Cuando quedamos solos en la casa, David me ayuda a recoger las copas y lo que había quedado. Franco quiso ayudarme pero le dije que no se preocupara. Sí, podía dolerme un poco el cuerpo pero tampoco quería sentirme una inútil. -¿Te sientes bien? -me pregunta David entrando en la cocina. -Sí, cariño, ¿por qué? -le pregunto confundida. -¿No te duele nada? -vuelve a preguntar. -No, David -me estaban frustrando sus preguntas-, estoy bien. -¿De verdad, no te duele nada? ¿Estás bien? -vuelve a preguntar una tercera vez. -Sí, de verdad David -me volteo molesta, pero al hacerlo choqué con él. Lo tenía tan cerca de mí que podía oler su perfume aún-, esto... -me puse nerviosa, lo admito-, estoy bien, cariño. -Bien, porque quiero besarte -dice haciendo que trague saliva-, y quiero hacerlo ahora mismo. No tuvo que esperar que le dijera algo más. Se acerco a mis labios y me beso. Lo deje hacer, moría por sentirlo una vez más. Moría por besarlo, tocarlo, sentirlo dentro de mí, no pod
A la mañana siguiente me desperté y estaba sola en la cama. Lo busqué con la mirada por cada rincón de la habitación pero no lo encontré, fui al baño a lavarme la cara y tampoco estaba allí, estaría en cualquier parte de la casa, pensé. Salí de la habitación en su busca, no lo encontré en la sala, tampoco estaba en la cocina pero si había una nota >. Pero, ¿por qué fue solo? Quedamos en ir los dos. Ahora me voy a aburrir acá sola, es una casa muy grande para mí. Revisé el congelador, debía de haber algo para cocinar, tengo hambre y no sé cuánto vaya a tardar David en llegar. No había lo necesario para rellenar mi panza, pensé al mirar el congelador. Ojalá David no tarde mucho. Me senté en el sofá de la sala, encendí la televisión y busque un canal dónde pudiera ver alguna película o documental. No encontré nada interesante para ver. Me levanté de sofá y volví a la cocina por un poco de agua y leí la nota de nuevo, <
Unos minutos más tarde llegamos al hospital. Allí estaba Alvaro con un doctor esperando por nosotros, por mí en realidad. Alvaro me ayudó a bajar del coche mínimo David se estacionó. Su preocupación podía notarla en su cara y al ver a David acercarse a nosotros palideció, parecía un papel y me pareció gracioso pero no estaba para reírme. -Buenos días, Alvaro -le saluda David tendiéndole la mano. -Buenos días, señor García -le responde y se dan un apretón de mano-. Señorita García -dice saludando a Carmen formalmente. -Ya lo saben, Alvaro -le dice de sopetón a Alvaro y palideció más. -Se lo puedo explicar, señ... -Luego, Alvaro -lo interrumpe David-. Ahora lo primero es la salud de mi mujer -le dice amablemente. -Sí, lo entiendo -su alivio no fue por mucho tiempo cuando vio en la condiciones que me encontraba-. Karla, ¿estás bien? -Quisiera, Alvaro -le respondo apenas-, quisiera que sí. El doctor se acerca a mí y me ayuda a recostar, pero al no poder hacerlo, David me co
-Kar -dice Elliot mirándome con una GRAN sonrisa-, ¿quieres ser la madrina? -me pregunta de golpe y no sabía ni que decir. -Sí, Karla -dice su prometida-. Nos encantaría muchísimo que nuestra > sea la madrina de boda -su sonrisa era felicidad-, junto con Carmen. -Encantada -logro decir al fin. -Yo -dice Carmen-, quiero ser la madrina de su boda -dice mirándonos a David y a mí. -Ya lo veremos, hermanita -le responde David. Más tarde cada quién se fue a su casa. Tenían un viaje un poco largo que hacer, Alvaro se encargó de llevar sana y salva a Carmen, seguidos de Elliot y su prometida, iban al mismo destino. Franco y mi padrino se fueron más calmados al saber que ya estaba en casa. -Querida -me llama David-, ¿puedes venir? -Claro -le respondo-, dame un segundo. Cuándo fui a la cocina me encontré con la cena hecha, una cena romántica y David al otro lado con una sonrisa y una caja parecida a la anterior. Casi me desmayo pero me contuve, en realidad no sabía que ha
