La semana pasó y casi no vio a Hudson. El muchacho se iba temprano y regresaba cuando ella ya dormí. Sin embargo, era mejor para ella porque no sabía cómo enfrentarlo.―¿No irás hoy al teatro? ―Hazel se paró a su lado mientras caminaban hacia la salida.―No lo creo. Luther no me ha dicho nada.―Qué lástima. ―Hizo una mueca. ―Quería ver al hermoso chico de tatuajes. ―Kerrie sonrió divertida ante el comentario de su amiga. ―Por cierto, ¿aun no te habla Hudson?―Metí la pata Hazel.―Igual no es razón para ignorarte.―Me está evitando. No es que me ignoré por completo. Lo vi esta mañana y me saludó, pero ya iba de salida.―Está molesto entonces. ¿Has intentado disculparte?―No. ―Hazel suspiró.―Ay amiga. Los dos son tal para cual, unos idiotas inmaduros. ―Kerrie le dio un golpe en
Kerrie trató de lucir lo más calmada posible. Cuando besó a Hudson mientras él estaba ebrio, no estaba en sus cabales, evidentemente. Pero el sentimiento, el ambiente todo jugó en su contra y ahora estaba avergonzada. ¿Qué pasaría si él recordaba todo? ¿Y sí se lo echaba en cara? ¿Y si le decía que no le había gustado? Eso le carcomió la cabeza el resto de la noche hasta que se quedó dormida. Claro que le cobró factura porque despertó cuando dieron las doce del mediodía. Se levantó de su cama y corrió hacia el cuarto de Hudson encontrando al muchacho aun medio dormido. No quería molestarlo, así que decidió ir a hacer algo de comida.Casi una media hora más tarde, Hudson bajó las gradas con una cara de pocos amigos. Sin embargo, cuando vio a Kerrie se le iluminó un poco.―Has despertado.―Sí, buen día.―Buenas tardes. ―Entrecerró los ojos al sonreír y luego asintió. ―Claro, es mediodía. ―Se ubicó a su lado sintiendo el aroma a avena. Tenía hambre. Lo raro era que no se sentía mal a pes
Al llegar a tierra firme Kerrie se sintió libre. Debía ser honesta, viajar en avión no era una de las mejores opciones. Había sentido que su estómago se hacía pequeño con cada minuto que pasaba. Aun así, llegó sana y salva a la terminal.Los cuatro se dirigieron a tomar sus maletas. Del transporte a un hotel no tuvieron que preocuparse. Hudson y Luther tenían todo preparado para que los esperara un auto. Era una camioneta negra y Hazel no paró de soltar comentarios sobre lo increíble que era Hudson y que Kerrie era una chica con suerte. Claro que lo hacía solo para molestarla.Una vez dentro, Kerrie se tuvo que sentar al lado de Hudson. No es que se sintiera incómoda, estaba avergonzada. Y cada vez que lo miraba al rostro no podía olvidar el beso que le había robado.―¿Está todo bien? ―Preguntó el muchacho mientras apagaba su celular. La joven asintió despacio. ―¿No tienes hambre?―No. En el avión mi estómago se hizo chiquito. ―Confesó con vergüenza. Hudson la miró extrañado, pero le
Kerrie sentía que su corazón no paraba de latir luego de la ensoñación que había tenido. En su vida había tenido un sueño húmedo. Nunca había experimentado algo como eso. Lo atribuyó a un estado hormonal, pero en verdad no había pasado nada de eso.Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de su celular. Tomó el aparato y en la pantalla salía el nombre de Hazel.―¿Kerrie? ¿Estás en tu cuarto?―Sí, ¿por qué? ¿Sucede algo? ―Hazel soltó una sonrisa nerviosa.―Algo así, ¿en qué habitación estás? ―Kerrie le indicó el número de su cuarto y luego de eso su amiga cortó la llamada. No pasaron muchos minutos cuando tocaron a su puerta. Kerrie se asomó para poder abrirla. Hazel entró al cuarto con una expresión extraña, parecía avergonzada.―¿Qué sucedió? ― Hazel se acomodó en el sofá frente a la cama y luego miró a Hazel quien se encontraba de pie frente a ella.―Ah yo… no sé cómo explicarlo. Incluso puedes pensar que estoy volviéndome hormonal. Por favor, no me llames pervertida.
