angustió de no encontrar a Evangelyn. —Está en casa, no te angusties, amor, sabes como son estos chicos, ya son mayores, no podemos contenerlos. Evana sonrió. Los chicos se despidieron. —Que la pasen bien, los veremos mañana para la cena familiar —dijo Bennet, mientras se despedían. Marcus tomó la mano de Evana y la llevó consigo, subieron al auto y él condujo hasta llegar a esa cabaña. Ella llevaba los ojos vendados. —Marcus Ford, ¿Qué clase de juego es esto? Él sonrió. —Solo una pequeña sorpresa, querida esposa. Ella rio. —Está bien, la acepto, pero sol
Al día siguiente Luego de la cena, Evana fue con Evangelyn, la notó tan triste. Evangelyn le contó todo. —Natalia no pudo hacerlo a propósito, Evangelyn, ella no sabía que tú gustabas de ese chico. —Lo sé, madre, ella prometió que no volvería a verlo, pero yo no sé como lo sacaré de mi corazón —dijo Evangelyn con la mirada triste. Evana tomó su mano. Acarició el rostro de su hija. Por alguna razón Nicol vino a su mente, pero disipó sus pensamientos del pasado. —Escúchame, Evangelyn, nunca se pelea por un hombre con otra mujer, menos con tu hermana, hay muchos hombres en el mundo, y te aseguro que quien te ame, jamás te dejará que compitas, ni luches por su amor. Evangelyn abrazó a su madre. —Tienes razón, mamita, perdóname por actuar como una tonta. Evana besó la frente de Evangelyn, ella la arropó como cuando era una niña, Evangelyn se sintió protegida. Evana entró a la habitación de Natalia. —¿Está bien, cariño? —Sí, madre. —Hablé con Evangelyn, ¿Qué hay sobre ese joven?
Marcus llamó a Evana, le dijo que llegaría tarde, debido a una cena de negocios. —Está bien, querido, te veo más tarde. Colgó la llamada, fue al cuarto de baño, se arregló de prisa, estaba por irse cuando Ben entró. —Hola, padre, ¿irás a la cena con los americanos? —Si, hijo, ¿Qué pasa? —Nada, pero, me enteré de algo, ¿es cierto que el CEO Echamendi se va a retirar de la empresa por su problema de salud? Marcus sabía que tenía ese problema a cuestas, debía elegir otro CEO o ser él quien asumiera las funciones, sin embargo, ya tenía muchos deberes, no quería descuidar a Evana. Lanzó un suspiro. —Es cierto, mira, él quiere retirarse a vivir al campo, aunque ama a la empresa, lo más importante es la salud hijo, sin esa, no tenemos nada, así que, sí, va a retirarse. Los ojos de Bennett brillaron, lo vio como una oportunidad. —¿Y quien lo reemplazará? —apenas habló y Marcus sabía a donde iba su pregunta —Hijo… tú eres muy joven. —Pero, padre, sabes que mi gran sueño es ser algún
Ben condujo el auto intentaba alcanzar al taxi que llevaba a Margaret, por un instante se preguntó que era lo que hacía, pero cuando quiso pedirle a la chica llevarla a casa, ella ya había abordado el taxi. —Genial, ahora pareceré un acosador. Le diré que… no lo sé, ¡Ah, ya! Diré que mañana debe llegar temprano que tendremos una larga junta, sí, algo así —dijo, mientras seguía al coche. Evangelyn estaba en el estacionamiento, se negó a subir, ahora solo pensaba porque le aceptó a Lucien ir hasta ahí. «No pude negarme, ¿Qué pasa conmigo? No puedo ser tan tonta, pero, él dijo que ama a mi hermana, me duele tanto, pero ¡Él la ama! Todo se acabó para mí, cualquier oportunidad de felicidad está muerta, debo dejar que mi hermana sea feliz, renunció al amor de Lucien en mi corazón», sus ojos se volvieron llorosos, pero se controló al ver bajar a Natalia. —¿Evangelyn? ¿Qué haces aquí? Evangelyn esbozó una sonrisa que quiso parecer natural. —Bueno, Lucien y yo hablamos, hermana, todo lo d