Me mantenía despierto mientras veía como los primeros rayos de luz comenzaban a iluminar el sitio, pensando en cosas que quizás nadie más pensaría, como de costumbre, Sara permanecía dormida sobre mi pecho, estábamos acostados en el sofá de descanso de aquel cuarto que ahora habíamos adoptado como nuestro y, aunque no era tan grande cabíamos los dos en ese sofá, eché una mirada inquisitiva a los muchacho que permanecían dormidos aun y aquella imagen un poco divertida para mí provocó una sonrisa en mis labios, algunos chicos tirados por todo el suelo y las chicas sobre los sofás, tenía algo de descendía e inclusive ternura, ver a las personas con las que has compartido grandes momentos y que fueran tan apacibles y frágiles aunque uno conociera sus lados más perversos– Veo que te diviertes – Su voz me distrajo y volteé a verla– Un poco – Respondí– Umm, Ya veo – Comentó removiéndose un poco – ¿De qué te ríes?– De nada en específico – Dije – Un refrán quizás – Desvié levantando mis homb
Habían pasado ya tres meses desde que habíamos llegado a esta casa que habíamos hecho nuestro hogar, todo había sido muy diferente a como lo pensé, a como creía que pasarían las cosas, sin embargo, después de todo había llegado el día de irse, el día de volver al mundo real, a la rutina y a una vida enajenada entre el embeleso diario de los deberes cotidianos, vidas alejadas de este campo, de esta vista y esta paz en la que podía cerrar los ojos y oír el vuelo de un pájaro a kilómetros de distancia, lejos de esta paz donde me podía sentir tranquilo– ¿Estás listo? – Preguntó Sara juntándose a mi lado a observar la lluvia caer junto a nuestras tazas humeantes de café parados bajo el marco de aquella puerta principal– Siempre cariño, pero parece que la naturaleza no quiere que volvamos al mundo real– Cierto, también llevo días pensando lo mismo, hace poco que llegamos y ya pasaron tres meses, ya dentro de poco se acaba el año y hasta siento que aprendí muchas cosas – La miré y curvé m
Se avecinaban tiempos tormentosos, aquella carta que me había enviado mi primo no pronosticaba nada bueno hacia mí ni para nadie que estuviera a mi alrededor, hacia un año que habían pasado los sucesos que ahora me traían problemas, intente calmarme después de pensar en todo lo que pasaría y ahora me encontraba sentado frente a Sara quien no paraba de hacer preguntas, me levanté nuevamente sin prestarle atención a lo que decía y me dirigí a Matthew– Necesitaremos protección, unos radios, esta vez quiero uno para mí, los mismos carros de siempre y las mismas personas de siempre, también llama a mi abogado– Sí, señor ya me pongo en eso– ¡Ah! Espera, te pediré algo más y espero lo tomes como un favor personal que te podrás cobrar cuando quieras– Sabe que no es necesario, señor, yo siempre estaré para usted– Si, lo sé, esta vez te necesitare más que nunca Matthew– Claro que sí, cuente siempre conmigo, señor– Siempre lo hago, por eso gracias – Dije extendiendo mi mano y él la estrechó,
Me he dado cuenta que el mundo es un relativo orden de caos perfectamente organizado, con énfasis en las ciudades, sobre todo el centro de estas, el vivir cada día conlleva a la diaria y rutinaria monotonía que absorbe a todos los seres humanos, como si respirar, comer u otra necesidad básica no fueran necesarias para que las acciones cambiasen, ya que cuando las cosas faltan es que pensamos en lo importante que son, es un mundo que convive casi en automático como si fueran maquinas sistematizadas. Si, el mundo es un desorden que convive armoniosamente. A veces, en ocasiones, uno puede creer que sabe lo que va a pasar, que lo tiene todo controlado, pero lo cierto es que el destino siempre nos tiene algo preparado, algo con lo que siempre va a sorprendernos para bien, para mal o para algo más allá que simplemente no podamos entender y para comprender siempre es necesario cuestionar todo y ser capaces como para cambiar un ideal por completo, aunque nos llamen loco porque quien lo esta e
