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Evana esperaba afuera de la comisaria cuando vio llegar a Swift y a Jonathan —¡Evana! ¿Qué es lo que pasó? —exclamó Jonathan al verla ahí, La mujer les mostró la grabación que había tomado con su teléfono móvil. Ellos se quedaron petrificados al escuchar como Álvaro Ford se incriminaba así mismo, sonrieron. Llamaron a los abogados, y ellos estaban satisfechos, lo usarían como prueba de su confesión del crimen, además de que las pruebas de polígrafo estaban listas, donde se dictaminaba que las firmas de Marcus Ford para tener a esos proveedores eran falsas, por lo tanto, estaban trabajando a escondidas de el presidente de la empresa Ford y de sus socios principales, él único que tenía nexos con ellos era Álvaro Ford. Evana pudo entrar a ver a Marcus. Él estaba ahí, se sentía desamparado, le habían indicado lo que pasó, nunca se sintió tan triste como ahora, además, de que tenía el miedo de que su padre ya no estaba en ese mundo para ayudarlo, ahora dependía de abogados, amigos, de
Evana caminó unos pasos, mientras escuchaba a la policía alejarse con Álvaro. Sintió un mareo terrible y cayó en los brazos de Marcus, quien la cargó aun estaba consciente de ser llevada por su esposo a casa. Al entrar, la llevó a su habitación y la recostó en la cama. Acarició su rostro —Ya viene el médico, amor —susurró —Estoy bien, solo ha sido agotador. Él acarició su rostro de nuevo, la miró con ternura. —Ya estás en casa, mi amor, te extrañé. Él sonrió. —No demoré mucho. —¡La niña! —exclamó Evana—. La hija de Nicol, ha quedado desamparada. Marcus la recordó, sintió compasión por esa pobre niña, muertas Stella y Nicol, con Álvaro en la cárcel, la pequeña niña estaría sola en el mundo. —Nos tiene a nosotros, te prometo que no estará sola. Evana sonrió, y acarició su rostro con sus dedos largos. —Eres demasiado bueno, Marcus, para este mundo. Él negó. —Solo soy bueno por ti, tu amor me volvió bueno. Cuando el doctor llegó, revisó a Evana, notó que su presión arteria
Al día siguiente. Marcus llegó con la bebé, Evana bajó a verla, la cargó en sus brazos, era tan hermosa, pequeña y dulce, cada movimiento que hacía era delicado, inspiraba ternura. Sabrina se acercó, subieron a la habitación y la llevaron con el pequeño Andresito. —¿Y que harán? ¿Se quedarán con ella? Evana asintió. —Ahora, ella esta sola en el mundo, la comprendo, fui huérfana cuando era muy niña, así que no quiero que ningún niño sienta la soledad por la falta de una madre, no si yo lo puedo evitar. Evana puso a la pequeña sobre la cama, observando como su cuerpecito se estiraba. Sabrina sonrió. —Eres muy buena, Evana, estoy segura de que ella te lo sabrá agradecer cuando sea grande. Sabrina cargaba a Andresito que estiró su cuerpo al ver a la pequeña. —¿Qué pasa, cariño? Es tu primita —dijo Sabrina Evana sonrió. —Bueno, no son de la misma sangre, recuerda que Álvaro solo era familia de Fátima, pero no de Don Andrés, sin embargo, creo que podrán amarse como primos. Sabri
Marcus volvió a casa, no quiso decir nada a Evana sobre Álvaro, habían tenido tanto de la maldad de ese hombre, que decidió que debían olvidarlo para siempre. Apenas Marcus llego, Evana daba de comer a Natalia, Marcus las observó, sonrió, eran hermosas juntas. Él sonrió. —¿Qué pasa? —dijo Evana al verlo. —Eres tan hermosa, y buena, estoy enamorado de ti, siempre será así. Evana sonrió. —Pronto tendremos más niños, cariño, así que, debemos ser fuertes. Marcus sonrió. —Ya verás, te ayudaré mucho, seré un buen papá, trataré de ser el mejor para mis hijos, para ti. Evana puso a la pequeña Natalia en la cuna, ella lo abrazó, besó sus labios. —Sé que serás el mejor padre del mundo, y te amo. Cinco meses despues. Evana estaba en su baby shower, todo organizado por las empleadas de la empresa Ford, que en cinco meses estaba mejorando, y creciendo. El apellido Ford volvía a ser limpio y respetable. Evana recibió los regalos de las empleadas y esposas de empleados, iban desde los p
