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Evangelyn llegó a casa, bajó del auto, pero Pablo la detuvo, él tomó su mano entre la suya y miró sus ojos. —No me gusta verla triste, señorita. Evangelyn alejó su mano, limpió sus lágrimas y sonrió. —Gracias por preocuparte por mí, yo estoy bien. Evangelyn entró a casa. Pablo la amaba en silencio desde hace tiempo, pero la diferencia de clases era su mayor obstáculo para acercarse a ella. La fiesta terminó y Evana se angustió de no encontrar a Evangelyn. —Está en casa, no te angusties, amor, sabes como son estos chicos, ya son mayores, no podemos contenerlos. Evana sonrió. Los chicos se despidieron. —Que la pasen bien, los veremos mañana para la cena familiar —dijo Bennet, mientras se despedían. Marcus tomó la mano de Evana y la llevó consigo, subieron al auto y él condujo hasta llegar a esa cabaña. Ella llevaba los ojos vendados. —Marcus Ford, ¿Qué clase de juego es esto? Él sonrió. —Solo una pequeña sorpresa, querida esposa. Ella rio. —Está bien, la acepto, pero sol
Al día siguiente Luego de la cena, Evana fue con Evangelyn, la notó tan triste. Evangelyn le contó todo. —Natalia no pudo hacerlo a propósito, Evangelyn, ella no sabía que tú gustabas de ese chico. —Lo sé, madre, ella prometió que no volvería a verlo, pero yo no sé como lo sacaré de mi corazón —dijo Evangelyn con la mirada triste. Evana tomó su mano. Acarició el rostro de su hija. Por alguna razón Nicol vino a su mente, pero disipó sus pensamientos del pasado. —Escúchame, Evangelyn, nunca se pelea por un hombre con otra mujer, menos con tu hermana, hay muchos hombres en el mundo, y te aseguro que quien te ame, jamás te dejará que compitas, ni luches por su amor. Evangelyn abrazó a su madre. —Tienes razón, mamita, perdóname por actuar como una tonta. Evana besó la frente de Evangelyn, ella la arropó como cuando era una niña, Evangelyn se sintió protegida. Evana entró a la habitación de Natalia. —¿Está bien, cariño? —Sí, madre. —Hablé con Evangelyn, ¿Qué hay sobre ese joven?
Marcus llamó a Evana, le dijo que llegaría tarde, debido a una cena de negocios. —Está bien, querido, te veo más tarde. Colgó la llamada, fue al cuarto de baño, se arregló de prisa, estaba por irse cuando Ben entró. —Hola, padre, ¿irás a la cena con los americanos? —Si, hijo, ¿Qué pasa? —Nada, pero, me enteré de algo, ¿es cierto que el CEO Echamendi se va a retirar de la empresa por su problema de salud? Marcus sabía que tenía ese problema a cuestas, debía elegir otro CEO o ser él quien asumiera las funciones, sin embargo, ya tenía muchos deberes, no quería descuidar a Evana. Lanzó un suspiro. —Es cierto, mira, él quiere retirarse a vivir al campo, aunque ama a la empresa, lo más importante es la salud hijo, sin esa, no tenemos nada, así que, sí, va a retirarse. Los ojos de Bennett brillaron, lo vio como una oportunidad. —¿Y quien lo reemplazará? —apenas habló y Marcus sabía a donde iba su pregunta —Hijo… tú eres muy joven. —Pero, padre, sabes que mi gran sueño es ser algún
Ben condujo el auto intentaba alcanzar al taxi que llevaba a Margaret, por un instante se preguntó que era lo que hacía, pero cuando quiso pedirle a la chica llevarla a casa, ella ya había abordado el taxi. —Genial, ahora pareceré un acosador. Le diré que… no lo sé, ¡Ah, ya! Diré que mañana debe llegar temprano que tendremos una larga junta, sí, algo así —dijo, mientras seguía al coche. Evangelyn estaba en el estacionamiento, se negó a subir, ahora solo pensaba porque le aceptó a Lucien ir hasta ahí. «No pude negarme, ¿Qué pasa conmigo? No puedo ser tan tonta, pero, él dijo que ama a mi hermana, me duele tanto, pero ¡Él la ama! Todo se acabó para mí, cualquier oportunidad de felicidad está muerta, debo dejar que mi hermana sea feliz, renunció al amor de Lucien en mi corazón», sus ojos se volvieron llorosos, pero se controló al ver bajar a Natalia. —¿Evangelyn? ¿Qué haces aquí? Evangelyn esbozó una sonrisa que quiso parecer natural. —Bueno, Lucien y yo hablamos, hermana, todo lo d
