Actualmente en cada dormitorio, grupos de amigos como nosotros elijen sus pinturas para la fiesta Happy New Neón. La cual es toda una locura de máscaras, sexo y alcohol.— ¡Hermana que sí voy a ir en tanga! –replica Jalin.— Te he dicho que no, y ya basta con la cantaleta que me harás confundirme y arruinaré el maquillaje de Lia.Hace dos horas que pelean sin parar. Bueno, unos cinco o seis minutos pero a mí me ha durado por más. A consecuencia, ahora comprendo porqué Orquídea pidió cambio de dormitorio: para controlar a su hermana menor.La fiesta Neón no es en biquinis pero sí se va muy cortos de tela para exhibir los trazos de pinturas sobre los cuerpos. La mayoría de las chicas van en tanga, cosa que quiere Jalin pero la otra gran mayoría va en short, cosa que quiere Quidi.— Te he dicho que no; Jalin, deja de hacerle muecas a Lia.— Quidi yo iré en tanga, deja que Jalin también...— No.— ¡Qué renuente eres!, ya casi preces una vieja...— Me da igual lo que digas, sigo sin dejart
La fiesta no está mal pero me aburro haciéndole compañía a Orquídea Benson.Ella junto con estudiantes de la Molina, habla o coquetea. Jalin se nos escapó hace un rato y me di cuenta pero hice como que no. Ahora solo oigo a la única chica aparte de nosotras que está en el grupo. Sin embargo, el cotilleo no me interesa en absoluto.— Entonces tú eres la novia de Beck Becker— No, ya no –comento por educación aunque el tono cansino es palpable–, hemos roto— Wao que mal...pero ¿también estuviste con Calen Sanders?— Así es.— Como te envidio, joder— Lo sé.Ella ríe porque no esperaba esa respuesta.— Quidi –la llamo por el hombro; ella voltea–, iré a dar una vuelta.— Dale bien. Ten el móvil cerca. Y si ves a mi hermana tráemela aquí por una oreja— Claro...Camino hasta llegar sin previa elección pero a consecuencia de mis pasos, cerca de una piscina. Y al ver la similitud con un estanque limpio, recuerdo que Beck en algún momento me dijo que podría nadar en esta pisciana: porque el m
Tomo sitio al bode de la piscina para mojar mis pies y alejar el recuerdo. Sin embargo, él aparece. Calen. — Ese mini vestido es toda una tentación — Y aún más cuándo no hay absolutamente nada debajo. — ¡¿Cómo?! –se escandaliza. Porque no esperaba esa respuesta. — Andas muy afiladita esta noche; ya me he enterado que el novio la dejó. Pobre...— No molestes, Calen. Vete. — ¿Recuerdas? La última vez que me dijiste "vete", acabaste desando que te follara. Aunque en ese entonces yo no quería romper una relación, tan solo buscaba que se comprendieran algunos aspectos fundamentales de ella.— Que caritativo...pues ya lograste que Beck terminara de nuevo con alguien importante para él. Que sepas que esa envidia que le tienes es una porquería. — ¿Envidia? –bufa– Eso creé él. — Sé todo lo de Mackenzie, lo que me ocultaste y lo que hiciste con KIMKA. — Por favor sé más específica, mira que llevo meses esperando para saber que piensa Becker sobre esos asuntos.— ¿Sabías que me iba a c
André a media pista me toquetea de forma indecente.Y ¡joder! como me gusta; tanto, que el coño me late de ganas porque sea otra parte suya la que irrumpa en mí. Como él lo sabe, no detiene el baile, ni su tacto abandona mi piel.— ¿Dónde está Amber? –cuestiono.Dejo caer mi cráneo en su pecho y el movimiento de caderas no cesa.— Encabronada...–dice a mí oído.Y mantiene la pose en donde con la espalda toco su pectoral.— ¿Por qué?— Por tú causa. Siempre eres tú la que nos separa...— No yo no soy; eres tú que me amas y no puedes ocultarlo...— Va a ser que sí –acepta.Sonrío por ello con suficiencia.Entonces, a la par de muchos, o casi todos, nuestro baile se detiene. Como si una corte militar fuese a desfilar, quedamos fijos en nuestros sitios mientras la pista entera se baña de verde. O mejor dicho, del Duende.Cada pantalla en lo alto le pertenece al momento que, estudiante por estudiante, voltea a un lado pregustando qué rayos está pasando. Al contrario nuestro, los Directivos