Dos años despues. Evana daba pecho a Natalia, Bennett había dejado el pecho unos días antes, y ahora solo quería tomar biberón, mientras las pequeñas niñas, aún tomaban su pecho. Evana arrullaba a la niña, que, mirando sus ojos, iba quedándose dormida, hasta que, por fin, saciada, pudo recostarla en la cuna. Eran tres cunas pegadas, ella puso la tenue luz, los miró, dormían con tanta paz, Evana sonrió, deseó que siempre durmieran así, toda la vida, pero supo que solo el destino y Dios podría decidirlo. Ella volvió a la cama, su esposo estaba ahí, dormido. Evana fue y se dio una ducha, cuando de pronto, sintió sus manos calientes, abrazarla. —¿Estás muy cansada amor? Ella sonrió al verlo, negó, —Para tener ganas de amarte, nunca estoy cansada. Él sonrió satisfecho, besó sus labios con pasión, el agua tibia corría por sus cuerpos, mientras el beso apremiaba, él la giró de espaldas, besó su cuello, sus hombros, y su espalda. Sus manos acariciaron con toda suavidad sus pechos, po
Evana se casó con el tío de su ex para vengarse de su exmarido, quien la engañó e intentó destruirla. Lo que nunca esperó es enamorarse de Marcus Ford y ser correspondida. Cuando al fin, Álvaro Ford su exesposo es arrestado por sus crímenes, Evana y Marcus logran alcanzar una gran felicidad con el nacimiento de sus hijos, lejos de los enemigos que tanto quisieron separarlos. Veinte años despues, Evana y Marcus son un matrimonio amoroso y estable, han visto a sus hijos convertirse en adultos. Bennett espera ocupar la presidencia Ford, por ser el hijo varón de la familia, sin embargo, su hermana Natalia no está muy de acuerdo en ser solo socia de la empresa, cuando se siente capaz de dirigirla. Mientras tanto, la dulce Evangelyn se ha enamorado por primera vez, lo que no espera es que ese hombre la haga competir contra su propia hermana por amor. Natalia esconde un secreto que no la deja ser feliz. Cuando las sombras de la venganza del pasado vuelvan a los Ford, ¿Evana y Marcus s
Marcus estaba a punto de irse, cuando su asistente Mariana se acercó a despedirse, ya era una mujer de sesenta años, estaba jubilándose. Él le dio un gran abrazo. —Gracias por estos años de servicio, Mariana, y por tu lealtad. La mujer sonrió feliz. —Le deseo buena suerte a usted y a sus hijos. Una mujer entró. —Irina, pasa, señor, le deseo éxito con la nueva asistente, ella sabe que ante cualquier duda puede llamarme. Marcus sonrió. —Muchas gracias. —Bienvenida, Irina, a partir del lunes, trabajaremos tú y yo, recuerden que están invitadas a la fiesta de aniversario de la empresa, y a mi aniversario de bodas, así que las esperamos. Debo irme ya, que apenas me queda tiempo, nos vemos ahí, Mariana, mi esposa Evana quiere despedirla como lo merece. Mariana asintió, sonrió. Ambas vieron al hombre salir de la oficina. —Es un hombre muy elegante e inteligente, ¿verdad? —Claro, el señor Marcus Ford es todo un caballero como ya no hay. —Su esposa debe ser muy afortunada —dijo Ir
—Es… ¡mi nueva asistente! —exclamó incrédulo Evana alzó las cejas, pero el aplauso volvió a resonar. Luego, Marcus dijo unas palabras, la turbación anterior había pasado sin importancia. —Bienvenidos, hoy es un día especial, es el aniversario de la creación de esta empresa que mi padre, Andrés Ford, en paz descanse, creo con amor para llevar el alimento a sus hijos. La empresa Ford, ha pasado por muchos momentos; sus mejores, sus peores, y ahora su paz, deseo que sea así por siempre, además, también me complace festejar con ustedes mi aniversario de bodas, veintiún años con la mujer de mi vida, son pocos, se dicen fácil, y sí, con ella la vida es buena, sencilla y feliz, brindo con ustedes por mi dicha, que sea mutua. Salud. Levantaron su copa, estaban felices, Evana tenía una gran sonrisa, pronto fue el momento del baile. Evana y Marcus saludaban a los empleados, empresarios y socios presentes. Cuando Mariana se acercó a Irina tomó su brazo, la hizo a un lado. —¿Por qué usas es