Capítulo 253

―No, no, gracias. Bueno esta es su planta.

―¿No me acompañas hasta la puerta? Anda hija, ya que has sido tan amable. Con la artrosis me cuesta coger las bolsas con los dedos. ¡Mira como los tengo!

A Sonia le entraron los siete males. Le ponía nerviosa bajarse en aquel rellano, y más ahora sabiendo que Richard podía estar allí haciendo ruiditos en la habitación. Si de pronto salía por la puerta, ¿cómo iba a reaccionar? Aunque en el fondo le apetecía que sucediera para ver qué pasaba. Pero al instante cambiaba de opinión y deseaba todo lo contrario. En un momento habían comenzado a lloverle todos los recuerdos de golpe.

―Bueno, se las acerco a la puerta y me voy corriendo que tengo prisa.

―¡Qué prisa ni prisa! Pasa y te tomas un cafetito con nosotros ―le indicó mientras abría la puerta y se metía hasta la cocina. Sonia no tuvo otro remedio que seguirla y cerrar la puerta tras ella. El marido a los pocos minutos apareció en escena―. Mira Pepe, esta es la vecina aquella de las llaves. Es
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