Capítulo 68.
Lina.

Mi cuerpo jamás había dolido tanto como cuando me quité la ropa frente al espejo. Las magulladuras en mi rostro no eran nada comparadas con lo que vi al retirar mi camisa.

Los moretones se extendían por mi torso, formando un mosaico de colores rojo, oscuros y dolorosos. Cada respiración era un recordatorio punzante de los golpes recibidos. Mis costillas protestaban con cada movimiento, y un corte levemente profundo en mi costado aún sangraba lentamente.

Me apoyé en el lavabo, dejando que el frío del mármol me diera un poco de alivio. Cerré los ojos por un momento, tratando de bloquear el dolor y la imagen de mi cuerpo maltratado. Pero no podía ignorarlo.

Masajeé mi barbilla con cuidado.

Temí que me hubiese fracturado la mandíbula cuando el dolor en esa zona lo indicaba, pero luego de una revisión exhaustiva de parte de Gálata, me quitó el peso al decir que no.

Aunque de solo recordar que algún idiota se le ocurrió llamar justo cuando tenía el gel anestésico en las
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