Capítulo 256

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Diez sencillos pasos para librarse de esas incómodas supersticiones, que sumergen al que las padece en un mar de limitaciones.

Paso número uno: "Cómo derramar un salero y no morir en el intento". Bueno, creo que aquí no queda nada que explicar, solo apuntar que estoy convencida de que aún sigues echándote una pizca de sal detrás del hombro izquierdo.

«No he derramado ni un solo grano aún, y mira que he tentando a la suerte, pero eso tenlo por seguro».

Paso número dos: "Cómo evitar que un paraguas asesino te ataque en un recinto cerrado". Se dice que esta superstición nació porque, al terminar en punta y tener varillas metálicas, se corría el riesgo de ocasionar daños a terceros. Así que si te encuentras solo en casa… no veo el problema a la hora de abrirlo. También se dice que cuando se introdujo el paraguas en Europa, al principio, lo usaban solo los sacerdotes para oficiar los entierros… quizá alguien hizo un remix con las dos historias y se creó
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