KilianTres semanas habían transcurrido desde su despedida con Kassidy. Si era sincero, no le agradaba ni un poco saber que trabajaba con su amigo, el abogado conquistador «odio las etiquetas», pero sabía que no podía hacer nada al respecto. Al menos hablaban casi a diario y eso mantenía un ambiente de cierta normalidad entre ambos.Todo iba viento en popa con su más reciente adquisición; el personal antiguo se había mantenido en sus posiciones y se mostraba de acuerdo con los cambios y apoyándolos de manera responsable, lo que se traduciría en cifras favorables dentro de poco, si seguían a ese ritmo. A media tarde del viernes siguiente, recibió la llamada que aceleró su corazón. En el hospital le esperaba justo lo que había deseado por tanto tiempo. Candace y Mary ya aguardaban eufóricas su llegada en la sala de espera, porque Anna por fin estaba consciente y él aún seguía sin poder creerlo. Cuando las vio no pudo evitar abrazarlas al sentir que parte de la constante preocupación q
KassidyKassidy lo escuchó con calma hasta altas horas de la noche, sin atreverse a expresar sus verdaderas emociones, porque quién era ella para decir la frases que tenía en la punta de la lengua y hacerle daño con ellas. Era evidente que él estaba sufriendo y no sabía cómo consolarlo sin que se notara falsa si decía que era terrible que Anna no deseara hacer lo que él quería, cuando en realidad se sentía eufórica, pensando que la modelo los libraría de semejante responsabilidad. Sabía que ante los ojos de muchos e incluso ante sí misma, parecía la peor de las mujeres, pero era lo que sentía y por eso decidió que era mejor seguir guardando silencio y escucharlo, porque quizás lo único que necesita era eso y no a alguien que vertiera su opinión, sin estar en sus zapatos.—Luna, ¿me escuchas?—Sí, sigo aquí.—¿Te estoy aburriendo?—No, no es eso —mintió con un nudo en la garganta—, solo estoy cansada y el calor aquí en Honduras hace que entres en un gran sopor a esta hora.—Lo siento
KilianEn pocos días, todo se había convertido en una situación llena de preocupantes aristas, porque el estado de salud de Anna había dado un drástico giro y debía estar en constante supervisión. Su cuerpo no estaba respondiendo como esperaban y ahora todo pendía de un hilo. Sin embargo, su actitud ante estas medidas también empeoró sustancialmente cuando se le comunicó que debían acordar con urgencia la fecha de su intervención, debido al deterioro que seguían sufriendo algunos de sus órganos. Sin embargo, ella continuaba posponiendo su respuesta y con ello poniendo no solo al bebé en riesgo, sino a ella misma. Kilian discutió con ella por enésima vez sobre los términos del acuerdo matrimonial y no cedió ni un ápice ante su descabellada propuesta de abortar este bebé y tener otro una vez casados, cuando el nacimiento de ese bebé era la única razón por la que estaban hablando de casarse. Le parecía irreal verse envuelto en semejante locura, pero una vez que hizo lo que Kassidy le h
Kilian Una numerosa cantidad de personas asistieron a la ceremonia en honor a Anna, en contraste con quienes estuvieron con ella en el hospital. Era irónico el poder de convocatoria que ejercían en la sociedad un par de cámaras extras y el prometedor espacio proporcionado en las portadas de las revistas y los periódicos.Sobre todo, el histrionismo de muchos otros que lloraron inconsolables frente a su fotografía en la iglesia y que alargaron el cortejo fúnebre hasta hacerlo parecer interminable en aquel momento, lo que nos llevó muchas horas despedirnos de todos al final. Sus restos fueron enviados hasta las manos de su madre, quien no se molestó en llamar ni una sola vez para preguntar por el estado de su nieto. Algo que a Kilian no le importó, pero que resentía en nombre del bebé, por ser su único pariente biológico aparte del padre irresponsable que tenía.Él continuaba en el hospital, creciendo y ganando peso con el paso de los días. La enfermera de su madre se convirtió en la
