Al salir de la habitación me sentí totalmente vacía. Estaba dejando ir una vez más a David, pero, no podía hacer nada. Me ha hecho sentir una mujer usada. Sin voltear empecé a bajar las escaleras. Para mi sorpresa todos estaban reunidos en la sala. Al verme sonrieron hasta que bajaron la mirada y vieron mi bolso. -Hola, hija -dice mi abuelo entre cariñoso y serio-. ¿A dónde vas? -Debo volver, abuelo. Se me ha presentado algo importante. -¿Qué cosa? -insiste. -Es algo personal, abuelo, por favor -le suplico. -¿Dónde está David? -Debe estar arriba. -¿Va con usted? -inquiere -Debo hacer esto sola -le respondo tranquilamente. -No me parece que... -Abuelo, estaré bien, por favor debo irme. -Bueno, pero si va su no... -Debe quedarse -le digo bruscamente-. Lo siento -digo al darme cuenta. -¿Qué pasa? -me pregunta con la misma brusquedad. -Déjenla ir. Le prometo que estará bien -dice David bajando las escaleras. -Si no vas tú, voy yo -dice Elliot serio y molesto-. No
Me marché lo más rápido que pude de allí. Casi salí corriendo. Y no por miedo, sino porque necesitaba respirar. El encuentro con Jorge no ayudó a disminuir la rabia que sentía. Por su culpa mi vida ha sido una desgracia. Pero lo iba a pagar muy caro. No estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer. ¿Querían enfrentarse a mí? Pues lo harían. E iba a estar preparada para lo que venga. Me monté en el coche y por fin pude respirar con más calma sabiendo que estaba segura allí dentro. Unos minutos más tarde por fin me tranquilicé. Mi teléfono empezó a sonar y cómo pude lo saqué de mi bolso. Estaba temblando. -¿Sí? -fue lo único que pude acertar a decir. -Por fin -dice Elliot-. Te he llamado antes. -No he visto el móvil. Lo siento. -Me has preocupado un chingo. En fin, ¿qué haces? -Me he visto con Jorge. -¿Qué has hecho que cosa? -dice asustado. -Calma. Ha sido en público y ha sido un encuentro muy corto. -¿Qué quería? -inquiere. -Lo he llamado yo -le digo, sabiendo que se pond
Luego de hablar con David, me fui a dormir. Necesitaba ir a descansar, se suponía que al día siguiente iba a hacer un poco más movido para mí. Pero esperaba con todas mis fuerzas, o al menos con las pocas que me quedaban, que no fuera tan movido y emocional. Pensé que al tocar la cama iba a quedarme dormida enseguida pero eso no pasó. Me la pasé dando vueltas toda la noche. No dejaba de pensar en David. Sabía que no estaría nada bien. Yo no lo estaba. Me cansé de dar vueltas en la cama y me levanté. Fui directo a la cocina por algo de beber, cogí mi móvil y pude ver que tenía unas llamadas perdidas y unos mensajes. No los pensaba revisar hasta mañana pero la curiosidad mato al gato. Quedé en shock cuando vi que las veinte llamadas que habían eran de David. ¿Qué hacía él despierto tan tarde? Al ver el reloj en la pantalla marcaban casi las tres de la madrugada y la última llamada sólo había sido hace cinco minutos. ¿Debería llamarlo? ¿Pasaría algo? No me lo pensé mucho, lo llamé.
