Emily.
Un largo desayuno se gestaba en mi casa, era muy temprano, había despertado con anticipación porque necesitaba llegar lo más pronto posible a la oficina, por lo tanto, aquí estaba sentada en la mesa, con mamá y papá, observándome, y queriéndome llenar de preguntas.
Se les notaba la incomodidad, ahora mismo no estaba Andrés presente y quizás para ellos era el momento adecuado para obtener información de lo que había pasado.
—Cariño —pronuncia mi madre dejando su taza de café en la mesa tratando de acoplarse conmigo.
Pero decido acortar la situación y esperar otro momento para esto.
—Mamá… prometo que sabrán todo en detalles. Ahora mismo debo irme, necesito llegar a la oficina con anticipación, ustedes saben que mi ausencia y mi encierro este
Emily.Al cabo de una hora estaba lista para salir, Mad estaba compungida por mi salida, pero ella no podía hacer nada para ayudarme en este momento. Entonces luego de que recogimos las cajas llegamos al ascensor.—Cuando salga de la oficina iré a tu casa… necesitamos hablar —dice Mad, entregando algunas cajas al hombre que me ayudará a llevar las cosas al auto.—Está bien…—¿Emi?Alzo mi rostro para encararla y ella me asoma una media sonrisa entristecida.—Hay cosas que no entendemos en el momento, pero te aseguro que no durará mucho…—Eso espero, Mad.Las puertas del ascensor se cierran, mientras que voy despidiéndome de todo el lugar en mi mente. Las lágrimas caen de forma deliberada por mi rostro, y unos sollozos salen sin poder reprimirlos.Me siento tan derrotada&
Emily.No me doy cuenta de la presencia de Bruno hasta que siento que sus brazos me envuelven para ser consolada. Pero yo no merezco eso, ¿no es verdad?—Ven, ¿debes ir al trabajo no es así? —dice este, tratando de controlar mi llanto secando las lágrimas con sus pulgares, teniendo cuidado con mi mejilla.—Iré a casa —es lo único que logro articular. No quiero decirle nada, no quiero la lástima de nadie y menos quiero hablar del asunto de mi trabajo.—Te llevaré entonces.Vuelvo a negar lentamente.—Debes ir con tu hermano Bruno, él te necesita, está muy enojado. ¡Por favor! Yo iré despacio, te enviaré un mensaje en cuanto llegue, te lo prometo.Él asiente y sin decir una palabra más, me acompaña al auto cerrando la puerta del copiloto luego
“No es necesario mostrar bellezas a los ciegos, ni decir verdades a los sordos… Basta con no mentir al que te escucha, ni decepcionar al que confío en ti. Las palabras conquistan temporalmente, pero los hechos… esos si nos ganan o nos pierden para siempre” anónimo.Emily.He ido a tantos lugares, que ya no recuerdo exactamente cuántas hojas de vida he entregado. Por primera vez en mucho tiempo he caminado sin ningún rumbo, y en cierta parte, se siente… Extraño.Así que finalmente decido por tirar las carpetas que me quedan en el asiento del copiloto y darme por vencida en el día de hoy.Mad imprimió veinte currículos para mí, y sí, es muy exagerado.Aún no me lo puedo creer.Cuando entré ya en última estancia a varios sitios de periodismo, solo
Emily.Salgo del lugar con los sollozos en pleno apogeo, Olivia hace un ademán para que me detenga, pero ahora mismo debo salir de aquí.Justo cuando voy en la puerta choco duramente con alguien y unas bolsas se esparcen por el suelo haciéndome trastabillar. Mi mirada, aunque nublada, puede reconocer a Bruno y Aroa frente a mí con la quijada abierta.—¡Emi! —Chilla Aroa yendo rápidamente a mi lugar—. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así?Niego varias veces, no puedo quedarme aquí, no con ellos.Abro un espacio entre los dos y salgo en definitiva de la casa. Abro el auto rápidamente y así como llegué arrancó sonando las llantas de una manera escandalosa.Lloro todo lo que puedo, lloro todo lo que necesito, porque estoy convencida de que de ahora en adelante no quiero hacerlo
Emily.—¡Buenas tardes! —me anuncio en la entrada, unas ganas de llorar apremiantes me invaden, todo es tan… grande, tan perfecto aquí.No es un edificio, es una casona al estilo Cambridge enorme, su construcción es antigua, pero está en perfectas condiciones, más bien podría decir que tiene detalles de lujo y todo es blanco con muros de color ocre. Sus persianas van desde el suelo hasta el techo haciendo innecesario una iluminación eléctrica, aunque creo que de noche esto debe verse impresionante.Todas las áreas de la planta están divididas por vidrios opacos, haciendo que el salón se vea amplio y espacioso. Lo único diferente es una especie de mesanina improvisada al final del salón, donde se refleja una oficina más estructurada de las demás.¿Cuántas oficinas
Alex.—¿Vienes a pedirme permiso para ir algún lado? —pregunto levantándome de la silla, tratando de adivinar la situación.—¿Qué? ¡No! ¿Por qué piensas eso? —Sara está realmente rara.—Pues parece como si te hubieses arreglado para ir algún lado.—Ammm, no —ella duda—. Solo son cambios que estoy haciendo. Pero si no te gustan yo puedo venir de otra forma.El trabajo de Sara no es de oficina, de hecho, estamos aquí porque la situación lo ha requerido, ella tramita toda la parte legal y las finanzas de la familia, y no me incomoda verla diferente a lo que acostumbro de ella, solo estoy un poco… sorprendido, de hecho, me extraña en demasía.—Olvídalo, ¿cómo va lo de la demanda? —pregunto ajustando mi chaqueta mientr
Alex.A pesar de la rogativa por parte de Sara, al terminar el trabajo decidí por irme. Concluimos exactamente a las once y media de la noche. Sara no había dejado de sonreír en alguna que otra plática, ella parecía otra persona de la que conocí, y definitivamente después de lo que había pasado, rogaba al cielo porque todo esto quedara olvidado.Llegué a mi casa agotado, extenuado del día, y con la mente muy aturdida.El cuerpo me dolía al pensar nuevamente en Emily, a veces me moría de ganas por solo verla, por enviarle un mensaje, por dejarme envolver en las locuras que hacíamos juntos, en cómo nos tocábamos; sin saber que todo esto iba a llevarnos a algo muy diferente.O al menos por mi parte.Suspiré varias veces antes de quedar dormido. Por supuesto teniéndola a ella como &uacut
Emily.La casa estaba vuelta loca, mi hermano cantaba en el baño terminando de alistarse, mientras papá estaba sentado en el sofá de la sala instalado hace una hora ya esperando a que todos decidiéramos salir.En sí, yo estaba lista desde hace unos minutos, pero estaba de pie en el espejo observando en detalle todo, para comprobar si algo hacía falta. Cada vez que movía la mano, esta me temblaba. Estaba aterrada como ningún otro día, tenía más de tres semanas sin ver la cara de Alex, y no sabía muy bien que decir.Quizás estaba hundiéndome en un vaso de agua, quizás él ni siquiera prestaría atención a mi presencia, si algo tenía muy alto Alex, era su orgullo, y sabía que, si no lo hacía desapercibido, lo haría adrede.«No estaré mucho tiempo», me repe