Una noche para recordarEl viaje de camino a la casa fue un poco tortuoso, puesto que David aún no se adaptaba a la vuelta de rosca que nos tocaba afrontar de golpe. Para cualquier otro joven de doce años de edad debía ser un verdadero sueño enterarse de golpe que dejaría atrás la vida de angustias y falencias para pasar a ser heredero de una inmensa fortuna, pero para David, quien venía de ni si quería tener una noción clara del valor del dinero, no era más motivación aquella noticia que lo triste que era saber que por lo pronto no volvería a ver a su amigo Ethan.No se charló mucho, pero yo tampoco quería seguir pensando en algo que el tiempo podía resolver con su paso inexorable, así que simplemente me tomé el silencio par agradecer por aquella familia caótica que la vida me había regalado: a mi lado derecho tenía al hombre al que amaba con todas las fuerzas de mi ser, a mi lado izquierdo tenía a mi hermano por el cual estaba dispuesta a todo y dentro de mí tenía a mi pequeño que
La vida soñadaA David le costó adaptarse a esa nueva vida mucho más de lo que yo hubiese podido querer. Para él era un choque radical y bastante chocante por el hecho de encontrarse de pronto con una vida que era muy distinta a todo lo que había vivido hasta entonces.Era una situación que bien que podía ser agradable para cualquiera, pero para David había cierta incomodidad en todo aquello, pues, se sentía que de alguna manera no le pertenecía nada de eso. Obviamente, las pruebas estaban ahí para demostrarle que todo era cierto, que nuestro padre era el hijo de ese anciano que fue quien crio a Cristian, pero David se obstinó en hacerme las cosas difíciles haciendo que la verdad innegable saliera a la luz.―Si nuestro padre hubiese querido todo esto no se hubiese ido ―me dijo David una tarde cuando estábamos tratando de hacerle entender que no había motivo para sentirse culpable de nada.La argumentación de David era bastante acertada. Era una cuestión que incluso yo misma había te
La vencidaLa reunión terminó con Cristian pronunciando en forma de un discurso escueto todo el odio y el desprecio que siempre había sentido por la rubia grosera que se encontraba sentada frente a nosotros. Para ese momento los abogados se habían retirado de la sala y la conversación se había convertido en algo más personal y del alma que cualquier otra cosa. No era como si esperase mucho de esa reunión, pero ahora que se daba la oportunidad de esclarecer varias cuestiones, Cristian aprovechó para dejar en claro que no estaba dispuesto a dejar que las cosas quedasen impunes como si nada.―No pienses que podrán salvarse de sus faltas, así como si nada.―Cristian por favor.―No Rebeca, no me vengas con tus quejumbrosas excusas… lo que tú hiciste no tiene nombre, no tienes manera de excusarte por lo que nos hiciste.―Escúchame por favor ―volvió a suplicarle la rubia con el rostro desfigurado por una mueca de dolor y notoriamente alterada e incluso a punto de romper a llorar cuando la e
Las verdades de un planLa cara de Rebeca se terminó de caer cuando escuchó como yo le coloqué en claro mucho de aquello que ella buscó manipular con su enrevesado palabrerío. Ella buscaba congraciarse de cierta manera sin prestar mayor atención al mal que había ocasionado, como si los efectos y la consecuencia de su maldad no tuviesen un daño realmente perdurable en el tiempo. Como si una disculpa hipócrita y falsaria pudiese bastar para recomponer todo el daño que ella en complicidad con aquel abogado había tramado para hacer un destrozo en la vida de Cristian y mía.Ella no tuvo más opción que retirarse junto a sus abogados, negando con vehemencia el hecho de mantener cualquier relación con Martins cuando Cristian le interrogó sobre el paradero de su cómplice, afirmando que entre ellos se había roto esa relación de amenazas con las que supuestamente él la mantenía sometida a ella. Por un segundo me sentí verdaderamente tentada a prestar oído a esas excusas de parte de ella. Consi
