Los angeles, California.
Hacienda Parrow.Sebastián Parrow, siente cargo de conciencia y se siente tan desdichado todos los días de su vida.Era un sábado cálido, junto a su padre habían planeado el día que se llevaría a cabo, el evento del lanzamiento de su exquisito vino de alta calidad. Ese día para él era una fecha especial, pues le daría la sorpresa a su madre; ya que quería que ella se sintiera más orgullosa de él, de lo que ya estaba por todo lo que él ha logrado. Lo que Sebastián no se llegó a imaginar, fue que ese día sería el más desgarrador de su existencia, aquel día perdió a sus padres de la forma más escalofriante.Un conductor bajo los efectos del alcohol le arrebató la vida de sus padres, haciendo que el perdiera el control de su auto , aquel se convirtió en trizas; Allí sus padres perdieron la vida de manera aterradora y él, para su condena sobrevivió. Las heridas y sus golpes no eran de mayor importancia para él; lo grave fue que el hombre perdió la vista, quedó totalmente ciego. Esta noticia lo desgarró por completo, llevándolo a un precipicio sin salida y adentrándose a una vida llena de oscuridad, donde solo tenía la compañía de su novia María, con la cual ya se había comprometido para casarse, pues ella se ha convertido en su guía y única esperanza de seguir adelante.Siendo las horas de la mañana Sebastián está sentado en el comedor de su jardín, poco a poco en él se ha ido despertando sus otros sentidos, así él está alerta a todo lo que ocurre a su alrededor, incluso cuando alguien se está acercando.—Señor parrow, su desayuno— habló la empleada con gran respeto, él hace señas con su mano derecha, para que ella prosiga a servirlo.—¿algo más señor?— pregunta ella, sin verlo a los ojos—¡largo!— ordena él y la empleada asiente y se retira.Sebastián acerca su mano a su taza de café, a pesar que ahora es ciego, no perdió esa esencia de glamour y de elegancia al ingerir alimentos.Lleva su taza de café a sus labios y este los humedece dándole ese sabor amargo que a él le apetece, pero un ruido extraño lo alerta.Una maleta rodante, lo hace poner su taza de café en la bandeja.—Sebastian— la voz nerviosa de su novia María lo hace fruncir su ceño—¿Qué sucede? — pregunta él tratando de ser lo más gentil posible, no quiere que su arrogancia la aleje de su lado.—Me voy Sebastián— responde María con firmeza—¿vas a viajar? ¿por qué no me lo habías comentado?— pregunto algo enfadado, pues ella sabe que él, la necesita.—No. me marcho de tu lado— ella traga grueso, ni siquiera se inmuta en sentir algo de compasión.—¿¡Que!?— se pone él de pie, ella no lo puede dejar, eso él no lo acepta.—lo siento creí que iba poder aguantar y saber llevar mejor la situación de tu ceguera, pero no puedo seguir a tu lado— María sostiene el anillo de compromiso en su mano izquierda—¿En que falle?— pregunta él, María hace silencio —¡habla m*****a sea!— dice él perdiendo el control.—¿Quieres saber? Bien, te responderé ¡eres una persona ciega! Puedes tener mucho dinero, puedes ser el hombre más varonil, caballeroso y hermoso, pero no puedo tener un novio o estar al lado de un hombre que esté ciego, así que, no me pienso casar contigo— ella coloca el anillo en la mesaAquellas palabras tan crueles de Maria terminaron por romper en pedazos el corazón de Sebastian.—¡¡Dijiste que mi ceguera no te impediría y que no te importaría para estar a mi lado!!— grita él con furia—¡si, si me impide y si me importa! todos hablan de ello, soy el hazmerreír de mis amigas y de la sociedad, soy la vergüenza de mi familia, no puedo estar contigo, lo siento Sebastián— María empieza a caminar, pero él no se da por vencido, intenta caminar sin el apoyo de su bordón y eso fue una mala elección; ya que tropieza y cae al suelo.