—¡No es lo mejor para mí! —grité, con las lágrimas corriendo libremente por mi rostro. Sentía un dolor inmenso en el pecho, un vacío que parecía que nunca iba a llenarse—. Quiero tener una relación con Ethan.—Arruinaste las cosas, Ariana —dijo Silvia, con la voz dura y sin rastro de compasión. Sus palabras me golpearon como una bofetada—. Si no hubieses sido tan impulsiva, si no le hubieses entregado el teléfono a Yu-jin, todo hubiese sido diferente. Tendría margen de maniobra, tendría cómo atacar, cómo negociar. Pero fuiste tú quien rompió las cláusulas que tu madre y yo creamos con tanto cuidado. ¿Cómo se supone que voy a reparar esto ahora? Yu-jin tiene todas las de ganar.—Nunca me dijiste que no me enamorara —respondí, con la voz entrecortada por el llanto. La miré a los ojos, buscando una pizca de comprensión, pero solo encontré frialdad.—Vas a cumplir treinta años, Ariana —dijo Silvia, con un tono de voz que me hizo sentir como una niña pequeña—. ¿Cómo no tienes claro esto? ¿
Asentí con la cabeza, sintiendo el peso de la resignación sobre mis hombros. No tenía fuerzas para seguir discutiendo. Sabía que Silvia estaba decidida a llevar esto a cabo, y que no iba a ceder. El olor a ambientador de limón en el coche, que antes me resultaba familiar, ahora me producía náuseas. El cinturón de seguridad se sentía como una atadura, aprisionándome en una realidad que no quería aceptar.—Antes de irme a casa, quiero saber cuándo puedo volver a ver a Ethan, Silvia —le dije, con la voz temblorosa y la mirada fija en sus ojos. Necesitaba aferrarme a algo, a una mínima esperanza.—No puedes, Ariana —respondió Silvia, con un tono de voz firme, pero con una leve suavidad que no había notado antes. Suspiró profundamente y se pasó una mano por el pelo, denotando cansancio.—Por favor, quiero verlo —insistí, sintiendo las lágrimas picando en mis ojos. El olor a cuero del coche se intensificó, mezclándose con el aroma de su perfume, una fragancia floral que siempre me había par
Subí las escaleras hasta mi habitación y cerré la puerta tras de mí. Me dejé caer en la cama, exhausta física y emocionalmente. El suave tacto de las sábanas no lograba reconfortarme. Saqué el nuevo teléfono de mi bolso y lo encendí. Busqué entre mis contactos hasta encontrar el número de Ethan. Ahí estaba, guardado bajo su nombre, un simple número que representaba todo mi mundo. Lo miré fijamente durante unos segundos, con el corazón latiendo con fuerza. «Tengo que hablar con él», pensé. «Tengo que decirle que lo amo».Abrí la aplicación de mensajes y comencé a escribir un mensaje. Borré y volví a escribir varias veces, incapaz de encontrar las palabras correctas. «¿Qué le digo? Ni siquiera sé si le obligaron a cambiar de número», me pregunté, con la mente hecha un lío. «¿Cómo le explico todo esto? ¿Cómo le digo que me obligaron a alejarme de él?». Las palabras de Silvia resonaban en mi cabeza: “No te comuniques con Ethan sin decirme nada”. Y luego las de Yu-jin: “Es lo mejor para to
Me crucé de brazos, intentando controlar el temblor de mis manos. La rabia y la frustración se mezclaban en mi interior, creando un cóctel explosivo. Sentía la mirada de Yu-jin clavada en mí, pero me negaba a bajar la vista.—Eso no es cierto —replicó Yu-jin, con un tono de voz que intentaba ser condescendiente, pero que solo lograba irritarme más—. Ella se dejó llevar por la fantasía. Por la idea de estar con una estrella de K-Pop.—¡No la conoces! —exclamé, dando un paso adelante. Estaba a punto de perder el control—. Ella es mucho más que eso. Es… es… —Busqué las palabras correctas, pero la emoción me embargaba—. Es la persona más increíble que he conocido en mi vida.—Y por eso mismo tienes que dejarla ir —dijo Yu-jin, con un suspiro cansado—. Por su propio bien. Y por el bien de Chromatic.—¿Por qué no entiendes que no puedo? —murmuré, con la voz quebrada. Sentí las lágrimas picando en mis ojos, pero me negué a dejarlas caer. No iba a mostrarle debilidad a Yu-jin—. No la quiero d
