Sara seguía en casa conmigo desde aquel día, ese día cuando todos llegaron calentamos algo de comida navideña que aún había, de igual manera era mucha y comimos todos juntos, a pesar de todo no había sido tan mala esta navidad comparada con las otras. Pensaba un poco mientras estaba sentado sobre la acolcha cerca del ventanal leyendo un libro, ya eran cerca de las tres de la tarde y entonces se me ocurrió una idea. Me levanté lanzando el libro sobre la mesa y saqué mi teléfono y le marqué a Matthew. Atendió en el segundo tono.– ¿Necesita algo? – Contestó de manera inmediata– Matthew quiero que organices una reunión con los dueños de “La Global” para negociar la tercera propuesta que me hicieron a principios de año– Sí, claro señor, ¿A qué hora quiere que les proponga la reunión?– Dentro de un mes en su cede, ya sabes qué hacer si aceptan, envíales las peticiones y me avisas– Está bien, ¿Algo más? Señor– No más nada, Gracias – Colgué y busqué con la mirada a Sara, pero no la conseguí
Desperté aun con el recuerdo de aquel día, siempre supe que no debí dejar que algunas personas se enamoraran de mí, debí haber puesto los limites, siempre creí que demostraba las cosas como las quería, pero aprendí a hablar, aunque fuera duro y pareciera arrogante debía hacerlo, comencé a decir las cosas como eran y para eso creé una práctica moral y personal que constaba de tres cosas y que le daban sentido y valor a mi palabra, la primera cosa era nunca arrepentirme de absolutamente nada, los sucesos que pasaron ya no las podía cambiar así que para que martirizarme pensando cada vez en que fue lo que pude haber hecho, si no logré hacer nada en su momento para que seguir arrepintiéndome, las cosas se fueron dando, fueron pasando otras que me fueron complementando y hacerme quien era hoy en día, algunas personas pensaban que lo que me había pasado fue lo que me convirtió en ese ser insensible que decían que era, posiblemente si pero, la realidad era otra, perdí muchas personas importa
Todos tenían algo que decir de nuestra mesa, parecían dioses inclusive escuché a alguien creo que era un cocinero diciéndole a un mesero “Lleva esto a la mesa de los inmortales” reí al escuchar eso, regresé a sentarme y tomé un palillo del plato de los abrebocas– ¿Saben? – Dije obteniendo la atención de todo – A las mujeres siempre le gusta el malo – Continué sentándome – Es como un fetiche, les gusta el malo, son curiosas de lo oscuro, lo místico y por eso yo soy bueno – Hice una pausa mientras masticaba – Soy bueno haciendo del malo – Sonreí– Es algo así como… – Carraspeó la garganta – Todos queremos lo que no se puede porque somos esclavos de lo prohibido – ¡Hum! Mario Benedetti – Exclamé– ¿Por qué tienes que ser un maldito y lo tienes que saber todo? – ¿Por qué en vez de usar los refranes de otros no creas los tuyos?– ¡No! eso es muy aburrido y además hay que pensar mucho– Si, y eso a ti se te hace difícil ¿No? Roko– ¡Cállate! Nany– Bueno, ¿una adivinanza? – Pregunté para subir
La media noche casi llegaba y nosotros corríamos por aquella autopista desolada, creo que nunca vi tantos carros lujosos en el mismo sitio, el Corvette C6 marrón de Erick, el Bugatti Veyron de Kate, la camioneta Mercedes Benz G 63 Amg blindado en la que andaba Matthew, el BMW Gran Coupe Pininfarina Lusso que yo manejaba y las tres hummer h2 SUV blindadas y negras donde se transportaban los escoltas, al menos iba bien preparado a rescatar a mi hermana, lo que sea que fuera necesario para eso. Pensaba en ese estado y aunque no pasaría ni cerca de mi antigua casa que todavía era mía, no me hacía ni la más mínima gracia tener que regresar ahí, habían pasado siete años desde que decidí irme y dejar ahí todos los demonios de mi pasado, que tuvieran un estado completo para ellos solos no me importaba, un estado completo que me recordara que ahí era donde mi historia había comenzado– Chicos – Llamé– Si – Respondió Kate– Si señor– Si cariño– Creo que ya sé dónde la tiene – Creí recordar algu