—¡Maria no me abandones!— Suplica él —te daré todo lo que tú me pidas, lo que tú desees, te pondré el mundo a tus pies, incluso falta pocos días para casarnos, serás la señora Parrow; siempre quisiste que yo te hiciera mi esposa, tendrás la mejor boda la de tus sueños.María se detiene, se gira y lo ve con incredulidad.—¡No Sebastián! —exclama ella —no se puede retroceder el tiempo y yo no puedo permitir que mi vida, mi juventud, pasen al lado de un hombre que no sabe por donde caminar— al decir todo aquello, ella gira sobre sus talones y sigue su camino, sin mirar atrás.—¡María!— exclama él, con un grito desgastante, pero ella no le da importancia y sigue su camino.La mano derecha de Sebastián; el cual es su amigo de la infancia. Leandro se acerca rápidamente al observar a su amigo en el suelo.La expresión en el rostro de su amigo es de dolor, decepción, tristeza y repulsión. De Sebastián Parrow ya no queda nada, ni el más mínimo sentimiento de amor y piedad.—Déjame que te ayude— se acerca Leandro, pero Sebastián no se lo permite—¡déjame solo!— grito lleno de frustración—¿qué sucedió?—¡me abandonó! ¡María me abandonó!— habló él con resentimiento por la decisión que ella tomó.—Ella no te merece amigo, déjame te ayudo—¡¡Maldito sea el momento en que perdí la vista!!— lo escucha vociferar Leandro, se compadece de su amigo. El hombre estaba tan aferrado a María, ahora que ella se ha marchado ¿qué será de Sebastian?Sebastián logra ponerse de pie al sostenerse de la mesa, luego descarga toda su furia lanzando todo lo que en ella hay.—Ella no vale la pena amigo, te haces daño— aconseja Leandro y trata de tranquilizarlo al verlo tan furioso y destrozado.—¡¡Ninguna mujer vale la pena!! Juro que jamás voy a volver a tener ningún sentimiento por alguna mujer, todas son iguales ¡todas lo son!.A medida que pasan los días, la vida de Sebastian se volvía rutinaria, se transformó en un hombre frío, inexpresivo y despiadado. Este a pesar de su ceguera no dejaba de lado, el estar pendiente de su empresa vinícola y todo gracias a su amigo Leandro que jamás lo ha dejado solo. De regreso a la hacienda Parrow.—Sebastian necesito hacer una parada— le informa Leandro—¿qué pasa?— le pregunta Sebastián con una fría expresión en su rostro—Necesito hacer el pago de una deuda, prometo no tardar demasiado, voy a estacionar el auto aquí, es un lugar seguro.—No te tardes Leandro, odio tener que esperar—lo sé, lo sé, solo dame cinco minutos—las agujas del reloj ya empezaron a girar ¡Muévete!. Sebastián escucha cuando Leandro abre y cierra la puerta, pero al minuto él se alerta cuando la puerta trasera del auto es abierta.—¿Qué haces Leandro?- pregunta él con prepotencia —no quiero que por ser el día de mi cumpleaños me salgas con una patética sorpresa que no deseo— pero sucede algo extraño y es que un dulce aroma de perfume a rosas de mujer, se impregna en el olfato de él llamado así, su atención, cierran la puerta y escucha que la persona que ingresó al auto está delirando.—¿Quién eres?— pregunta él, ya preparado con su bordón para defenderse—¡Ayudame…! ¡Ayuda por favor!— una delicada, sutil y débil voz de una mujer lo pone en alerta—¿¡Quién eres!?— pregunta con arrogancia, no soporta que alguien se le acerque sin su consentimientoNo la escucha murmurar más, la respiración de Sebastián se vuelve agitada, odia ser un maldito ciego.—¡Habla!— gruño furioso, pero no le dan respuestaAcerca su bordón . —¡Estás en serios problemas!— vuelve hablar, porque si está mujer le está haciendo una m*****a broma, le hará pagar.Sebastián se arrastró un poco hacia ella, acerca su mano lentamente a su rostro orientándose por el sonido de su respiración.Al tocarla, siente una extraña sensación en su cuerpo, su piel es tan agradable que apetece tocarla más, pero luego recrimina sus pensamientos, para divagar en teorías sin sentido, si quizás alguien la envío para hacerle daño, pero todos esos pensamientos se esfumaron al oír abrirse la puerta del asiento del conductor.—feliz cumpleaños... ¡Mierda!— exclama Leandro al ver aquella hermosa mujer inconsciente en el asiento de atrás—¡Infeliz! ¿Como te atreves a buscar a una mujer? Sa