Despierto muy temprano a eso de las cinco de la mañana, y sin nada de sueño opto por levantarme sin despertar a Sara, hago lo mismo de siempre para luego de unos veinte minutos estar recién bañado con una taza de café sobre mi mano acostado sobre el sillón, los lentes puestos y un libro, comienzo a leer para que pase el tiempo y después de unos minutos leo algo interesante– Creo que esa mujer tiene razón – Comento – Si cuentas una historia, ¿No te liberas de ella?– Yo soy libre. Pero al hacerlo, tú también entiendes – Ahí está el secreto – que algunas historias fueron interrumpidas en el medio. Esas historias se hacen más presentes, y mientras no cerramos un capitulo, no podemos pasar al siguienteRecuerdo que leí un texto al respecto en internetPor eso es tan importante dejar que ciertas cosas se vayan. Soltar. Desprenderse. La gente tiene que entender que nadie está jugando con cartas marcadas, a veces ganamos y a veces perdemos. No esperes que te devuelvan algo, no esperes que r
Darius elegía estratégicamente su asiento en la iglesia cada domingo. Se sentaba cerca de ella, justo detrás a ser posible, para así poder embriagarse con el aroma que desprendía. Y sabía qué olor le envolvería, pues ya estaba familiarizado con su perfume. Flotaba hasta él aquella suave esencia a violetas que le excitaba y tranquilizaba a la vez. Mientras esperaba el instante en el que pudiera deleitarse hasta con el más pequeño recoveco de su cuerpo, se conformaba con el sencillo placer de inhalarla. El cuello era su lugar favorito. Le gustaba mirar el punto en donde lo rozaban los mechones castaños que se habían escapado de su peinado. Aquello le llevaba a disfrutar de salvajes fantasías, con ella como principal protagonista, en las que la imaginaba con su pálida piel desnuda, solo cubierta por aquellas gloriosas ondas. Se veía a sí mismo peinándola y poniendo los labios en aquel sitio que quería saborear. Se recreaba en lo que supondría poseerla por completo. En lo suave y flexible
– ¿Sabes? – le digo a Sara para captar su atención sin embargo sigue mirando la oscura noche por la ventana del carro – cuenta la leyenda que en este sitio por las noches, se escuchan gritos – eso hace que voltee de pronto con sorpresa mientras apago el motor– Will, es un motel – sonrío un poco– Si, lo sé – respondo mientras nos bajamos– ¿Que? Acaso ¿quieres que hagamos algo distinto? – la miro de reojo mientras caminamos hasta la entrada– No precisamente – entramos y subimos directo al ascensor, luego de saludar con la cabeza a la recepcionista, nos bajamos en el sexto piso y caminamos por un pasillo un poco largo hasta la puerta del final y toco– Podrías contarme que hacemos aquí– Ya lo veras – abren la puerta y ahí está un hombre de quizás unos treinta años de cabello negro alborotado húmedo, barba al ras bien definida con pantalón y camisa negra, los pies descalzos y una toalla en la cabeza que se la pasa tratando se secarse hasta que nos ve– Williams – dice después de unos
***– Porque solo juntos el mundo tiene sentido, te amo y es tanto así que a veces, a veces, me veo muriendo en un campo de girasoles reposando mi cabeza sobre las piernas de una mujer, esa mujer eres tu Mi ángel, soy bastante viejo y me estoy yendo con el amanecer aunque aún no se si realmente muero, pero puedo deducir que pasaremos toda una vida juntos.***– ¡Will! ¡Will! – Su voz me despierta del sueño y la veo aun somnoliento – ¿Otra pesadilla?– No lo sé – respondo calmado mirando al techo – no con certeza– ¿Qué soñabas? – giro mis ojos a los suyos– Cosas, cosas extrañas algunas donde soy feliz – Cuéntame Will, ¿Qué era? ¿De que tratan esas pesadillas? – volteo a mirar el reloj sobre mi pequeña mesa y falta un cuarto para las cuatro de la mañana– Quieres que te diga algo – me levanto y me siento sobre el borde de la cama– Si lo que sea– Algunos quieren una gran casa, un carro, lujos y toneladas de dinero, otras, otros solo queremos una pequeña cabaña en el bosque lejos de