Mhia Morshell Usaría el ascensor para intentar escapar, a estas alturas ya deberían haber contactado a mis padres suponiendo que esto fuera un secuestro. Este edificio tenía algo peculiar, no había salida de emergencias y era bastante ilógico ¿Pero que edificio no tenia? Así que tenía dos hipótesis en mente, este piso había sido reformado o había sido construido para esto. El sedante había perdido su efecto por completo, el dolor en mi pierna lo sentía con más intensidad pero no era lo suficientemente fuerte para desmayarme. Lo único que tenía como arma era el palo con ruedas, no era mucho pero me serviría para algo, me encamino a las puertas del elevador cuando estas se abren revelando a una mujer de piernas largas, enfundada en un vestido rojo sangre, con unos tacones de infarto. — Te tomaste tu tiempo — su voz era fría, monótona como si el estar aquí fuera algo tedioso, era increíblemente rubia y sentí algo de lastima por su pelo, debía estar ahogado en agua oxigenada. No habí
Jace Salvatore Habia despertado en el NY- Presbyterian Hospital, las lesiones habían sido solo superficiales, pero el golpe que habia recibido en la cabeza era algo que les preocupaba a los doctores. No me habían querido decir nada, pregunte por mi hermano y Mhia sin obtener respuesta, siempre decían lo mismo “Los vera más tarde Sr. Salvatore, ahora necesita recuperarse” eran como unos malditos robots. Desde que habia despertado me habían mantenido sedado, pero podía estar completamente drogado y aun así me daría cuenta de algo no iba bien. Hacía más de media hora que los doctores se habían marchado, me tenían hasta los huevos de hacerme exámenes, odiaba los hospitales y la única razón por la que seguía aquí era porque no podía moverme. Con gran dificultad alcanzo el botón para llamar a una enfermera, necesitaba un teléfono y un informe detallado de lo que estaba pasando, transcurren un par de minutos hasta que entra una enfermera. — ¿En que puedo ayudarlo Sr. Salvatore? — me de
Pasado: Jared Salvatore Me encontraba feliz, tenia poder y a una mujer que quería estar conmigo y mi hermano. Para mí eso lo era todo. Habíamos conocido a Ana en un viaje de negocios a Rusia, era una mujer encantadora, pero tenía cierto favoritismo entre Jace y yo lo que me disgustaba a veces, habíamos hablado con ella sobre este tema un par veces y siempre prometía que eso cambiaria. Decidí al final que tal vez solo era cosa mía, en este tipo de relaciones siempre existía el miedo de que alguien tuviera favoritismo, así que para aligerar un poco el ambiente nos iríamos el fin de semana a california. Me gustaba lo que teníamos, era sencillo y rutinario, el único drama que había era cuando pedía dormir con ambos o cuando quería más obsequios. Jace estaba en una conferencia de negocios, si cerraba el trato podríamos disfrutar plenamente de estas pequeñas vacaciones, por mi parte había culminado con las llamadas y las firmas del día de hoy. Mi teléfono suena con una notificación, cuan
Mhia Morshell El auto era uno de los más veloces que había conducido, me habían llevado a un edificio abandonado suponía que lo habían reconstruido, pero estaba segura de que no había sido para mí, el GPS no daba la ubicación exacta, pero era un lugar muy apartado de la ciudad. Cuando encendí la radio todas las emisoras estaban a tope con el accidente de los hermanos Salvatore y mi secuestro, de esa manera fue que supe donde se encontraban, después de ver que se encontraban bien estaba segura de que tendría que mudarme de nuevo, era noticia nacional, si es que ya no era mundial. Leo ya debería estar al tanto de todo y conociendo mi ubicación exacta y con quienes había estado era seguro de que vendría por mí, el era de esos celosos que perdían la cabeza. No quería huir, créanme que no, pero no tenía la fuerza para enfrentarme a él, pude a ver volado un edificio entero con personas adentro, pero cuando se trataba de él me sentía débil y volvía hacer esa niña de dieciséis años aterrad