Por otro carrilA regañadientes, Cristian terminó aceptando que Arthur le acompañase al igual que Raúl, quien había estado ocupado en la mañana para la reunión con Rebeca, pero que para la reunión con Martins había hecho hasta lo imposible para poder estar presente.Para no quedarse con la preocupación, Cristian designó a uno de los chicos de seguridad que Arthur consideraba como su sucesor, para que me acompañase a la casa de Ana a buscar a David.Mi hermano llevaba ya un par de días en la casa de mi amiga huyendo a los vericuetos de esa vida enrevesada que se estaba viviendo en la mansión los últimos días a causa de las cuestiones judiciales que buscaban dar punto final al asunto con aquellos sujetos. David aún tenían en sí mismo la situación de aquellas acusaciones de parte de Owen, a quien Raúl como un buen defensor le haya aplicado una contrademanda después de que mi hermano me confesase la verdad de los hechos. Con el poderío que ahora teníamos iniciaríamos una ofensiva para da
Una despedida―Cálmate, por favor ―Por arte de magia, mis palabras terminaron siendo desoídas como si el viento las desapareciere delante de la locura desatada de esa mujer. No parecía existir manera de que ella prestase atención a nada de lo que yo pudiese decirle. Definitivamente, estábamos en un impasse en todo el sentido de la expresión. Ella concentrada por completo en sus planes, mientras que yo solo podía pensar en una sola cuestión―: ¿Dime donde están todos?Rebeca no prestó atención a mi pregunta, sino que se quedó inspeccionando el estado de Job, quien aún languidecía sobre el suelo tumbado boca abajo luego de que la parte posterior de su cabeza fuese golpeada por el metal de aquella pistola que ella sostenía con nervioso gesto. Ante su falta de respuesta y aunque temía remover su violenta disponibilidad, volví a plantearle la pregunta:― ¿Dónde están?Esta vez la pregunta la pronuncié en un tono de voz mucho más alto para que se pudiese escuchar en todas las demás habitaci
Fuera de planesAna se quedó muda, congelada y sin poder decir nada más. Ella estaba completamente desconcertada por el asunto y no parecía segura de nada. No era para menos, pues la pobre acababa de sufrir lo que debía ser una inhumana jornada de acoso psicológico por una verdadera psicópata que se movía simplemente por el deseo inhumano que ella confundía con amor. Rebeca tenía esa sensación en la que se le entremezclaban el odio, la rabia y la ambición dándole ese combustible que le había empujado a ese cambio tan radical para dejar de ser una chica de oficina bien arreglada y con ademanes de mucho estilo, pero terminar convirtiéndose en una vil homicida capaz de empuñar una pistola en su mano.― ¿Tú crees de verdad que después de hacer todo esto podrás estar cerca de Cristian? ―le dije sin prestarle mucha atención al arma que me apuntaba. De cierta manera sentía la convicción de que aún no me iba a disparar―… si antes de todo esto, Cristian no quería ni siquiera verte, ¿Cómo pien
Un héroe inesperadoEthan se acercó a donde yo estaba. Yo lloraba para ese punto y solo pude mover mi cabeza de forma afirmativa cuando él me preguntó si estaba bien. Ethan entonces sonrió y miró a los lados antes de llevarse la mano a la parte derecha de su abdomen, donde su camisa oscura se había comenzado a manchar. Apenas tuve tiempo de darme cuenta de lo que estaba pasando cuando Ethan se desplomó justo al lado de Rebeca.Luego de que los vecinos del lugar llamasen a la policía, desesperados, por la cantidad de disparos que se escucharon en el interior de aquel lugar, después de que se esclarecieran las causas y las responsabilidades y de que todos, incluida Rebeca, terminásemos en el hospital para recibir atención, me tocó explicarle a Cristian lo acontecido mientras este me miraba con cara de no comprender nada, como si le estuviese hablando en un idioma que para él era completamente desconocido.― ¡¿Pero qué demonios paso con Job?! ―se molestaba Cristian indagando mientras me