Kerrie se separó de Hudson quien aun parecía ido por el beso que había recibido. Las mejillas de la joven estaban rojas y sus labios inflamados por el beso, Hudson no podía negar lo sensual que se veía Kerrie en aquel momento. Sin embargo, ella no estaba en sus cinco sentidos. Él iba a levantarse cuando la joven se quitó el suéter blanco que cargaba quedando únicamente con una camiseta blanca que honestamente, nole dejaba nada a la imaginación. Tragó nervioso.―¿Qué-qué estás haciendo?―¿No quieres tenerme? ―Hudson la miró, era como un sueño hecho realidad, sin embargo, había algo extraño. Kerrie nunca diría algo como eso.―¿Quién eres y por qué posees el cuerpo de Kerrie?―¿Posesión? ¿De qué hablas? No estoy poseída ―El chico frunció el entrecejo.―Mientes.―No lo hace. ―Una voz extraña hizo eco en su cabeza. Hudson se levantó aterrado. Al regresar su mirada a Kerrie quien se encontraba dormida y cubierta con las sábanas tal y como la había dejado hace unos instantes. Un sentimiento
No había sido la mejor idea de todas, pero robar la energía sexual de la gente tampoco estaba bien. Además, Kerrie se había sentido ligeramente perturbada con aquellas visiones que había tenido con respecto a Hudson. Se sentía avergonzada y si él se enteraba de eso, se escondería bajo tierra de seguro.―¿Dónde podemos comenzar? ― Preguntó Dante.―De seguro hay un altar o algo parecido en uno de los sótanos o habitaciones de empleados. Debemos separarnos para buscar algún libro extraño con símbolos que no puedan leer. Créanme, será fácil de encontrar. ―Los chicos entendieron las indicaciones. Kerrie comenzó a avanzar hacia las escaleras que llevaban al sótano. Escuchó pasos detrás de ella y no se sorprendió al escuchar pasos de ella.―¿Segura que deberíamos hacer esto? ―La voz de Hudson hizo eco en sus oídos.―¿Sabes por qué los hoteles cierran en ocasiones?―¿Por qué no hay clientes?―Frente a la gente esa es la realidad. Sin embargo, las malas energías causan corrupción, la corrupció
Kerrie observaba atenta a la gente a su alrededor. Se encontraba sentada en la barra cerca de la ventana que daba a la piscina. Debido al clima, no había gente afuera regocijándose de ella. Sin embargo, había gente sentada, trabajadores caminando de aquí para allá, familias almorzando a su alrededor, haciendo bromas sobre quien sabe qué, y por supuesto los fantasmas que los rodeaban, desde un niño con la cabeza lastimada hasta un anciano sentado. Evitó todo contacto con cualquiera de ellos, no quería ser su médium en esos momentos.―Toma. ―Hudson se sentó a su lado y le regaló una barra de chocolate. ―No desayunaste nada y la comida no creo que esté lista. ―La joven sonrió agradecida tomando la golosina. ―Luther ha encontrado otro hotel. Nos iremos después de comer. ―Kerrie asintió agradecida porque siguieran su consejo. Luego de lo que les dijo en la mañana, todos se habían sentido, de cierta forma, asqueados.Kerrie les explicó lo que sabía sobre esos demonios. Muchas de ellas venía
No pudieron avanzar nada. Luego de que la joven comenzara a llorar, la lluvia cayó, lo cual fue más deprimente para ella. Por esa razón, decidieron regresar al hotel. Kerrie se sintió culpable ya que no tenían mucho tiempo para estar ahí. Aun así, Hudson les dijo a sus amigos que lo mejor era volver y reponer energías.Ahora, Kerrie se encontraba en su cama, usando una bata azul del hotel mientras observaba el edredón naranja pastel de su cama.―Toma. ―Hudson le ofreció una taza de té de manzanilla con miel y ella lo tomó agradecida. Luego de darle un sorbo lo dejó sobre la mesa de noche. Alzó la vista y se encontró con la mirada de Hudson. El muchacho no la juzgaba, de hecho, se veía preocupado.―Gracias.―¿Te sientes mejor?―Eso creo. Lo lamento.―No lo hagas. ―Se quedaron en silencio un momento. Luego ella sonrió.―Sabes, aun no puedo creer que seas el mismo Hudson que me acusó de ser una fan acosadora en el teatro. ―Hudson sonrió al igual que ella.―Bueno, solo intentaba estar seg