Mhia Morshell Estaba de camino al departamento de Jace, seria breve, le diría lo necesario a mis padres y me iría. No quería que supieran por lo que había pasado los últimos años, fue duro verlos a la cara y mentirles sobre lo que había pasado, aunque era consciente de que algún día tendrían que saberlo. El recorrido se hace corto tras estar sumida en mis pensamientos, no me preocupaba ni un poco lo que sucedería cuando encontraran el cuerpo inerte de Jacod, tenía los recursos para salir ilesa si llegaban a mí. Entro al estacionamiento y aparco, cuando reparo en mi aspecto me doy cuenta de que estaba llena de sangre, necesitaba una ducha y ropa limpia, la bata de hospital estaba en un estado deplorable. Ignoro olímpicamente a las pocas personas que estaban en el estacionamiento, espero que llegue el elevador y entro en el, por lo que sabía Jace y Jared vivian en el último piso y este edificio era casi un rasca cielo ¿Qué tenían estos hombres con los edificios altos? El elevador no
Mhia Morshell Salí sola de la casa de Jace y Jared, me subí al auto y arranque hacia el aeropuerto, papá había mandado a preparar un jet que me llevaría a Italia, estando una vez allá comenzaría a idear el plan que acabaría con el alcalde Milano y su maldito bastardo. Esto no sería tan sencillo como matar a Jacod, ese hombre tenía poder y si no me cuidaba todo podría terminar muy mal. ¿Cómo se mataban a dos persona que eran reconocidas en toda Nueva Zelanda? Fácil, utilizando un buen motivo, sobraban personas que los querían ver muertos y yo tan solo tenía que buscar una muy buena razón para no salir en el radar cuando comenzaran las investigaciones. La casa en la que me quedaría era de papá, tenía todo lo que necesitaba, el me conocía lo suficiente como para saber que después de que el medicamento este totalmente fuera de mi cuerpo llevaría a cabo un homicidio. Dos, en este caso. Tal vez muchas personas vean esto como un acto irracional, pero con personas como ellos no se podían
Mhia Morshell: Cena de navidad, parte 1. Solo habían pasado tres días desde que me fui de Nueva York, me sentía casi como antes de comenzar con los medicamentos, pero en ocasiones me daban bajones en la soledad de mi casa. Estaba acostumbrada a estar sola, pero ahora mismo solo anhelaba la presencia de Jace y Jared, solo que tenía que aguantar un par de horas para poder verlos. No se me daba bien la cocina, el tiempo que estuve en Nueva York viví a base de comida a domicilio, pero Jared me dejo muy en claro — me amenazo mejor dicho — que si pedía comida a domicilio para la cena de esta noche, me mataría. Así que aquí estaba, en el supermercado comprando la gran lista de cosas que me pidió, no había salido mucho estos días, solo a correr y a entrenar. Leo no había dado señales y comenzaba a cuestionarme si vendría por mí, por una vez esperaba que su obsesión por mi fuera tan grande e hiciera exactamente lo que yo pensaba. Había estado pensando con sumo cuidado como acercarme a él s
Mhia Morshell: Cena de navidad, parte 2. Odiaba las compras, mi madre siempre me obligaba a ir con ella y decía escoge lo que te guste, pero al final lo que elegía no le gustaba y terminaba comprando ropa que a ella si le gustaba. Pero aceptaba que ir de compras con Jace y Jared estaba siendo muy divertido, habíamos ido al Castel Romano Desinger Outlet, una galería comercial que se encontraba al aire libre en la que había un montón de tiendas exclusivas. Íbamos por la octava tienda y ya había perdido la cuenta de todos los vestidos que me había probado y modelado para ellos. — ¡Mhia! Sal queremos verte — grita Jared, me había gustado un vestido color amarillo que me llegaba por las rodillas, la falda era de tul y la parte de arriba estaba llena de pequeñas flores. En cuanto salgo ambos hombres se me quedan viendo con la boca abierta. — Estas hermosa — suelto una risa nerviosa negando con la cabeza. — Eso dijeron con los otros cien vestidos. — Preciosa, todos esos vestidos fuero