Me tuve que obligar mentalmente para caminar, mis piernas se sentían tan débiles, y el piso parece tan lejano, que por momentos siento que esto solo se trata de una pesadilla.
Cuando entramos al auto de mi hermano, Steve iba del lado del copiloto, mientras que Jean y yo estábamos en la parte trasera. Veía el paisaje que se me mostraba a través de la ventana, cuando siento que Jean me toma de la mano, yo fijo mi mirada en aquella acción, entrelaza sus dedos con los míos, y me sorprendo al ver como yo hago lo mismo, una calidez mezclada de emoción me llena el pecho, entonces su voz vuelve a retumbar en mi cabeza.
"Aléjate, si sientes que te estás enamorando, aléjate"
Suelto su mano bruscamente y vuelvo a ignorarlo.
El funeral fue la
—¡Bájame, idiota! —comienzo a patalear pero mis esfuerzos son en vano. —No, tienes que vivir el luto —abre mi puerta, y me avienta prácticamente a la cama, sale y antes de marcharse me muestra la llave de mi habitación—. Tu hermano me la dio, dijo que la usara de ser necesario, y lo haré, no saldrás hasta que venga él. Jean cierra la puerta con llave y yo río por lo bajo. —Bien —resoplo—. Juguemos. Y diciendo esto saco la copia de la llave, que se encontraba debajo de mi almohada. Espero quince minutos. La saco y abro con cuidado, salgo a hurtadillas y cuando estoy por bajar me detengo en seco al ver como en la sala se encuentran Jean y Alison, «Eres un hijo de puta» suelto al ver que no solo estaban juntos, ¿en qué momento llegó?
Al llegar a la fiesta de Alba, todo estaba descontrolado, afuera estaban muchos de mis compañeros bebiendo, sin camisa, otros más fumando marihuana, incluso algunos estaban teniendo sexo detrás de los arbustos como si nadie los viera, cosa que no era del todo cierto, ¡claro que los veíamos! Menudo espectáculo sexual. Steve trató de tomar mi mano pero lo rechacé «Estás loco» pensé para mis adentros. Enseguida se escuchó el rechinar de unas llantas, ambos volteamos y pude ver como una sonrisa traviesa se asomaba en los labios de mi acompañante. —Tú novio no se rinde tan fácil, eh —comenta Steve y puedo notar un tono de amargura en su voz. —Tu hermano ya no es mi novio —observo como Jean se baja del auto con un rostro que demostraba lo cabreado que estaba—. Es novio del pequeño monstruo que se ha quedado en el carro.
—No me das asco —confiesa Jean permaneciendo dentro de mi, sin moverse—. Amo a Alison pero... —¿Entonces por qué acabas de hacerlo? —me aferro a sus hombros intentando alejarme y salir corriendo de aquella habitación, pero Jean no me lo permite, me abraza convirtiendo sus brazos en mi prisión. —No lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que quiero que mi primera vez sea contigo —dice y siento la fuerza de sus palabras. No digo nada más, juntamos nuestras bocas y comienzo a mover mis caderas lentamente atrapando su primer gemido, sus manos recorren mi espalda y yo subo y bajo sintiendo una ola de calor por todo mi cuerpo, estar con Jean era algo diferente a las veces en que lo había hecho con Steve, y me asustaba, no quería enamorarme de nadie, y mucho menos en estos momentos en los
Abro los ojos como platos y volteo para verlo mejor. —¿Crees que no sé qué en la escuela se viste y comporta como un idiota nerd? —Steve suelta una risotada. —¿Qué le pasó para que fuera así de idiota? —pregunto con la curiosidad carcomiéndome. —Te lo diré si prometes tener una cita conmigo —me guiña un ojo. —A mi hermano no le agradaría eso. —Tu hermano; que es mi mejor amigo, no tiene por qué enterarse —su tono de voz tenía esa chispa de diversión, y eso me llenaba de paz y hacía que olvidara todo aunque sea solo por unos instantes, la muerte de mis padres, por ejemplo. —Vale, tú ganas —resoplo.
Admito que la sola idea de irme a vivir con la familia de Steve y de Jean me ponía de mal humor, no solo por el hecho de haberme acostado con ambos hermanos, sino porque uno de ellos prácticamente me había humillado y estar bajo el mismo techo solo iba a ocasionar una cosa; problemas. Estoy terminando de meter todo lo que me falta de accesorios de baño en mi pequeña maleta, sentía un vacío en el pecho, era increíble como de la noche a la mañana toda mi familia me había abandonado a mi suerte; estaba a la deriva. —¿Necesitas ayuda? —me pregunta Steve al tiempo de cierro de jalón la maleta. —No, he terminado —respondo a secas. —Pareces molesta y no muy a gusto con la decisión que ha tomado tu hermano —Steve me arrebata la maleta y yo resoplo.
Steve se marcha y yo siento unas ganas inmensas de quemar aquella habitación y consumirme al mismo tiempo, sola, siempre terminaba igual. Suena mi móvil y cuando observo la pantalla, veo que se trata de un mensaje de Anna, indicándome que había una fiesta por la noche en la casa de Marissa, iba a ser a lo grande, y estaría Cesar Ramwod, el chico con el que solía enrollarme a cambio de marihuana. Escribo una respuesta rápida y enseguida tocan a mi puerta. —Adelante —hablo sin apartar la mirada de mi celular. —Tengo que hablar contigo. Levanto la vista y me topo con un Jean serio y confundido. —Vaya, así que ahora vienes hasta a mi después de humillarme y de... Jean no me permite
Mis piernas se sienten tan débiles y mis fuerzas se esfuman. —¡Si no me quieres hacer una buena mamada, por lo menos te cogeré como nunca nadie lo ha hecho! —me grita dándome una bofetada que me duele como el infierno. La maldita pastilla que me tomé debe hacerme sentir de ese modo y me maldigo por haberlo hecho. Intento defenderme con todas mis fuerzas pero me siento fuera de la realidad, Cesar me abre de piernas y antes de que pudiera dar mi última batalla, ya está dentro de mí, me rindo, y comienzo a sentir placer, a besarlo y a dejar que me hiciera suya hasta que ya no podía más, comienzo a llorar y cierro los ojos deseando que mamá y papá vinieran por mi. No sé cuánto tiempo ha pasado exactamente, pero cuando despierto me siento solo un poco mejor de lo que estaba, los efectos
Por la noche no pude dormir, ya había pasado más de una semana y sabía que en el fondo ya era tiempo de volver al colegio, mi hermano no dejaba de llamar y por las tardes la madre de Jean no dejaba de tocar el timbre hasta que se cansaba y se marchaba con su familia de m****a. Mis amigas no se rendían, venían de visita y me contaban los chismes del momento, anotaba mentalmente lo más importante pero cuando Marissa me preguntó por fin lo que tanto las carcomía, no tuve más opción que contarles lo que sucedió realmente, y ahora estaban ahí, Marissa preparando huevos fritos, y Anna ayudándome a limpiar el desastre que era mi casa. —Sé que sonará cruel pero creo que tienes mucha suerte de vivir sola —me comenta Anna mientras lava los platos de la cena. —¡Ya lo creo, sin contar la tragedia que te rodea pienso que estás viviendo el sueño de