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Evana y Marcus recorrieron la playa, era un día perfecto, el sol era menos intenso. —Tuve un sueño raro. Él la miró con intriga. —Cuéntame. —Soñé que teníamos dos bebés, estaban en su cuna, pero también vi a mi madre en el sueño, ella decía que veía tras la ventana de la habitación sombras que acechaban, me desperté, tenía muchos años que no soñaba con mi madre, tengo miedo de si es una mala señal. Marcus negó, tomó su mano entre la suya y la besó. —No temas, nada malo pasará, estamos juntos, nadie podrá con nosotros, no olvides que nuestro amor es invencible. Ella se abrazó a él. —Luego de que nuestro bebé nazca, quiero planear nuestra boda, por la iglesia, quiero que estemos ante Dios, jurando por nuestro amor. Él sonrió. —Me encanta, quiero que juremos ante Dios, porque él sabe que te amo, que te adoro. Ella se levantó y él la sentó en su regazo, escuchaban las olas del mar ir y venir, era un mar cálido, en calma. Días después. Evana fue hasta el hospital, comenzaron l
Días despues. Evana estaba ansiosa, Marcus tomaba su mano, el chofer manejó hasta el hospital. Al bajar, Evana sintió su corazón latir con fuerza. Marcus la tomó de la mano. Hoy harían la prueba de embarazo, ella luchó para no hacerla antes, aunque los nervios, el estrés le jugaba malas pasadas. Marcus no dijo nada, solo la apoyó, le dio buen ánimo, la mimó, en el fondo de su corazón también estaba ansioso, estresado, quería que se cumpliera su deseo, que pronto esperaran un bebé. Evana entró al consultorio, junto a su esposo, una enfermera entró y le indicó que le sacarían sangre para hacer la prueba de embarazo, ella desvió la mirada, mientras Marcus la cuidaba, pincharon su brazo, y la enfermera salió. Sabía que en pocos minutos tendrían el resultado. Marcus tomó su mano, la besó. —Te amo, todo saldrá bien. Evana asintió, tenía miedo, no sabía como podría enfrentarse a un resultado negativo. La doctora entró y traía el resultado. —Es momento de saber el resultado. Evana
Marcus levantó a Evana, la miró a los ojos. —Dime que no es cierto, Marcus, ¡Dime que él miente! Marcus no podía jurarle algo que no sabía. Él cargó a Evana en sus brazos, como si fuera su pequeño bebé, la llevó adentro de la mansión, subió la escalera, hasta ir a la habitación. Al entrar, la recostó en la cama. Ella parecía en un estado de shock, luego se echó a llorar, cubriendo su rostro con sus manos, Marcus no podía soportarlo, la abrazó con fuerzas. —Mañana iremos a la clínica, esto es un error, ¡una m*****a broma de ese miserable! Evana, él quiere lastimarnos, porque no es feliz. —¡Hasta cuando, Marcus? Hasta cuando durara su odio, porque no solo… quisiera, no puedo decirlo, porque tengo miedo de que todo lo malo que deseo contra ese hombre se revierta en mi contra —dijo Evana mordió sus labios para no desear la muerte de Álvaro Ford. Marcus la abrazó a su cuerpo, besó su frente. —Pagará, te juro que su sufrimiento será tan grande, que ni toda la vida le quedará para pa
Los ojos de Evana lloraban, le miraba con profunda decepción, Marcus sintió por fin el dolor de sus propias palabras que golpeaban su interior. —¡Evana! —¡No voy a matar a mi hijo! Lo amo, no importa nada, no me pidas algo tan horroroso. Evana salió de prisa, casi corriendo. Marcus solo bajó la mirada. —¡Marcus! ¿Qué haces? ¡Ve detrás de tu esposa! Marcus reaccionó al instante, corrió tras Evana. Jonathan miró al CEO —Quiero que me diga donde puedo localizar al doctor Redcliffe, es realmente una urgencia como puede ver. El CEO se puso a investigar, mientras Jonathan permaneció en esa oficina, estaba angustiado, pensó en Evana y Marcus, merecían ser felices, y que nada, ni nadie se atreviera a separarlos nunca. Respiró profundo, hasta que el CEO volvió, estaba apurado. —Redcliffe se encuentra lejos, está en la bahía blanca, lo siento, señor. —Pero, tiene la dirección. —E hombre asintió, y le escribió la dirección donde vivía, así como el hospital donde ahora estaba trabajan