Terminamos de desayunar tranquilos cuando David recibió una llamada. Por su semblante pude notar que no trataba de algo bueno, dudó en contestar unos segundos, podía notar el nerviosismo de contestar a mi lado pero se armó de valor y por fin lo hizo. -Buenos días, Andrea -saludo a la persona al otra lado del teléfono-. ¿En qué te puedo ayudar está mañana? -Buenos días, señor David -le responde el saludo la mujer. No sé en que momento lo hizo pero tenía su móvil en altavoz-. Cómo ya debe saber, su pedido está hecho, hemos encontrado al hombre. -le explica-. Nos ha dado información muy valiosa, si gusta puedo pasar por su apartamento a darle lo que tenemos. -No -responde de inmediato David-, no estoy en mi apartamento. Estoy en mi casa con mi mujer -le explica. Algo me decía que entre ellos había pasado algo pero no me preocupaba-. Pasaremos más tarde por la empresa, los pasaré buscando, tenlos a la mano por favor. -Sí, señor -dice y cuelga al instante. David me mira seriamente y
-Pero... las placas -dice Elliot sin entender-, ¿eran tuyas? -Sí y no -le respondo-. Sí eran mías, pero no tengo las costillas tan lastimadas. No la han editado, están algunas partidas pero poco a poco mejoraré. -Sí que eres fuerte -me dice aún más sorprendido-. ¡TREMENDO MUJERÓN TIENES, HERMANO! -le dice a David. -Pero... -dice David-, ¿cómo te has defendido? -Dos meses entrenando boxeo y karate -le respondo-. No creas que fueron vacaciones las que me tomé. -A partir de ahora -me dice un poco divertido-, te tendré miedo. -Somos dos -dice Elliot también divertido. -Deberían -les digo-, deberían. -miro a Patricio y digo-: ¿Pueden hacer algo por mí? -Claro -dice mi cuñado serio-, lo que tú quieras. -Llévenlo a casa de su madre -digo seria-, no sólo tú me tendrás miedo -le digo a Patricio. Salimos de esa habitación y subimos a la oficina de Elliot. Estando allí sus empleados escucharon detenidamente la orden de Elliot. Llevarían a Patricio a casa de los padres de Jorge
-También te quiero -le respondo-, gracias. Llegamos poco después a la casa, David había comido postre en la cafetería así que me pidió que no le preparará nada para el almuerzo. Me decidí en hacer una tostada con huevo revuelto y tocino, ya que cocinaría para una sola persona. -¿Sólo eso comerás? -preguntó cuando me senté en el sofá. -Sí, no tengo mucho apetito. -le respondo-. Además, no iba a cocinar algo que solo iba a comer yo. -Tienes razón -dice tocándome la rodilla, tienes toda la razón. Comí mientras veía televisión junto con David. Casi me ahogo cuando escucho las noticias. -Hay rumores que el señor David García tiene nueva conquista. Y no es más que la misma señorita que dejó plantado al señor Jorge en el altar hace dos meses. ¿Le diría que NO por qué le era infiel con David García? ¿El amorío empezó después de dejar plantado a su prometido en el altar? No sabemos con detalles, pero nos han informado que la señorita Karla y el señor David están viviendo juntos en c
Ver la cara de David, fue lo peor. Primera vez que yo lo veía tan mal, tan asustado. Le indique a los guardaespaldas que cuidaran a David, a regañadientes pero todos se pusieron a su alrededor. Al igual me cuidaban a mí, pero su prioridad era él. Mi humor se volvió tenso, quería hacer algo pero no sabía qué. Saqué mi teléfono y llamé a Elliot. Al segundo tono me contestó: -Cu... -no lograba entender-, cuñada. -¿Estás bien? -le pregunto. -No -dice-, no lo estoy. -¿Por qué? ¿Qué pasa? -empiezo a preguntar. -Tu cuñado no está bien, ¿acaso no escuchas? -una voz gruesa está del otro lado. -¿Qué quieres? -pregunté enojada. -VENGANZA, M*****A ZORR* -era Patricio. Colgué, dejé a los chicos y salí corriendo. Abrí la puerta de golpe, entré y cerré la puerta con seguro. Escuché a David llamarme pero no me importó, necesitaba saber cómo estaba mi cuñado. Lo vi, golpeado, herido, me entraron ganas de llorar. Me tapé la boca con la mano y miré a Patricio. -Eres un maldit* sinico. D