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Álvaro sintió que el odio lo consumía, miró a Nicol y tomó su brazo. —¡Trajiste lo que te pedí! —exclamó La mujer asintió, abrió su cartera y le mostró un pequeño gotero, los ojos verdes del hombre brillaron con malicia Tomó el frasco y se alejó. «Ya veremos cuánto te va a durar tu buena vida, Evana, pagarás caro, haré que dejes de ser una Ford, pero ¿Quién sabe? Tal vez te dejaré destinado un lugar en mi vida, ahora que el título de amante quedó vacante», pensó sonriente. El baile terminó, pronto muchas parejas siguieron bailando, pero Marcus llevó a Evana a tomar asiento. —No quise ser grosera con tu madre, lamento si crees que me pasé de la línea. Él sonrió. —No te angusties, Evana, lo hiciste bien, en realidad me agradó, mamá merece eso y más cuando es tan grosera. Ella sonrió. Álvaro habló con un mesero. —Quiero que lleve esta copa champagne a la señorita ahí sentada, está copa debe ser, no ninguna otra, apenas pase la comida, ¿Entendiste? Álvaro sacó dinero, y se lo t
Los invitados escuchaban boquiabiertos, las damas hicieron murmuraciones. —Recuerdas que Evana Ford dijo que su exesposo era un maltratador y la engañó apenas nació y murió su bebé, ¡Oh, Dios! ¡se refería a Álvaro Ford! Por eso no quiso dar el nombre, ¡Qué mal hombre es! Por lo menos Marcus Ford es decente, incluso se casó con Evana por amor, ellos juntos son poderosos —dijeron las mujeres Fátima logró escucharlas, la mujer se sintió devastada, se acercó para detener el escándalo de su nieto. —¡Cállate, Álvaro! Estás arruinado la cena. —¡Solo quieres lo mío! —gritó Álvaro Marcus tomó a Álvaro y lo arrastró hasta afuera, Evana fue tras ellos, pero Stella la detuvo, haciéndola a un lado. —¡Tú tuviste culpa de todo esto, miserable bruja! Evana se soltó del agarre con furia, miró a la mujer a lo lejos. —¿Yo tengo la culpa de que tu hijo pierda la razón? No puedo atribuirme el estar dentro de su cabeza, me halaga que lo pienses. —¡No te hagas la graciosa, algo malo le hiciste, segu
A la mañana siguiente Cuando Evana abrió los ojos, sintió que la arropaba un raro calor, olió ese perfume de menta y maderas. Se enderezó al instante, y lo miró ahí, a su lado, en esa cama, ella abrazada a su pecho, él abrazando su cuerpo. Evana aún tenía ese vestido maltrecho, sintió vergüenza, sus mejillas se pusieron rojas, se alejó poco a poco, sin apartar su mirada de ese hombre, dormido era tranquilo como un pequeño bebé, sonrió al pensarlo. Marcus Ford era un hombre muy guapo, debía tener algunos treinta y cinco años, era codiciado por muchas mujeres, sin embargo, nadie pudo atraparlo. «¿Solo yo? ¡No! Solo es un vil trato, pronto acabará, volverá a ser libre, ojalá encuentre una buena mujer, que lo ame con locura, él lo merece», pensó. Marcus despertó unos minutos después, enderezándose con duda, sin saber donde estaba, bostezó y su nombre vino a su mente. —¡Evana! Ella asomó su cabeza en el cuarto de baño, deteniendo el ruido de su secador de pelo. —Ya casi estoy lista
—Entonces, Evana, ¿Aceptarás o no? Evana retrocedió un paso, tragó saliva, ¿Cómo podría decir que sí, cuando sabía que se iría del lado de Marcus Ford tarde o temprano? Pero, la presidencia era importante, si Álvaro ganaba, ella perdería, y era una de las razones por la que ese hombre vil la abandonó en su peor momento, una nueva victoria para Álvaro representaría para ella un gran fracaso que no estaba dispuesta a asumir, no cuando ese hombre casi la mata por ambición. —Está bien, ¿Un nieto? Lo tendrá, y como soy bondadosa, hasta le dejaré elegir su segundo nombre —aseveró. Evana esbozó una tenue sonrisa y salió del lugar. Se encontró con Marcus en el pasillo, y la llevó hasta la sala de juntas general. —Ya comenzará la junta, ahora, solo toca esperar a tener buena suerte. —Ganarás, serás el nuevo presidente. —Hay algo que aprendí de la vida, Evana, nunca cantes la victoria antes de tiempo, o podría recibir una sarta de burlas en la cara si eres el perdedor Evana asintió, ten