—¿Acaso los ratones te comieron la lengua?— él sabe que está cerca, por el olor de su perfume —llamare a mis escoltas— la sentencia, le molesta que se quede callada —no señor por favor, no lo haga— habla apresuradamente Anastasia, al tener más de cerca a Sebastián, su corazón bombea seguidamente al admirar sus ojos azul celesteElla pasa saliva y dice —no soy una mala persona, de hecho no se qué hago en su casa, lo único que recuerdo es que me sentía muy mal y luego me desmaye—¿O quizás eres una usurpadora? Y lo que quieres es dinero— profundiza más su mirada—eso es incorrecto señor, disculpe usted mi atrevimiento al estar aquí, pero tampoco sé cómo llegue a este lugar, pero no sé preocupe, en este mismo momento me marchóAnastasia muy nerviosa pasa por el lado de Sebastián, pero este al utilizar bien el sentido del olfato, la agarra rápidamente del brazo y la atrae hacia él.Ella se puso aún más temblorosa, quizás porque ese hombre guapo le causa algo de miedo. —¡Suelteme por favor
—déjanos a solas Leandro— ordena Sebastián—un placer, Leandro Bustamante, mano derecha y amigo de Sebastián— se presenta Leandro con entusiasmo—¡Leandro!— exclama Sebastián irritado—un permiso— Leandro de marcha sonrienteAnastasia no sabía que decirle, los nervios le ganan cuando él coloca esa expresión de aura fría.—te diré lo que debes hacer y presta atención porque odió repetir las órdenes que doy. No debes ingresar a mi habitación sin permiso, no debes meterte en mi vida privada, y mucho menos tener el atrevimiento de opinar sin que yo lo pida, lo que debes hacer, es estar al pendiente de mi alimentación, que todo en mi habitación este organizado, elegir mi vestuario del día a día, te diré los colores que son de mi agrado, irás conmigo a la empresa, para que cualquier cosa que yo necesite, tú estés disponible para mi, no trabajarás para nadie más, solo para mi ¿Entendido?—si señor, seré sus ojos— la respuesta de Anastasia amarga más el corazón de Sebastián, le recuerda la mis
—¿Qué tan dispuesta estás?— pregunta él con su voz ronca haciendo bombear el corazón de Anastasia, ella con su voz temblorosa le dice.—yo...— la chica no sabe que responder, ya que las palabras de Parrow, son de doble sentido —¿Puedes incluso acostarte conmigo?— pregunta él sin pelos en la lengua haciéndola traga grueso, las mejillas de Anastasia se sonroja por completo, por el atrevimiento de Sebastián, que al ser algo seductor y demandante, las facciones de su rostro se relajan un poco haciéndole ver aún más guapo Ese es el momento donde ella desea desaparecer, quizás es algo infantil, pero aunque es hermosa, y baila como toda una experta y sensual con mucha seguridad, no ha sido tocada por un hombre, en el sentido de tener sexo.Sebastian esperaba una respuesta concreta, pero como ella se mantuvo en silencio procede a decir. —¡Jamás me acostaría contigo!— hace un gesto de desagrado —mis especialidades sexuales son más... Exigentes. En el transcurso del día te daré una respuesta
