No puedo dormir. No puedo quitarme de la cabeza lo que me dijo Kas de que no podía tener hijos. No puedo hacer nada al respecto. No cambia lo que siento por ella, pues ella es mi mundo. Solo siento que tener un cachorro propio es algo que asumimos que sería parte de nuestro futuro. Me refería a lo que dije de necesitarla en mi vida. Si al final no tenemos hijos, eso es lo que la Diosa de la Luna ha predestinado para nosotros.

El timbre de los mensajes de texto en mi teléfono suena. Miro y veo que es de Reggie. Son las once y media de la noche. ¿Qué querrá?

Hola Bronx. ¿Estás despierto? Es importante.

Le digo a Reggie por enlace mental que estoy despierto y que me reuniré con él en la cocina de la planta baja en cinco minutos.

Voy a darle un beso a Kas y la despierto lo suficiente para que sepa a dónde voy. Ella me da un gruñido chillón y me hace un gesto para que me vaya antes de darse la vuelta. Agarro un parche para el ojo y lo aseguro en su sitio antes de salir en silencio