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Pasar por un café antes de comenzar el día era más agotador cuando el sitio se encontraba tan abarrotado. Los clientes no faltaban en una cafetería frente a la agencia, donde hombres y mujeres apenas tenían tiempo para más que eso.Aunque no era lo mejor del mundo para Helena, sí tenía un gran interés en quitarse el dolor de cabeza por haber vuelto tarde y enviar la actualización a quien la relevaría esas horas.Faltaban cinco antes que ella y la hora estaba llegando. Debía estar a tiempo para poder subir al helicóptero con Brease y Walls. Mirando su reloj de nuevo golpeaba brazo envuelto con la campera de cuero marrón que vestía. Aunque de repente un vaso con café le fue puesto frente a ella. —Me sobra uno, ¿lo quieres? —la sonrisa extensa que mostraba la perfecta dentadura fue lo primero que vio. El hombre de camisa azul siguió con la mano extendida. —No lo creo. Me gusta sin…—Los pedí sin azúcar y un poco cargado —excusó Mateo. —Me gusta así. —Llevó prisa, así que dámelo —Hele
Recuperar su energía y poder dar dos pasos sin sentir que necesitaba sostenerse de algo era una completa tortura para el Mayor. La cabeza le daba vueltas como si estuviera en un carrusel interminable. Estaba acostumbrado a una alimentación más rígida y, aunque podía comer lo que le ofrecían, eso no le devolvía ningún nutriente a su cuerpo agotado. Las heridas ya no sangraban y al fin podía darse un baño, pero el frío atroz le calaba hasta los huesos. El sitio, con su rudimentario cuenco de madera para beber agua y dejar caer el líquido cristalino, pero frío sobre su cabeza, lo hizo despreciar aún más ese lugar inhóspito. Cada sorbo era un recordatorio de lo alejado que estaba del mundo. Le recordó su llegada al imperio negro. Días oscuros de invierno en los cuales debía dormir en el exterior, envuelto en una manta raída que apenas lo protegía del viento cortante. Semanas en las que vivía rodeado de los “verdes”, sujetos principiantes que competían ferozmente por un cupo. Pasar desd
Reunir a toda una flota de hombres dispuestos a buscar en cada rincón de la tierra y recorrer el océano entero les llevó horas. Diferentes ciudades. Diferentes grupos, autos, lanchas y lo que pudiera usarse. Incluso las pandillas serían parte de tal búsqueda. Llamados treinta minutos antes para salir en vehículos al punto donde se reunirían, mientras Lina hacía contacto hasta Nueva Rochelle para hablar con Darek, quién apenas iba llegando, luego de haberse encontrado con sujetos que tenían información sobre los canales que Boris usó para entrar un submarino a costas americanas. Llevaba horas buscando sin descanso luego de que Lina le enviara los datos que sacó de quiénes desapareció. Llenó un vaso de licor y lo ingirió de un solo trago, recibiendo el sabor fuerte que le quemó la garganta. Declinó la compañía de una de las mujeres que se acercó, pues el ánimo en ese momento no le daba para eso. Sólo aceptó que le cambiara el vaso, tratando de ser una compañía para él. Observó la fo
Los helicópteros trasladaron a todos hasta el sitio de encuentro que más tenía aspecto de aeropuerto privado, pues la cantidad de aeronaves los dejó perplejos. Los pandilleros se vieron de frente con los hombres que se regían por una sola ley. Mantener a salvo a la familia dueña de esa ciudad. El ángel de la muerte se encontraba junto a un grupo de sujetos, dando las instrucciones que los movieron, yendo a las aeronaves que se escucharon emprender vuelo. —Tenemos seis horas antes de que amanezca. Así que si vamos a hacer esto, debe ser en ese tiempo, al amanecer la búsqueda inicia —se dirigió hacia Darek.—¿Cuántos grupos son? —Los suficientes para triplicar a las agencias aún estando unidas —contestó mirando a su hermana llegando en una de las camionetas que se detuvo frente a ellos. El camuflado oscuro y los botines altos resonaban contra el asfalto mientras aseguraba las fundas en su cintura. Detrás de ella, los monegascos marchaban con la misma determinación, sus miradas fijas
