Lo primero que hago una vez que Kas se despega de mí es ir al armario y volver a meter mi pistola en su caja de seguridad antes de volver a enterrar la caja en el fondo del baúl. Si es posible, no quiero volver a verla.

Una vez que me quito el equipo táctico, me meto en la ducha. Solo uso agua caliente, dejando que me ponga la piel roja y cruda. No sé cuánto tiempo estuve parado. No importa. Dejo que mi cerebro se apague y que el agua me limpie. Es irónico tener un lobo llamado Saint cuando sentimos que somos todo lo contrario.

Por fin me siento un poco mejor, así que voy al armario y me pongo un pantalón deportivo. Me siento en el suelo, llamo a mi terapeuta y concierto una cita para el día siguiente. Cuando salgo del dormitorio, huelo el pollo cocinado y veo a Kas sentada en el sofá leyendo una revista. Me acerco a mi pareja y la huelo. Al instante me siento más tranquilo. También lo hace Saint.

"Cariño, ¿qué te parece si dejamos que Saint y Lex salgan a correr?", sugiere Kas