-¿Crees que tu padrino le esté halando las orejas a David? -pregunta de pronto Franco divertido.
Su pregunta me hizo reír una vez más, está vez me reí con ganas sin importarme el dolor. Al tranquilizarme un poco le digo:
-Es lo más seguro. Sería la primera vez que él me ve con un hombre -digo pensando-, y más en una escena cómo esa.
-Pobre David -se empieza a reír y cuando se calma me dice-: Pero a mí no me importaría, por lo menos te beso.
-No cambias, Franco -digo seria pero luego empiezo a reír de nuevo-. Un beso que no se repetirá.
No estaba segura de ello pero si mi padrino le estaba halando las orejas a David como dijo Franco, lo más seguro es que David se aleje de mi. Mi padrino no le gusta que me hagan daño, NADIE puede hacerlo y por eso casi nunca le cuento las cosas.
Lo ad
Franco salió de la habitación en busca de la doctora. Todos estaban impacientes para saber la respuesta, por mi parte ni siquiera quería volver a ver ese papel que la doctora traía cuando vino. Quería mantenerme positiva, pero no lo lograba.Mientras estuvimos solos, mi padrino y David intercambiaban mirada. Me tenían nerviosa, pero tanto conozco a mi padrino que sabía que algo quería decirme. Sólo que en ocasiones suelo ser muy volátil, no lo culpo si no me quiere decir. Pero la incomodidad se intensifico demasiado, me sentía extraña con estos dos hombres. David me miró por un segundo y me sonrió, mi padrino aprovechó de hablar:-Sé lo que pasa entre ustedes -dice sin más-, sé que no son nada y que no ha pasado nada pero... -busca las palabras exactas, o eso creo-, deben admitir que ambos se gustan.-¿Qué
No sé por cuánto dormí pero al despertar me encontré con la mirada de David. Él me sonrió al verme abrir los ojos y le devolví la sonrisa. Estaba segura que no lo vería aquí al despertar pero me alegra que se haya quedado, cuándo visualicé la habitación, no había más nadie. Ni Franco ni mi padrino. Creo que David notó mi tristeza al no ver a ninguno de ellos de acá y me dijo: -Tu padrino sigue ocupado, me llamó hace cinco minutos -me sonríe y continua-. Franco está en el apartamento de tu tía buscando ropa para cambiarte. La doctora ha venido hace diez o quince minutos y nos ha dicho que ya podemos llevarte a casa. -¿En serio? ¿Ya puedo irme a casa? -mi felicidad no podía ocultarla. De verdad quiero irme a casa. -Sí cariño -me responde casi con la misma felicidad. No podía ocultar que aún seguía enojado con la noticia que recibió-. Ya podemos llevarte a casa. -me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja y me pregunta-: Entonces, ¿a qué ca
Primero pasamos por mi apartamento. En el de mi tía solo tenía la ropa que Franco me había llevado al hospital. Todos esperaban por mí en la sala mientras yo acomodaba mi ropa en la maleta. No pretendía llevarme todo, solo un poco. Lo poco que conocía a David era capaz de echarme de su casa, no estoy segura pero tampoco pretendía averiguarlo. Estuve lista diez minutos después, estaba apurada así que metí la ropa a lo loco, luego la arreglaría en casa de David. Antes de salir fui al baño y me vi en el espejo, estaba pálida, el rubor que siempre tenía en mis mejillas no estaba. Cualquiera pensaría que estaba enferma o algo parecido. Tomé mi neceser de maquillaje y retoqué mi típico rubor y un poco de brillo en mis labios, al terminar me gustó el resultado así que llame a Franco. -¡FRAAAAN! -grité-, ¿puedes venir? -Claro -responde-, voy en un momento. Un segundo después llegó a la habitación, al verme quedó de piedra. Además de retocarme un poco la cara también me cambie de ropa.
