— ¡Mamá, mamá! ¿Qué te pasa? No me asustes de esta manera — exclamó Ferguson, abrazando a Fabiola con pánico. Gritó asustada hacia la puerta: — ¡Lucía, llama una ambulancia rápido!

Fabiola yacía inmóvil en la ambulancia, como si estuviera muerta. Ferguson y Lucía, aterrorizados, la siguieron apresuradamente hasta el hospital.

Cuando Fabiola fue llevada a urgencias, Lucía, al no ver al director del hospital, comenzó a gritar aterrorizada:

— ¿Dónde está el director? ¡Mi madre está inconsciente y el director aún no ha aparecido!

— El director tiene tres cirugías programadas hoy, no tiene tiempo para venir a urgencias — respondió Martina, que casualmente estaba en el área de urgencias para una consulta. No pudo evitar burlarse al ver a los Lombardi.

— ¿Qué cirugía es más importante que mi madre? ¡Llamen al director de inmediato! Si algo le pasa a mi madre, ¡no los perdonaré! — gritó furiosa Lucía, señalando con el dedo a Martina. Mimada desde pequeña, siempre se había sentido superior a lo