—señor...— susurra ella tan perfecto, que literalmente provoco pensamientos oscuros a SebastiánElla cierra los ojos, y lo peor es que él puede escuchar la respiración pausada de ella.Sebastian sigue subiendo y al tocar la parte herida, ella se queja.—debiste decirlo a tiempo, se van a formar vejigas, lo mejor es que te lleve a casa— dijo él tocando con delicadeza, pero la quemadura esta un poco más arriba, casi llegando a la intimidad de la chica—señor... Pare por favor— súplica aún con sus ojos cerrados, y pasa saliva. Ningún hombre la había provocado tanto como Sebastián Parrow.Por la forma en que ella le suplico, Sebastián se siente inquieto, retira su mano y retoma su compostura.la respiración de Anastasia es agitada, ella no es capaz de mirarlo a los ojos, sus mejillas están sonrojadas.El ambiente se puso algo tenso, por lo que al llegar Leandro, fue perfecto.—compre la mejor, debes limpiar la quemadura y luego aplicar dos veces al día hacer el mismo proceso— Leandro le en
—aunque usted no me crea, yo soy diferente a todas las mujeres, en mi corazón no habita la vanidad, de verdad quiero ayudarlo, y lamento si soy insistente, pero por favor, mi madre está cada vez más quebrantada de salud, es el único familiar que tengo, mi madre lo es todo para mí, te pido por favor que me ayudes— pide Anastasia con dulzura y suplicáSebastián hace silencio, por lo que Anastasia se acerca más. —señor por favor, usted es mi única esperanza— habla ella y él puede sentir la respiración de la chica, y ese perfume a rosas, haciéndolo sentir incómodo por su acercamiento por lo que se hace hacia atrás.—perdon, no quería incomodarlo— habla ella admirando el rostro dios griego del hombre, es extremadamente guapísimo, y sus ojos, ella suspira, Sebastián Parrow se está metiendo en cada parte de su ser.Tocan la puerta.—adelante— ordena Sebastián—disculpa la interrupción, es para decirte que tengo todo listo—¿Están aquí?— pregunta Sebastián—si—hazlo pasar— ordena él y entra u
Anastasia sintió una punzada en su pecho, pero aún así, tuvo que mantenerse serena, porque lo importante, es que su madre recibirá su tratamiento.Ella sigue cada paso de Sebastián, Leandro que es un poco más amable, le ofreció algo refrescante de beber a Anastasia.Lo cual le molesta a Sebastián, por lo que él asegura que Leandro gusta de Anastasia.Al salir de la empresa, un auto Jeep, está disponible, Sebastián lo compro especialmente para recorrer las tierras, cuando él no era ciego, era él que se encargaba de supervisar.Sebastian sube como acompañante y Anastasia en el asiento de atrás, mientras que Leandro se dispone a manejar despacio.—estan haciendo siembras— informa Leandro—¿Y el ritmo laboral?— pregunta Sebastián—por los momentos bienMientras Leandro le informa a Sebastián. Anastasia está sumida en sus pensamientos, en lo único que está pensando es en su madre, la chica a tenido un día mal día.Aún así, fija su mirada en el gran campo de cosecha, se convirtió en su lugar
Anastasia no es capaz de pronunciar palabra alguna, y Sebastián sonríe con malicia.—si dormirás conmigo, por si llego a necesitar algo, pero no tendremos sexo, no tengo ningún deseo por ti, así que acostúmbrate a verme desnudo, porque yo hago lo que me plazca— hablo él pretencioso y luego camina hacia la cama, Anastasia respira profundamente, pensó que Sebastián le hablaba enserio, la chica se gira para no verlo más, y luego suelta su larga cabellera, su cabello es cobrizo natural, muy llamativo resaltando el color avellana de sus ojos, ella luego se gira avergonzada sin fijar su mirada en Sebastián y toma asiento en la cama, aún con los nervios de punta —¿¡Qué haces!?— preguntó él molesto y la chica se coloca de pie rápidamente—yo...—¿Te piensas acostar sin bañarte?— la fulmina Sebastián y ella traga grueso —es que yo... —tu nada, ve a bañarte, no creas que te vas acostar a mi lado llena de gérmenes— cuando Anastasia escucho esas palabras de desprecio por parte de Sebastián,