***– Tú no puedes cambiarme – Dije– Yo no quiero cambiarte – Respondió – No quiero que cambies, no quiero que seas distinto– No soy compasivo, no soy justo, no puedo amar y creo que en realidad no quiero – Solté como un desahogo que nunca había tenido – No sé hacerlo de otro modo, no sé hacerlo de otra manera, no puedo, ¡no se!– Y no quiero, yo no quiero que lo hagas de otro modo, ¿Acaso no te has preguntado porque sigo aquí? Contigo– No, ¿Porque? – Cuestioné intrigado– ¿Qué voy a hacer contigo?***Desperté sacudiéndome aquel sueño y miré a mí alrededor a ver si había despertado del que vivía y si, ahí seguía colgado con las manos casi negras, era probable que las perdiera, de pronto un recuerdo me invadió. Siempre me sorprendió el entendimiento de Sara, nunca me exigió cosas, ni me pidió nunca nada, y bueno, ahora sabía que ella era una parte de mí que no conocía. ¿Era posible eso? ¿Era posible que alguien supiera algo de ti y que tú mismo no? se podía decir que ese era mi mie
Me encontraba recostado sobre el ventanal observándola, jugamos bastante rato eran casi las tres de la madrugada, estaba parado viéndola junto a una taza de café caliente, habíamos sacado el sillón negro que estaba en la mazmorra y lo habíamos colocado al frente del panorámico, me acerqué un poco y ella se removió entre la sabana– ¿Qué haces ahí parado viéndome como un fantasma? – Cuestionó con voz algo ronca– Admirándote, apreciándote, y dando las gracias de que estés aquí a mi lado y por poder tenerte– ¡Hum! Bueno, sigue ahí en lo tuyo – Se giró y se arropó hasta la cabeza, yo caminé y me senté en el borde junto a sus pies – ¿Cómo una persona puede ser tan desequilibrada e intrigante a la vez?– ¿Confías en mí? – Pregunté sin hacer caso a su comentario– ¿Cómo puedo confiar en alguien que esta llenó de misterios y secretos?– Hablo en serio – Le bajé la sabana hasta el cuello y me miró – Puede que sea una casualidad, pero, ¿Por qué ahora? ¿Porque ahora que soy joven y famoso? ¿Por
Bajamos y bordeamos la casa hasta la puerta principal donde tocamos el timbre, esperamos algunos segundos y nos abrió una chica del servicio que nos hizo pasar muy amablemente, miré la hora y ya eran la una de tarde con algunos minutos.– ¿Ya están todos? – Preguntó Andy mientras arrastraba su maleta– Si Ayana, Kenny y Elena señor eran los que faltaban y ya llegaron– ¿Y dónde está el señor? – Se encuentran todos en el comedor – Respondió amablemente la chicaAndy le preguntaba cosas a aquella chica como si hubiera estado mucho tiempo fuera y mientras, yo miraba la gran casa, el piso y las paredes eran de piedras, la puerta principal estaba en el centro de la casa y al entrar se lograba apreciar un pasillo de quizás cuatro metros de ancho y que se extendía hasta el final por la parte de atrás de la casa, por donde debimos haber entrado, todo tenía un aspecto muy antiguo, algunas alfombras eran de color rojas y algunas otras cosas de color negras, artefactos en metal y pocas puertas par
Me mantenía despierto mientras veía como los primeros rayos de luz comenzaban a iluminar el sitio, pensando en cosas que quizás nadie más pensaría, como de costumbre, Sara permanecía dormida sobre mi pecho, estábamos acostados en el sofá de descanso de aquel cuarto que ahora habíamos adoptado como nuestro y, aunque no era tan grande cabíamos los dos en ese sofá, eché una mirada inquisitiva a los muchacho que permanecían dormidos aun y aquella imagen un poco divertida para mí provocó una sonrisa en mis labios, algunos chicos tirados por todo el suelo y las chicas sobre los sofás, tenía algo de descendía e inclusive ternura, ver a las personas con las que has compartido grandes momentos y que fueran tan apacibles y frágiles aunque uno conociera sus lados más perversos– Veo que te diviertes – Su voz me distrajo y volteé a verla– Un poco – Respondí– Umm, Ya veo – Comentó removiéndose un poco – ¿De qué te ríes?– De nada en específico – Dije – Un refrán quizás – Desvié levantando mis homb