Nicol entró a la sala de urgencias, ella lloraba, asustada, se sentía tan sola. —La mujer ha perdido líquido amniótico, comenzaremos con la labor de parto. Nicol sollozó, no sabía que hacer. —Señora pasará a labor de parto, le harán una cesárea urgente, está perdiendo liquido amniótico, y su presión se está alterando. Necesito el número del padre de su bebé, o de alguna persona a quién llamar de emergencia. Nicol pensó en Álvaro, en Stella. —¿Puedo morir? —exclamó con la voz débil por el dolor y el llanto La enfermera le miró con algo de compasión. —Señora… su estado es crítico —dijo, y ella supo que estaba más grave de lo que se decía. —Yo… tengo una hermana, podría llamarla, se llama Evana Ford, dígale que Nicol le pide ayuda, dígale que recuerde que es mi hermana por los bueno momentos, pídale que cuide a mi bebé, por favor. La enfermera asintió, Nicol le dio el número de teléfono y la llevaron al quirófano con gran urgencia, pues perdía más líquido amniótico, debían luchar
Evana y Marcus fueron para reconocer el cuerpo, Marcus no quiso que Evana viera eso, fue él quien entró, a pesar de hacerse el fuerte, la última vez que identificó un cuerpo, fue cuando su padre murió. Cuando levantaron la sábana era ella, cerró los ojos, luego de verla, y asintió, volvieron a cubrirla. —Me haré cargo de todos los gastos, así como funerarios. El hombre le indicó de a donde debía ir para pagar por todo. Evana estaba en los cuneros, observaba a la bebé ahí, era tan pequeña y hermosa, sonrió al verla, lamentaba que Nicol no hubiese llegado a conocer a su bebé. «Yo sé lo que se siente perder a una mamá cuando eres tan pequeña, sé el dolor que deja, y la soledad que se carga, pobre, nadie merece estar solo en el mundo», pensó Ella sintió una mano en su hombro, al ver, era Marcus. —Es tan pequeñita. Marcus sonrió al verla a través del cristal. —¿Qué pasará con ella? —No lo sé, pero, tiene a su padre y a Stella. —Ellos no son confiables, Marcus. —Lo sé, pero, si i
—Explíquese, no lo entiendo, Álvaro Ford dice ser el padre del hijo de Evana Ford, porque usted cambió el esperma de Marcus por el de él. —¡No lo hice! —aseveró el hombre—. Yo fui amenazado por Álvaro Ford, usted no lo sabe, él tenía pruebas de una infidelidad que cometí a mi esposa, con eso me chantajeó, al principio, fingí ceder a sus demandas, pero, luego lo pensé bien. Decidí que no iba a arriesgar todo, y menos la felicidad de dos personas por ese hombre, hablé con mi esposa, ella me perdonó, renuncié a todo, me mudé aquí, él me entregó su esperma, pero me deshice de él, hice el procedimiento correcto, el hijo que Evana Ford espera, es de Marcus Ford, y cada embrión que se le implantó, era de Marcus Ford, lo juro. —¿Cómo puedo creer en usted? —Debe hacerlo, incluso podrán hacer pruebas de paternidad en unas semanas, y le juro que serán a favor del señor Marcus Ford. —Debe venir conmigo, y decírselo al señor Ford, usted no sabe el dolor que se ha causado en esa pareja. El homb
Evana estaba destrozada, pronto llegó el abogado. —Hay muchas pruebas en contra del señor Ford, pero, estamos contratando un perito para revisar si las firmas a unos documentos son falsas. —¿Por qué no lo dejan libre? —Por desgracia, debe permanecer detenido. Evana bajó la mirada triste. —El señor Glenn ha muerto y ahora él no puede negar que era su cómplice. Evana no podía creer que en este momento se viviera tal situación. Cuando Swift y Jonathan llegaron se veían desesperados, la empresa estaba tomada por la policía y no iban a poder hacer nada por él escándalo de lavado de dinero, si no fuera porque la herencia de Andrés Ford estaba lejos de la empresa, hubiesen congelado las cuentas bancarias de la familia. —Es una suerte que el dinero esté a nombre del primer nieto Ford que tenga usted señora Evana, más que esté embarazada, de lo contrario, podrían quitarle el dinero, además, Marcus le ha nombrado dueña de su fortuna personal. Evana respiró, pero no se sintió satisfecha.