Miro a mi hermano y veo que está llorando pero aparto la mirada de él, sabía que eso lo incomodaría así que me trago el nudo de mi garganta e intento aparentar ser feliz.
—¡Esas han sido las palabras más dulces que me has dicho hermanito! —le doy un golpe ligero en el brazo.
—¡Tonta, es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas! —Omar gira los ojos— se supone que ya debes estar dormida, mañana hay escuela.
—Lo sé, solo he venido a darte nuevamente las gracias por el carro y a despedirme —encojo los hombros.
—No tienes nada que agradecer Bri, somos familia —agrega Omar dándole un nuevo mordisco a su sándwich.
—Vale, pues buenas noches —me doy la media vuelta y salgo po
Mi corazón comienza a acelerar su ritmo, ¿qué me pasaba? era solo un chico cualquiera, así que por algún impulso idiota termino besándolo, fue un beso rápido, sin lengua, solo labios. Cuando me alejo veo que está sorprendido y enseguida se sonroja más de lo que ya estaba. —Eso ha sido... —Si no te gustó no lo digas y ya —le aviento una mirada amenazadora. —No es eso, es que... —baja la mirada. —¿Qué sucede? —apunto dispuesta a romperle las bolas si me insulta. —Sé que parecerá extraño y puede que no me creas pero —ancla sus ojos azules en los míos— ese ha sido mi primer beso. Abro los ojos con sorpresa buscando algún indicio d
No había duda alguna de que Michelle era un chico muy apuesto, y eso se notaba a kilómetros de distancia. Cuando se acercó a mí todos comenzaron a hablar por lo bajo pero no me importaba, aquellos ojos azules se posaron sobre mí y sus sonrisa hizo que las comisuras de mis labios se elevaran en dirección al cielo. Este chico me parecía verdaderamente interesante.—Briseida, ¿puedo hablar contigo un momento? —escucho que me habla Jean pero lo cierto es que mi mirada está sobre Mich.—Aja —respondo al tiempo que sonrío cuando veo como una chica rubia se acerca a Mich para hacerle la plática y hace un gesto que resalta su incomodidad.—Quisiera pedirte una disculpa por... —la vo
Un silencio ensordecedor nos inunda y entiendo que lo he asustado aunque en el fondo ya no importa que piense de mí.—En pocas palabras te ha roto el corazón —afirma pensativo.—Cómo puedes ver, no soy una chica buena, no sigo reglas, perdí a mis padres y a mi hermanito en un accidente de auto hace unas cuantas semanas, solo me queda mi hermano mayor, una casa vacía y unas amigas de las que ya no me encuentro segura de sí son reales o falsas, no tengo nada —encojo los hombros tratando de ocultar el dolor que me provocan mis propias palabras.—¿Y sigues acostándote con los chicos? —Mich se aclara la garganta al tiempo que un ligero sonrojo se coloca en sus mejillas resaltando los pequeños
Aquella escena era de la más aterradora que había visto en mi vida, en cuanto vi como Alison sangraba y se encontraba indefensa ante Nataly; la hermana mayor de Anna. Mi cuerpo se movió por sí solo y corrí en su ayuda. Pese a ser la hermana mayor de una de mis mejores amigas, nos llevábamos bien pero sabía que no era más que una abusadora, incluso tenía su propia pandilla y Anna una vez nos comentó que a veces por las noches se va a robar a los chicos de bajos recursos de la universidad. Cuando llegué hasta ellas separé de un jalón a Nataly haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de nalgas, Alison estaba aturdida; sangraba de la nariz, tenía el labio hinchado y un ligero hilo de sangre se derramaba por su frente recorriendo su rostro hasta su barbilla, ¿qué había pasado?
Y diciendo esto último me suelto de las garras de aquella mujer y le aviento una última mirada a Alison, quien parece entenderme perfectamente y asintiendo me marcho de aquel sitio. Ya todo estaba bien, ahora solo me quedaba hablar con Anna, aun me costaba trabajo lograr entender la magnitud de su obsesión con Jean. Me concentro en darme prisa, cuando de pronto al dar la vuelta por uno de los corredores que llevan al área de las duchas y que es un buen atajo para salir del edificio, choco con Jean; quien parece preocupado y molesto a la vez.—Bri, ¿podemos hablar? —me toma del brazo con fuerza arrinconándome y provocando que estuviéramos más cerca de lo que me gustaría.—Ahora mismo tengo un poco de prisa, después...
Era increíble cómo es que sin pensarlo o buscarlo, me metí en esta situación. El trayecto para ir al cine fue de lo más incómodo. Para dar inicio ni siquiera se fueron en el carro de Steve o de mi hermano, terminamos todos dentro del auto de Mich. Quien no solo se mostró amable y con una sonrisa dibujada en los labios, aceptando y callando. Mi hermano de dejaba de atiborrarlo con preguntas y él contestaba de la mejor forma mientras Steve le hacía el segundo turno y Jean guardaba silencio como siempre.Ni siquiera dejaron sentarme a su lado, terminé en medio de Steve y de Jean en la parte trasera. Comenzaba a ponerme de mal humor.—Ese vestido es demasiado corto —me dice Jean en un susurro que se perdió entre las risas y los comentarios de mi hermano
—Quiero una Soda de cola y unas papas —me ordena sacando si billetera y dándome dinero.«Pero que tonto eres hermanito»—Vale.—Yo te acompaño —se apunta Jean poniéndose de pie antes de que me pudiera negar.—Eso me deja más tranquilo —suspira mi hermano— que no escape Jean.Resoplo y me doy prisa en salir de la sala. Cuando lo hago, Jean me está esperando recargado en una de las paredes del corredor. Decido ignorarlo y comienzo a caminar hasta que él me toma de la mano deteniendo mi andar.—¿Qué quieres? —
Jean estaba observando todo en primera fila, sintió celos y enojo cuando vio cómo Mich abrazaba a Briseida, desde donde se encontraba escondido no podía escuchar lo que hablaban pero al ver lo que hacía Briseida se dio una idea. No había duda alguna de que estaba enamorado de ella, le gustaba, quería protegerla pero sabía que si permanecía mucho tiempo a su lado entonces las cosas empeorarían, así que no tenía otra opción más que hacer todo lo posible por alejarla de él. Lejos estaban mejor, lejos la protegería pero se negaba a aceptar ese destino del que era prisionera. Claro que quería a Alison pero desde que llegó Briseida a su vida sus sentimientos cambiaron. Y ahora estaba ahí, vigilándola como siempre lo hacía, cuidando de ella detrás de las sombras. —¿No crees qué eso te hace más daño? Una dulce voz que conocía bien lo sacó de