Lo que traía Annethe en las manos eran unas llaves, me pareció extraño, bajé la ventanilla cuando ella se acercó más y esperé unos segundos a que ella me explicara de que se trataba todo.
—Crys, parece que tienes problemas —me dice en tono de preocupación— mi casa no está tan lejos, ¿quieres entrar un momento? Puedes llamar a tu madre si gustas, te prestaría mi celular pero no lo he traído conmigo.
Guardé silencio unos segundos, todo lo que me estaba pasando era extraño en cierta forma, pero no tenía más opciones, por lo que con una sonrisa falsa y casi a regañadientes, terminé asintiendo con la cabeza.
—Bien.
Aquel grito nunca se me olvidaría, todo había sido mi culpa, a pesar de lo que me dijeran yo sabía que todo caía sobre mis hombros, veo a Bastian caminando hacia mí, trayéndome una taza de café caliente, desde que regresamos a mi casa y después de hablar con algunas autoridades, ha estado cerca de mí en todo momento, él y Milan han estado molestos conmigo todo el día, y los entiendo pero de alguna manera tenía que responsabilizarme por mis actos.— ¿Sigues molesto conmigo? —le pregunto al tiempo que le doy un sorbo a mi café.—Claro que sí, lo que hiciste fue una terrible estupidez —responde Bastian mirándome fijamente.— ¿Y qué que
La noche había caído como un manto bendito sobre algo celestial, Crys no estaba en su cama durmiendo como debería, Annethe se había hecho la dormida y había fingido no escucharla cuando salió de su habitación después de recibir aquel mensaje, en cuanto se fue, ella se puso de pie, con pasos sigilosos se dirigió hasta donde estaba su celular y comenzó a leer aquel mensaje que le había llegado, se trataba de Bastian, su Bastian, sintió una enorme furia pero poco a poco se comenzó a tranquilizar, no podía darse el lujo de entrar en pánico o de echar todo a perder, hasta ahora las cosas iban marchando a la perfección, todo su plan estaba viento en popa. Ya se había metido en su familia, se había ganado a la madre de Bastian, ahora con lo que ella misma provocó, estaba en la casa de Crys, la persona que má
Afuera el viento soplaba como si quisiera cantar, no hacía realmente mucho frío aunque sí era una noche algo fresca para mi gusto, Bastian estaba sentado al final del árbol de cerezos, en la banca que estaba cerca del río, ya no parecía tan molesto pero su mirada me daba cosquillas en el estómago, no dejaba de observar ninguno de mis movimientos, cosa que me pareció de lo más sexy del mundo. En cuanto llegué apartó la mirada de mí y la dirigió al lago, tomé asiento a su lado y ambos guardamos silencio unos cuantos segundos hasta que decidió romper el hielo.—Gracias por venir de noche, necesitaba hablar urgentemente contigo —me dice con voz ronca.Cuando me dijo eso, un miedo inmenso se apoderó de mí, &iques
No me molestaba que usara mi ropa, pero sí que mi madre entrara a mi habitación sin permiso y ni siquiera que tuviera la decencia de despertarme, pero me callé y comí lo que pude, Annethe mandaba mensajes con su celular, sentada a un costado de mi cama, cuando terminé arreglé mi cama y tomé una muda de ropa que consistía en unos shorts cortos color negro, una blusa de tirantes color blanca, una sudadera rosa y unas botas de invierno calientes color rosa.—Enseguida vuelvo, siéntete cómoda —le aviso al tiempo que salgo de mi habitación.Estaba tan adentrada en mis pensamientos que había olvidado llamar a la puerta y al entrar al baño me encontré con Milan desnudo, cuando me vio se tapó parte del cuerpo con una toalla.
Observé como Bastian se dirigía sin ser visto a uno de los vestidores del fondo, yo le pedí ayuda a una señorita que estaba por ese lugar y le pedí que me mostrara aquel vestido en mi talla, cuando me lo dio me dirigí al mismo vestidor y me encontré con Bastian esperándome, sentado en una de las bancas largas de aquel sitio, en cuanto me vio cerré la puerta y él se dio la vuelta, comencé a desvestirme y me coloqué aquel vestido sin ropa interior, era muy corto, con un escote de muerte y como estaba muy dotada de mi pecho, hacía que me viera más sexy.—Ya puedes voltear —le sugiero a Bastian.Cuando Bastian volteó a verme, un brillo que significaba lujuria, se colocó en sus ojos, me observaba de arriba abajo y cuand
La sangre se me va a la cabeza cuando observo como los hermanos Ferrer se acercan a nosotros, de inmediato Bastian me pone detrás de él, y mis amigos esperan a que ellos se acerquen y den el primer paso. Cuando lo hacen, logro ver como Martin me busca con la mirada, cosa que me pone muy nerviosa.—¿Se te perdió algo? —pregunta Bastian con voz hostil.—Solo buscaba a la presidenta del consejo estudiantil —contesta Martin en tono burlón—. Me dijeron que en cuanto llegara a su Universidad buscara a alguno de los presidentes.—Yo soy el presidente del consejo —Chuck le da una última fumada a su cigarrillo y lo apaga en el suelo, da un paso al frente y lo reta con la mirada—. Tienes suerte, yo puedo at
Cuando Bastian dejó ir a Crys con los hermanos Ferrer, una parte de él se sintió tranquila al saber que no estaría sola, Chuck se encargaría de cuidarla de esos dos, pero otra parte de él lo hizo sentirse impotente, entonces recordó que normalmente los presidentes estudiantiles pertenecían a los mejores promedios de la Universidad, y aunque fuera un año mayor que el año que estaba ella cursando, había una vieja regla del plantel, en la que si había alguien con mejor promedio que uno de los presidentes, o si se demostraba que aquel era incompetente para llevar a cabo las obligaciones que conlleva ese cargo, podía alegar la otra parte y quitarle el puesto, por lo que en cuanto la vio entrar en aquella oficina tomó la decisión de ser el nuevo presidente.Salió a toda velocidad y b
Cuando vi a Bastian encima de Martín fue entonces que reaccioné, todo pasó tan rápido que por segundos pensé que tal vez se trataba de alguna especie de sueño, pero al ver mi realidad, mi corazón se aceleró de manera considerable. Bastian estaba como loco.— ¡Creo que te dejé muy claro que no te acercaras a mí chica! —le gritaba Bastian dándole un puñetazo certero en el rostro, lo que provocó que Martín comenzara a sangrar de la boca.— ¡Alguien como tú, no me va a decir que debo o no hacer! —esta vez fue el turno de Martín, que con un movimiento rápido volteó los papeles, ahora era él quien estaba encima de Bastian y lo golpeaba con más saña.