—Yo decidí que se fuera —dijo finalmente, con la voz baja y grave—. Yo tomé esa decisión. Y también voy a encontrar la forma de deshacer ese contrato… Yo encontraré la forma de protegerlos a ambos, a ti, a ella y a Chromatic, pero necesito que me dejes encargarme de esto. No empeores las cosas, Ethan. Confía en mí… una vez más.«¿Confiar en él?», pensé, con amargura. La idea me resultaba casi absurda después de todo lo que había pasado. Pero al mismo tiempo, una pequeña voz dentro de mí, una voz desesperada por aferrarse a cualquier esperanza, me decía que no tenía otra opción.—Si me mientes… —dije, con la voz temblando de rabia contenida, pero con una firmeza que me sorprendió a mí mismo—. Si le haces daño a Ariana… te juro que te arrepentirás.Yu-jin suspiró profundamente, cerrando los ojos por un instante. Cuando los volvió a abrir, su mirada ya no era fría ni distante, sino una mezcla de cansancio y una profunda preocupación.—Ya me estoy arrepintiendo —dijo, con la voz ronca, ca
Una vez que todos los demás miembros de Chromatic se dispersaron hacia sus respectivas habitaciones, el silencio en el pasillo resonó con un eco hueco. La tensión que se había acumulado durante la premiación y la tensa conversación con Yu-jin parecía haberse disipado en el aire, dejando tras de sí una atmósfera pesada y cargada de incertidumbre. Jae-hyun y yo compartíamos habitación, así que entramos juntos, sin dirigirnos la palabra. El silencio entre nosotros era diferente al del pasillo; este era un silencio de comprensión tácita, de respeto por el dolor que ambos sabíamos que estaba sintiendo.Encendí la tenue luz de la lámpara de noche, evitando la luz principal que iluminaría toda la habitación. Jae-hyun cerró la puerta tras nosotros y se giró para mirarme. Su rostro reflejaba preocupación y una profunda tristeza. Sin decir nada, palmeó la orilla de su cama, invitándome a sentarme a su lado. El gesto, simple y silencioso, me conmovió más que cualquier palabra. Me senté junto a é
(PARK ETHAN)Dejar Tokio fue una tortura, sintiendo como si me arrancaran una parte de mí. Los recuerdos de Ariana —su sonrisa, sus ojos, su tacto, su risa— me asediaban. El viaje a Corea fue borroso, marcado por la angustia y la necesidad de contactarla, solo para encontrar silencio. De vuelta a la rutina, me movía como un autómata, atrapado en esos recuerdos, mientras intentaba mantener la compostura. Los esfuerzos de Jae-hyun por animarme eran inútiles, y las burlas de Ha-neul solo exacerbaban mi dolor. Yu-jin me evitaba, juzgándome con la mirada. Los días se convirtieron en semanas, luego en meses, y aunque el recuerdo de Ariana persistía, comenzó a desvanecerse, transformando el dolor agudo en una melancolía constante. Dejarla fue lo más difícil que he hecho, sintiendo una pérdida irreparable. Sin embargo, debía seguir adelante por mí, por Chromatic y por quienes dependían de mí, aferrándome a una tenue esperanza.Ahora, el vuelo a Tailandia desde Tokio se sintió como una extensi
—Ya basta, los dos —dijo, con un tono de voz cansado, pero con una firmeza que nos obligó a callar—. Tengo algo importante que decirles.Nos miró a todos con una expresión seria, su mirada recorriendo cada uno de nuestros rostros.—Voy a lanzar el comunicado oficial —anunció, con la voz grave y un tono que no admitía réplica—. La relación entre Ethan y Ariana ha terminado por mutuo acuerdo.Sentí un vacío helado en el estómago. El aire se me hizo denso, difícil de respirar. La imagen de Ariana, con su rostro triste y sus ojos llenos de lágrimas, volvió a mi mente, torturándome. «¿Por mutuo acuerdo?», pensé con amargura. «¿De verdad así lo van a presentar?».Justo en ese momento, el teléfono de Yu-jin sonó. Lo sacó del bolsillo con un movimiento brusco y contestó la llamada con el ceño fruncido.—¿Qué pasa? —preguntó, con un tono de voz impaciente. Escuchó durante unos segundos, con la expresión cada vez más tensa. De repente, su rostro se puso rojo de furia—. ¡¿Qué?! —exclamó, con la