—Creo que te dejé claro que no quiero saber de nada hasta nuevo aviso —Boris siguió de mala gana a Ylsen, quién se veía más blanca que un papel. —¿Qué sucede? Le entregó el Macbook con el mensaje codificado que había llegado. Sus ojos se encendieron al instante. —¿Y quién diablos autorizó su uso? ¡Imbéciles de mierd@! —enardecido lanzó el dispositivo contra el mueble mientras los últimos tres segundos resonaban en su cabeza inevitablemente. El misil alcanzó el submarino enemigo, desatando una explosión controlada que lo destruyó por completo. La ojiva impactó con precisión milimétrica, perforando el casco del submarino antes de detonar. En cuestión de segundos, una bola de fuego se expandió bajo el agua, iluminando las profundidades con un resplandor anaranjado.Desde la sala de la mansión de Boris, Yslen observaba la pantalla. Las cámaras submarinas capturaron el momento exacto en que el submarino se partía en dos, sus restos siendo arrastrados por la corriente. Las burbujas de ai
Lina seguía monitoreando los resultados de la búsqueda de otros grupos, sin dejar la propia de lado, las horas continuaban y ella no desistía de su único objetivo. Horas interminables que la hicieron recorrer isla a isla. La gente de Charly se quedaban en algunas que eran habitadas, preguntando si alguien nuevo había llegado a ese sitio, ya que todos se conocían entre sí y debían estar al tanto de eso. Mateo y Anthony descendieron en una más, yendo directamente a la comunidad, pero la respuesta era la misma. Lanchas más pequeñas y embarcaciones enormes formaban parte de tal búsqueda, terminando un día agotador en el que Lina y los primeros grupos tuvieron que dormir un par de horas, mientras los demás continuaban. Muy temprano revisaba los informes de la agencia, quienes tenían las mismas respuestas. Nadie sabía nada de ningún herido o persona que necesitara ayuda médica. Su día sólo le daba un descanso cuándo debían abastecerse de combustible en alguna embarcación destinada para
Desde el helicóptero, la comunicación se estableció entre el capitán del barco y Marcelo, quien recibió la noticia de Aaron. La noticia de haber encontrado al Mayor se difundió rápidamente de este a oeste. Adrian y Vladimir, que estaban en pleno vuelo, decidieron regresar para reunirse con Valentina, quien los esperaría en uno de los barcos. La noticia también llegó a la mansión Crown, donde Sara, al saber que su hija estaba a salvo, sonrió felizmente.Luisa, Keyla y Sara corrieron a informar a los grupos que estaban por salir, mientras Gálata, que acababa de llegar con Johan, recibía la noticia que alegró su día. Lina había recuperado la vida que parecía habérsele escapado durante todos esos días, y su esposo y su hijo estarían de regreso.Anthony y Mateo, que iban a salir juntos, abandonaron el helicóptero, dejando a Ricort a cargo, y regresaron para ver a su Emperatriz, quien mecía a los mellizos que reían con sus muecas. Por fin, podría tenerlo esa noche con ella también.Cada hel
Las lágrimas se deslizaban por el rostro de la chica que sus amigas trataban de consolar en la choza de Calista. Casi salió corriendo cuándo los vio tan juntos y que confirmara que ella era la mujer de la que hablaba. Ahora toda posibilidad se había esfumado con su llegada. Creyó que tardaría más semanas ahí y que eso daría pie a lo que sus ilusiones querían, pero, ahora nada de eso podría ser. —Eres la única que permitía que se acercara, ¿Crees que ahí no hubo algo? —le dijo una de las chicas que la acompañaban. —También sintió, aunque sea mínimo, algo por tí. No llores más. —Eso no sirve de nada ya —se limpió el rostro y se sostuvo de la mesa—, ella llegó. —Pero puede decidir quedarse a última hora —exclamó la menor de las tres chicas reunidas, además de ella. —Recuerda la leyenda. Después de atravesar la tempestad, él encuentra su alma gemela aquí. Tal vez sea tu leyenda. —No creo que… —Sí. —la tercera chica silenció a la segunda—. Calista dice que las almas gemelas en oc