Capítulo 9
— Señorita Carina, por favor, suba al auto. No se puede estacionar aquí, si viene la policía de tránsito tendremos problemas — dijo Emilio cortésmente, pero con un tono que no admitía ningún tipo de negativas, dejando claro que ella debía subir al automóvil.

Carina se sentó en el interior, manteniendo una distancia clara entre ella y Nicolás. El auto avanzaba lento por la amplia carretera, con un silencio tan profundo en el interior que hasta se podría oír caer un alfiler.

Carina miró de reojo a Nicolás. Su figura imponente estaba envuelta en un juego de luces y sombras, sus ojos profundos y sombríos miraban por la ventana, imposible saber en qué pensaba.

Al pasar por una farmacia abierta las 24 horas, Nicolás habló de repente con un tono indiferente:

— Detente en la acera.

El conductor frenó cerca de la acera. Nicolás bajó primero, luego rodeó el auto y abrió la puerta con cuidado del lado de Carina.

— Bájate de inmediato — le ordenó.

Carina, confundida, obedeció y lo siguió dentro de
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