Mayo de 2012 Londres No sé una m****a de política estadounidense. Ni tengo por qué. Soy ciudadano británico y el Parlamento ya es de por sí lo bastante confuso. La política no me interesa mucho. Sin embargo, me veo obligado a trabajar todo el tiempo con las secuelas que dejan los asuntos políticos. Me dedico a la seguridad, tanto privado como para el Gobierno británico. Soy bueno en mi trabajo. Me lo tomo muy en serio. En mi profesión tienes que ser bueno porque cuando no lo eres... alguien muere. Un congresista estadounidense fallece en un accidente de avión. Noticio seguro. Pero si dicho congresista es el candidato del partido de la oposición a la vicepresidencia y las elecciones son en tan solo unos meses, entonces se convierte en noticia mundial en un segundo y de manera viral. Sobre todo cuando la gente que quiere el poder
-Estoy aquí con una beca de la Universidad de Londres. En un programa de posgrado -añadí, preguntándome a mí misma por qué sentía la necesidad de contarle mi vida. -¿Y lo de ser modelo? En cuanto me hizo la pregunta aumentó la tensión sexual. Hice una pausa antes de responder. Sabía lo que estaba haciendo exactamente: imaginándome en la foto. Desnuda. Y a pesar de lo incómoda que me sentía, abrí la boca y dije: -Esto, posé... posé para mi amigo, el fotógrafo Benny Clarkson. Me lo pidió y me ayuda a pagar las facturas, ya sabes. -La verdad es que no mucho, pero me encanta tu retrato, señorita Bennett -Mantuvo la vista en la carretera. Me puse tensa con ese comentario. ¿Quién demonios era él para juzgar lo que hago para ganarme la vida? -Bueno, nunca he tenido mi propia empresa internacional como tú, señor García. Recurrí a lo de ser modelo. Me gusta más dormir en una cama que en un banco del parque. Y la calefacción. ¡Los inviernos aquí joden mucho! -El retintín de mi voz era
Al escuchar la historia entre ellos me llenó el corazón de cariño. No había escuchado cómo se habían enamorado y era maravilloso. Supongo que para él fue un flechazo y tras pensar en eso, le coloqué la mano suavemente en su rodilla y él colocó la suya sobre la mía. En el momento en que Elliot iba a seguir contándome su historia con Raquel, alguien tocó la puerta. Y sin esperar respuesta alguna, una mujer con cabello castaño, alta y delgada, de traje de falda y chaqueta blanco. -Cariño, lamento no haberte llamado pero... -quedó muda la ver la escena. Supongo que le cayó mal que él y yo nos estuviéramos tocando y lo confirmé segundos más tarde-. ¿Qué significa esto, Elliot Isaac? -Mamá, que sorpresa -dijo él con emoción levantándose-. ¿Por qué no has llamado? -¿Con esta mujer engañas a Raquel? -me mira y vuelve su mirada a su hijo-. Has caído bajo. -¡Mamá! -le regaña-. No engaño a Raquel con nadie. Mucho menos con Karla. -¿Así se llama está mujerzuela? -pregunta. -No le habl
Fue sorprende lo rápido que preparé un bolso con un par de mudas de ropa. David me pidió que lo hiciera. Dijo que no iríamos a su apartamento ni a la casa de Elliot. Iríamos al pueblo, pero a su cabaña. Me estremecí cuando me lo dijo. Recuerdo claramente lo que vi allí. David quería pasar un buen rato y que disfrutara de él, tanto como él disfruta de mí. Cuando me ayudó a montar en su coche, me hizo sentar de conductor y me pidió que me dirigiera al aparcamiento más cercano. No había nadie cerca cuando me estacioné. En menos de segundos segundos me excito e hizo que me volviera loca. Me derretí en sus manos antes de protestar. -Ven aquí -dijo quitándose su cinturón, luego me quitó el mío y me agarró para posarme en su regazo-. Te he echo de menos, cariño -dicho esto me beso con ternura. Mientras me besaba se desabrochaba su pantalón y colocaba mi tanga a un lado-. Déjame demostrarte cuanto, querida -y sin decir más me lleno por completo. Entre gemidos y placer, mi mente se nubló. N
-¿Ah, sí? -pregunta mientras le da la vuelta a la encimera con paso seguro y calmado-. ¿Puedo conocerte también? -Quizá sí, quizá no -respondo con el mismo tono provocativo-. No lo sé. -¿No? -dice agarrándome con posesión-. Creo que si querrás que te conozca, querida -y sin decir más me besó con la mismo posesión, luego fue bajando de intensidad y empezó a besarme con cariño-. Mmm -gruño cuando le mordisquee el labio inferior. -¿Te dolió? -le pregunto riendo entre besos-. Ups. -Ven acá -dice mientras me sube a la encimera y me coloca las piernas alrededor de su cintura-. Te lo haré pagar -volvió a besarme con posesión y mordisqueo ambos labios. Primero el de arriba y luego el de abajo-. Sabes deliciosa, cariño -acto seguido vuelve a quitarme la chaqueta y la blusa-. ¿Te dije que me encantas así? -yo asiento y él sonríe. -¿Qué hago acá? -pregunto mientras coloco mis manos en sus hombros. Al mínimo contacto noté como se endureció su cuerpo. Y fui bajando una mano por su pecho,