Pilar miró desde el umbral de la puerta, sintió su corazón romperse, se alejó de ahí. Evana se alejó al instante, y Marcus no pudo evitar sonreír. —Bueno, entonces, esta noche los veremos, papá, mamá, podremos celebrar. —Felicidades, hijo. Fátima detuvo a Evana, la hizo a un lado y le dijo al oído —No olvides que tenemos un trato. Evana asintió. Marcus salió de la sala de juntas, siguiendo a su padre, pues los empleados le tenían planeado un discurso por finalizar la empresa. Pilar detuvo a Marcus. —Señor, lo felicito, quería decirle que, cuando vi a su madre y Álvaro hablando, temí lo peor, pero luego vi a su esposa hablando con su madre, y me calmé. —¿Evana habló con mi madre? —Sí, señor, fue antes de la junta. Marcus asintió. —Señor Marcus, ¿Podría darle un abrazo? Él sonrió afable —Claro que sí. Pilar lo abrazó con fuerzas, era como su sueño vuelto real. Cuando Evana salió de la sala de juntas y los vio juntos, no evitó sentir esa sensación, un recelo tremendo que
—¿Qué dices tío? —Álvaro tomó su mano y lo miró, sonrió perverso—. ¿Estás celoso? Ah, ¿Qué pasa? No soportas cuando ella gime mi nombre en el sexo, acostúmbrate, tío querido, ella siempre habrá sido mía antes que tú, yo fui su primer hombre. Marcus lo miró con odio, sus ojso eran como una noche oscura, pero luego sonrió con malicia —Álvaro, pero si ni siquiera la enseñaste a amar, me lo contó todo, se sorprendió tanto conmigo, ahora ya sabe cómo un hombre ama a una mujer, de verdad, y ¿Sabes qué? Nos hemos burlado de lo malo que eres en la cama, creemos que Nicol debería dejarte, ¡Oh, querido sobrino! No te angusties pensando en Evana en mi cama, créeme, ella nunca piensa en ti, está tan excitada, que solo puede disfrutar como una mujer libre. Marcus retrocedió al ver el rostro desencajado de Álvaro, golpeó su mejilla. —Lo que sí, es que debe ser duro para ti, perder a Evana por Nicol, mira lo que he hecho, no solo gané la presidencia pro mí mismo, al lado de un gran hombre, hay un
Marcus observó la hora, era casi momento de terminar la jornada, era un adicto al trabajo, pero ahora, como nunca sintió ganas de volver a casa. «Evana me espera en casa», pensó Se levantó y guardó todas sus pertenencias. Salió rumbo al estacionamiento, cuando vio a esa mujer ahí, la saludó con rapidez, pero ella se veía mal, la mujer se echó a llorar, se lanzó a los brazos de Marcus, como si buscara un refugio. Fue entonces, que Álvaro pudo verlo, sonrió divertido, tomó su teléfono y capturó unas buenas fotografías, «Evana, ya veremos cuanto te dura tu feliz cumpleaños, podríamos unirnos contra mi tío, podría perdonarte todo, si lo quitas de mi camino», pensó. —Está muy enfermo, no sé si vaya a resistir. —Quiero verlo. La mujer asintió. —Está en el hospital libanes, si usted quiere. Él asintió. —Iré en un par de horas —él le dio un cheque—. Para lo que haga falta, estaré pronto ahí. Marcus subió a su auto. Pronto llegó a casa. Al llegar, notó un ambiente tenso, en casa,
Los ojos de Marcus se abrieron enormes, al momento que esas palabras salieron por la boca de Evana, ella tuvo un miedo enorme, el hombre caminó hacia ella, y sintió como la estrechó en sus brazos, la distancia entre los dos fue un mito, lo sintió tan cerca, como si fuera a devorar sus labios, sintió su calor. —Entonces, ¿Estás celosa, querida esposa? Has venido a comprobar si tengo una amante, ¿Eres una espía? Ella titubeó, sus ojos temblaron, y sus pestañas como pequeñas alas de mariposas se movieron lento, era tan seductora que Marcus sintió que se encendía ante ella, moría por besarla, y cuanto más lo pensaba quería olvidarlo. «¡Es un maldito juego! Nunca dejaré que ninguna mujer se atreva a traicionarme, otra vez», pensó —¿Quieres conocer a mi amante? —exclamó tomándola, severo —No, sé que no tienes una amante, sé que es tu sobrino, que está mal de salud. Él se detuvo, bajó la mirada, era como si sintiera una herida latiendo en su corazón. —Es hijo de Ismael, todo este tiemp