Mientras disfruto de un masaje de espalda en compañía de mamá, Paola me habla.— Señorita le ha llegado una invitación...— ¿Una invitación? –pongo en duda.Lo es, y Paola, la asistente de mamá nos lee de qué se trata.La excelentísima Duquesa Elvira Hasting de Mosconi. Invitándome a su gala en honor a la fundación que ella patrocina, esta noche, en su mansión.— ¡Cariño! –se alarma mamá– No me habías dicho que eras la novia de un Duque— No lo soy...— Pero si Paola ha dicho...a ver Paola entrégame esa nota –la pide para leer– «Yo, la excelentísima Duquesa Elvira Hasting de Mosconi, invito a Amelia West, novia de mi queridísimo nieto André Luciano Giancarlo, Duque de los Mosconi, a honrarnos con su presencia esta anoche, en la gala de honor a los treinta y cinco años de creada la fundación que patrocino» ¿Entonces cariño? Ahí –puntea– dice "novia"— Ya hemos roto.Me reservo contarle tanto detalle.— ¿Por qué? –se apena.— Él tiene a alguien más— ¡Pero cariño cómo dejaste que sucedi
Cuando acaba el discurso la que sonríe es Amber.Eso no me gusta y menos tener que ir hasta el mismo balcón de antes. Con la diferencia de que ahora nos acompaña André. Curioso. Viendo a su novia entre interrogantes silenciosas y a mí con recato. En suma, ambos conocemos que previamente la becaria me grabó. En esa fracción de segundos que me dio la espalda, no tonteaba con el móvil; ella ponía a correr la grabadora.Y ahora reproduce por ende el audio que oímos los tres:— « ¿Qué me darías si esta noche me tiro a tu Anlugi?»— « ¿No eres tú la millonaria? –recuerda– ¿Qué quieres?»— «Que lo dejes»— Creo que se deben una charla –expone.Sin embargo, no hay mucho que André y yo nos podamos decir. Más allá de reproches. Por ende; él prefiere ir detrás de Amber una vez ella se retira. No obstante, camino para jalarle un codo.— ¡Basta, Amelia! ¡Basta! –recalca– No es así –niega–, no de ésta manera...— ¡¿Y cómo carajos, pues?! –chillo al destilar unas lagrimitas de impotencia.André me d
En la enorme sala de la mansión, Beck Becker y yo, Amelia West, bailamos a través del sentimiento que implica el tango: tristezas en cosas del amor. Insatisfacción, y el inevitable deseo sexual que nos ronda pero sin tocarnos.Es por ello que sus labios raspan la curva de mi mentón pero no llega mi boca. Ni luego, cuando entiendo más del baile, mis pies que zigzaguean en derredor de su cuerpo se arriman a sostener sus caderas. Rozan al subir y al bajar, sin más que el aferro de mis manos. Mi cuerpo se deja llevar por él y los gestos de sus manos, sin embargo, mantienen el control propio con que se enarbola. Da giros abruptos que me hacen tocar el suelo y acercarme dolorosamente a él. Me sitúa en diagonal haciendo que fluctúe entre movimientos compañeros de del vaivén que marca la pista y que afianzan nuestras miradas, sin que una escape de la otra. Para enlazarnos en vueltas como pinceladas que arriban a una cargada al final.Luego me devuelve al suelo yendo un poco sofocada.Pienso e
He vuelto al dormitorio de Calen para comprobar que mis plantas no han fallecido.— ¿Ves? –le saco en cara– Podían sobrevivir aquí.— ¿Eso crees? –porfía– Que ingenua, Sirena. Yo las cuidé— ¡¿Tú?! –no le creo y giro para encararlo.— Técnicamente. Pagué a una de las señoras de servicios para que las cuidara hasta que volvieras.— ¿Entonces sabías que iba a volver?— Por supuesto –sonríe. .Le doy un vistazo de resinación.— Bueno, en tal caso, gracias. ¿Ya has desempacado todo? Puedo ayudarte.Me ofrezco; él niega.— No fui a casa –cuenta mientras se tumba en la cama–. No hay nadie allí, por tanto iba a estar aburrido.— Ya entiendo.— ¿Qué tal tu mamá?— Ella está bien...gracias por preguntar.— ¿Le hablaste de mí? –averigua.— ¿No podía?— No me respondas con preguntas.— Sííí –enfatizo también con mis ojos–, claro. Le dije: hay un chico todo engreído que se llama Calen Sanders. Ella me dijo: ¿y qué tal? ¿Te gusta? Y yo le dije: me arrebata...— No soy engreído.— Lo que tú digas..