-¿Por qué piensas tal cosa? -pregunta Fran mirándome con ojos muy abiertos. No había nada que pensar, no había nada que meditar. También lo miré fijamente y le contesté: -Por venganza -me encogí de hombros-, ha dicho que quiere venganzarse y que más fuerte que esto. -Karla, -se coloca al frente de mí y me sujeta ambas manos-, sé porque lo piensas y me lo acabas de confirmar, pero ¿crees que te mandaría a violar? -pregunta muy serio-. He visto con mis propios ojos el enojo que tenía desde el momento que se enteró que te habían hecho tal cosa -se acerca más a mí y me dice casi al oído-. Además, me ha dicho que cuando encuentre al imbécil, lo va a mandar tres metro bajo tierra -me dice alejándose un poco afirmando con la cabeza. Lo miré con ojos muy abiertos. >, dije para mí. ¿En serio ha dicho eso? ¿Debo confiar que en verdad no fue él quién a mandado a golpearme? Bueno, ahora que lo pienso Franco tiene razón, David se puso todo hecho furia cuando escuchó el resul
Cuando quedamos solos en la casa, David me ayuda a recoger las copas y lo que había quedado. Franco quiso ayudarme pero le dije que no se preocupara. Sí, podía dolerme un poco el cuerpo pero tampoco quería sentirme una inútil. -¿Te sientes bien? -me pregunta David entrando en la cocina. -Sí, cariño, ¿por qué? -le pregunto confundida. -¿No te duele nada? -vuelve a preguntar. -No, David -me estaban frustrando sus preguntas-, estoy bien. -¿De verdad, no te duele nada? ¿Estás bien? -vuelve a preguntar una tercera vez. -Sí, de verdad David -me volteo molesta, pero al hacerlo choqué con él. Lo tenía tan cerca de mí que podía oler su perfume aún-, esto... -me puse nerviosa, lo admito-, estoy bien, cariño. -Bien, porque quiero besarte -dice haciendo que trague saliva-, y quiero hacerlo ahora mismo. No tuvo que esperar que le dijera algo más. Se acerco a mis labios y me beso. Lo deje hacer, moría por sentirlo una vez más. Moría por besarlo, tocarlo, sentirlo dentro de mí, no pod
A la mañana siguiente me desperté y estaba sola en la cama. Lo busqué con la mirada por cada rincón de la habitación pero no lo encontré, fui al baño a lavarme la cara y tampoco estaba allí, estaría en cualquier parte de la casa, pensé. Salí de la habitación en su busca, no lo encontré en la sala, tampoco estaba en la cocina pero si había una nota >. Pero, ¿por qué fue solo? Quedamos en ir los dos. Ahora me voy a aburrir acá sola, es una casa muy grande para mí. Revisé el congelador, debía de haber algo para cocinar, tengo hambre y no sé cuánto vaya a tardar David en llegar. No había lo necesario para rellenar mi panza, pensé al mirar el congelador. Ojalá David no tarde mucho. Me senté en el sofá de la sala, encendí la televisión y busque un canal dónde pudiera ver alguna película o documental. No encontré nada interesante para ver. Me levanté de sofá y volví a la cocina por un poco de agua y leí la nota de nuevo, <
Unos minutos más tarde llegamos al hospital. Allí estaba Alvaro con un doctor esperando por nosotros, por mí en realidad. Alvaro me ayudó a bajar del coche mínimo David se estacionó. Su preocupación podía notarla en su cara y al ver a David acercarse a nosotros palideció, parecía un papel y me pareció gracioso pero no estaba para reírme. -Buenos días, Alvaro -le saluda David tendiéndole la mano. -Buenos días, señor García -le responde y se dan un apretón de mano-. Señorita García -dice saludando a Carmen formalmente. -Ya lo saben, Alvaro -le dice de sopetón a Alvaro y palideció más. -Se lo puedo explicar, señ... -Luego, Alvaro -lo interrumpe David-. Ahora lo primero es la salud de mi mujer -le dice amablemente. -Sí, lo entiendo -su alivio no fue por mucho tiempo cuando vio en la condiciones que me encontraba-. Karla, ¿estás bien? -Quisiera, Alvaro -le respondo apenas-, quisiera que sí. El doctor se acerca a mí y me ayuda a recostar, pero al no poder hacerlo, David me co
-Kar -dice Elliot mirándome con una GRAN sonrisa-, ¿quieres ser la madrina? -me pregunta de golpe y no sabía ni que decir. -Sí, Karla -dice su prometida-. Nos encantaría muchísimo que nuestra > sea la madrina de boda -su sonrisa era felicidad-, junto con Carmen. -Encantada -logro decir al fin. -Yo -dice Carmen-, quiero ser la madrina de su boda -dice mirándonos a David y a mí. -Ya lo veremos, hermanita -le responde David. Más tarde cada quién se fue a su casa. Tenían un viaje un poco largo que hacer, Alvaro se encargó de llevar sana y salva a Carmen, seguidos de Elliot y su prometida, iban al mismo destino. Franco y mi padrino se fueron más calmados al saber que ya estaba en casa. -Querida -me llama David-, ¿puedes venir? -Claro -le respondo-, dame un segundo. Cuándo fui a la cocina me encontré con la cena hecha, una cena romántica y David al otro lado con una sonrisa y una caja parecida a la anterior. Casi me desmayo pero me contuve, en realidad no sabía que ha