KilianEl día llegó y Kilian no se sentía nada osado con una cangurera de bebé como escudo, pero era lo que había, porque Dylan estuvo quisquilloso en todo el viaje y solo quería estar en sus brazos. Así que entre la gallardía y la tranquilidad de sus nervios se inclinó por la segunda. Candace se burló de él todo el tiempo, asegurando que había sido a propósito lo de llevar al niño, para así llamar la atención de las mujeres y en parte, tenía razón. Al menos no en lo de buscar la atención de las féminas, sino en la reacción de estas al verlo cargándolo. Parecía increíble, pero sí que funcionaba como un potente afrodisiaco, incluso mucho más efectiva que la sonrisa rompecorazones que solía usar, su guiño especial o el discurso seductor de sus mejores momentos como galán. Quién lo diría. Al aterrizar en la isla, se dieron cuenta de inmediato que el nuevo negocio del señor Montes mostraba grandes progresos en comparación a las fotografías que Kassidy le envió al inicio de su intervenci
KassidyLa zozobra la estaba aniquilando poco a poco y el segundero estruendoso del reloj de la sala no ayudaba en lo absoluto con sus nervios. Ya tenían varias horas de retraso, pero tampoco podía posponer esa reunión, así que no tuvo opción; estaba atrapada y no podría encontrarse con ellos hasta mucho después de lo planeado. La puerta se abrió y una chica de la recepción del complejo le entregó una nota para informarle que acababan de recibir a las personas que esperaba. No supo en qué momento derramó el contenido de su vaso sobre los documentos que tenía frente a ella y aunque hizo todo lo posible por rescatarlos, fue en vano. El señor Montes la observó entretenido, aunque la retrasó diez minutos más con preguntas absurdas antes de dar por terminada la reunión con la condición de retomarla el lunes. Kassidy sabía que había sido a propósito, pero ni se le ocurrió quejarse, porque lo conocía lo suficiente como para saber que extendería la demora un poco más, solo por el placer de
Kassidy Kassidy no tenía idea de qué hora era, pero no importaba, somnolienta como estaba, acudió a la puerta por los golpes incesantes en ella y se dio cuenta hasta después de levantarse que Kilian no estaba a su lado en la cama.No sabía qué pensar, pero no tuvo mucho tiempo para analizar la situación, puesto que del otro lado era él quien tocaba.—No me di cuenta de que... —Al ver hacia abajo, a lo que colgaba de su brazo se quedó sin palabras y casi por instinto colocó sus manos por instinto como si el bebé se pudiera dar cuenta que ella iba solo con una camiseta blanca de Kilian encima.—Lo siento, no quiso dormir con Candace —dijo elevando la silla de bebé para auto sin necesidad.Ella se dio la vuelta, mordiéndose la lengua para no preguntar si pretendía quedarse allí con los dos, porque era evidente e innecesario, pero lo confirmó cuando se fue hasta la cocineta para tomar un poco de agua y lo observó desde allí, concentrado en preparar un espacio cómodo para el bebé. —Creo
KassidyFueron dos semanas maravillosas donde desde el alba hasta el anochecer sonrió casi todo el tiempo. Cada uno de esos días acompañado de una sorpresa nueva y un detalle más romántico que el anterior por parte de Kilian. Había sido como un sueño, como ese cuento de hadas caribeñas a la orilla del mar con su príncipe azul personalizado, vestido a veces con guayaberas y otras veces bronceándose frente a ella para su deleite personal.Tampoco se le hizo tan complicado a Kassidy el relacionarse con Dylan como supuso en un principio, pues el pequeñín la había conquistado con su sonrisa inocente y la emoción que mostraba cada vez que se le acercaba. Fue todo un desafío aprender a cambiarle los pañales, pero de acuerdo a los expertos Kilian y Candace, lo había logrado con una nota algo decente. Sin embargo, al poco tiempo Kassidy se percató de que Candace no sabía disimular su molestia cuando Dylan emitía fuertes gorjeos y se agitaba más que con ella y aunque eso los hacía reír a todo