Marcus se alejó de ella tanto como pudo, al sentir que estaban muy cerca, pensó que la joven solo estaba ebria, pero en ningún momento pensó que ella pudiera a atreverse algo más, él solo amaba a Evana Ford, y solo quería volver a ella. Dante Swift se acercó a ellos, y tomó a la joven. —Señor Marcus, llevaré a Irina a su casa —dijo Dante —Gracias, Swift, debo encargarme de nuestro socio. Irina se quedó perpleja, hubiese querido no ser interrumpida, Marcus la rechazó eso la hizo enfadar. Dante Swift manejó hasta ese apartamento, ella sonrió, lo miró. —Gracias por traerme, señor Swift. El hombre sonrió. —Irina, ten cuidado cuando bebas, recuerda que, aunque el señor Ford es amable, él es casado, podrías perder tu puesto si sobre pasas el límite. —¿De qué habla? No hice nada malo. Swift la miró bien, estaba convencido de que ella no estaba alcoholizada, si no que fingía. —Vi cuando te acercaste demasiado al señor Ford, querías besarlo, ten cuidado con lo que haces. Irina sinti
Evangelyn no podía creer que su padre fuera capaz de algo que le parecía despiadado, abandonar a su propia madre a su suerte, sin volver a verla, ella debía comprobarlo con sus propios ojos. Ella tomó su cartera, salió de casa, miró a Pablo. —¿Puedes llevarme a un lugar? —pregunto la chica dudosa Pablo dijo que sí, y subieron al auto. Bennett buscó a su madre, ella estaba en el jardín de rosas, sonrió al verlo. —¿Qué pasa, cariño? —exclamó Evana, quien, al conocerlo, notó que quería decirle algo. —Madre, hay algo que quiere pedirte. —Dime, hijo. —Mi nueva asistente Margaret, no tiene donde vivir, madre, esta pasando una mala situación económica, pero yo pensé, ¿Te acuerdas del pent-house de papá? Pensé que, podríamos prestárselo, mientras ella encuentra un lugar donde vivir. Evana lo miró. —¿Margaret? —Bueno, ¿te acuerdas de la chica con que me hiciste bailar? Evana esbozó una sonrisa. —La hermosa chica con que te hice bailar, ¿es Margaret? Que pequeño es el mundo, Ben. —
Evangelyn miró a su padre que tenía ojos severos sobre ella. —Padre… ¿Por qué…? —ella quiso reclamarle, Marcus la tomó del brazo —Vámonos, y hablemos en casa, vámonos, ahora mismo. Salieron del lugar y subieron al auto que conducía Pablo, durante todo el camino hubo un gran silencio entre los dos. Evangelyn no podía entender que era lo que pasaba. Mansión Ford. Al llegar a la mansión Ford, Evangelyn estaba enfurecida, miró a su padre con ojos llenos de reproche. —¡¿Puedes explicarme porque mi abuela está encerrada en un sanatorio, abandonada por todos?! Evana y Natalia bajaban la escalera cuando al fin la escucharon —¿Qué dices, Evangelyn? Evana se puso nerviosa —Como lo oyes, mi abuela está en un sanatorio, abandonada a su suerte, parece que a nadie le importa, ¡Es tu mamá, padre! ¿Cómo has podido abandonarla, yo la cuidaré si ustedes se niegan, han pregonado siempre ser buenos y generosos, ¿Cómo pueden dejar a una pobre anciana sin ayuda? —¡Basta! No ayudarás a nadie, men
—¿Y a cambio de que me ayudarías? —exclamó Aimé con ojos mordaces. —A cambio de nada, solo no me gustan las chicas como Natalia Ford, mosquitas muertas que sabemos bien que no lo son. Aimé rio. —Así es, esa idiota se cree una buena chica, cuando en realidad todo lo que quiere es meterse en la cama de su propio primo —sentenció Aimé con rabia. Marcus llamó a Swift, él lo escuchó, no podía creer que Irina se hubiese atrevido a hablar de lo de ayer con Marcus. —¿Eso te dijo? —preguntó —Dante, sé que somos como familia, pero, no puedes dudar de una pobre chica ni de mí. —No dudo de ti, ahora con más razón dudo de ella —sentenció con ojos severos —¿Qué dices? —¿Por qué razón vino contigo a hacerte la mártir? Es como si esa chica supiera exactamente que fibras tocar en ti, venir y hacerse la chica en apuros y afligida, funciona para ti, eres un hombre a la antigua de los que les gusta dar, ayudar, proteger, parece que ella lo intuye, vino y te lloró, no sé mira, Irina es buena emple