«¡No me lo puedo creer Sonia! Entras en mi vida como un huracán, desapareces, y ahora pretendes que todo vuelva a empezar como si nada. Con alguien como tú no contaba, ¿sabes? No me convienes en absoluto, rompes mis esquemas y además… ya había asumido tu fuga. ¿Y ahora qué? ¿Tiro la carta y hago como si no la hubiese recibido? ¿Qué harás si no aparezco, Sonia? ¿Te conformarás? ¿Insistirás? ¿Lo probamos? ¿Quieres algo de tu medicina?».Sonia estaba hecha un manojo de nervios. Después de darle mil vueltas había decidido ponerse el mismo conjunto que usó la primera vez que salieron juntos. No era por superstición ni porque creyese que le iba a dar suerte, simplemente pensaba que de esa guisa sería un volver al principio en toda regla. Le costó horrores enfundarse de nuevo aquellos vaqueros, la Semana Santa en Mallorca le había sentado de maravilla a su trasero. Cuando terminó de arreglarse, puntual como nunca, le dio cinco minutos de rigor en la espera de casa; conociendo su escrupulosa
―Pero me daba mucha vergüenza la verdad, por si pensabas que era idiota perdida.―Y muy rara, Sonia, me das miedo.―Tan rara no soy, lo que pasa es que siempre tomo las decisiones más… aparatosas.―¡Ahí le has dado!―Eso unido a que me pasan cosas muy extrañas… ¿Sabes qué? ―en un brote de entusiasmo apoyó la mano en su brazo para hablar―. Te debo una cena. No te superé en pasado escabroso, pero creo que te superaré en un futuro próximo de esa terminología.―Me estás asustando, Sonia. ¿Qué tienes pensado hacer?―En agosto voy de boda, se casa mi mejor amiga de toda la vida, adivina con quién.―¡No! ―contestó él, abriendo los ojos de par en par.―¡Sí!―¿Y cómo lo llevas, cómo te enteraste?―Bien, ya lo he superado, aunque admito que me ha costado hacerme a la idea. Me enteré por ella. Estuvimos un tiempo algo distanciadas, pero ahora bien. Con él más distante, es más fácil cuando se corta con alguien y se pierde el contacto. El tener que compartir a mi amiga es incómodo, sobre todo esta
-Fuese sido un idiota si no iba a ese concierto de flamenco -dijo mi abuelo-. Una historia complicada -añadió un poco pensativo. -Solo al principio -respondió mi suegra con una sonrisa-. Pero supimos valorear el tiempo después de lo sucedido. Richard cambió. Yo cambié. Nos hicimos bien. Y, un año después, ya estaba embarazada de David. Un año después de eso, nació Elliot. Pensabamos quedarnos con dos, hasta que supimos que venía Carmen en camino. -¿Qué fue lo más complicado? -preguntó mi hermano-. Digo, si se puede saber. -Creo que lo más complicado de la relación fue que nunca superó a tu madre -dijo con tranquiladad-. Era feliz conmigo, me amaba, de ello no tengo duda, pero tu madre siempre estuvo presente en su vida. No la culpo, ahora no. Me refiero que, tu madre era una mujer hermosa, llamaba la atención por dónde caminaba, ¿quién no se volvería loco y obsesionado con ella? Todas en el colegio la envidiaban. Nadie quiso acercarse a ella porque no querían sentirse opacada.
Como le hicimos, no sabemos. Pero volvimos a dormir en el duro suelo del patio. No habían suficientes camas y preferimos dejarselas a los adultos para que descansen bien y no tengan un viaje tan pesado. -Buenas noches. Fueron las úlimas palabras que logré escuchar de Elliot. Estaba muy cansada así que me dormí al tocar piso. La mañana siguiente estaba de vuelta en la cama. ¡David! pensé. Sonreí al imaginarlo subiendo conmigo en brazos. Me dolía un poco la cadera. Me duché y me alisté para bajar. Todos estaban listos para depedirse, el apuro los traía locos. -¿Pretendían irse sin depedirse de mí? -pregunté al entrar a la cocina. Todos voltearon a verme y me sonrieron de oreja a oreja. Le desvolví la sonrisa y me senté al lado de mis abuelo. -No, cariño-dijo mi abuela-. Pero tampoco pensabamos despertarte. -Entonces si pensabn irse sin deperdirse de mí -respondí fingiendo molestia-. No me lo puedo creer. N me parece justo. -Bueno, bueno, para que no andes llorando -dijo
-¿Y ya está? -preguntó. -Pues sí -responí tranquila-. Eso fue todo lo que pasó en aquel tiempo. Como dije, luego volvimos a liarnos pero ya no. -¿Por David? -Claramente -respondí-. Una cosa era Jorge y ahora muy diferente David, Raquel -alcé la mirada y la vi fijamente antes de preguntar-. ¿En serio piensas que volvería a liarme con Fisher? -Estando con David no y menos embarazada -dijo señalando mi vientre-. Pero estoy segura que si no estuvieras en esta posición, que si lo harías. Vamos, chica, que ese amigo tuyo es un bombón. ¿Cómo se liaron? O sea, si no me equivoco tu hermano dijo que era el inalcanzable de la escuela. -Bueno, tampoco es que yo era fea -dije ofendida-. Tenía lo mío -saqué mi m{ovil y metí mi red social dónde tenía alguna que otra foto de hace años-. Mira -Raquel la vió y me miró con los ojos abiertos. -¡Pero si eras una diosa, Karla! -dijo-. Bueno, sigues siedno una diosa. Estás mucho mejpr ahora, pero mujer si antes era un monumento. Me reí de sus
Ambos se miraron por nos segundos. Luego a mí. Fisher me miró tranquilo, mientras mi hermano me miró extraño y asombrado. Él sabe que jamás sería mal educado con nuestro amigo pero no sé exactamente que me pasaba en ese momento. Tampoco pensaba ni quería quedarme allí para descubrirlo. -Fue un gusto volver a verte, Ale -le dijo él a modo de despedida-. ¿Me dejas tu número? -Te lo envío del móvil de Kar -dijo estrechando de nuevo sus manos-. Pero antes, ¿qué diablos le hiciste a mi hermano? -Alejandro -le regañé-. Ya vamos. Fue un gusto encontrarnos de nuevo. Nos vemos el día de la boda. Te mandaré la ubicación y la hora. -Cuidate, Kar -respondió en voz baja. -Hasta luego -dijo mi hermano. Los dos nos encaminamos al encuentro de los demás que ya estaban afuera esperando por nosotros. -Creí que tenía que ir a buscarlos -dijo Elliot divertido. Por otro lado, David tenía la peor cara de molesto que podía algún ser humano tener. Miré a Raquel, estaba tranquila, como si nada
Los chicos al final se decidieron solo a comer postre. Todos habíamos desayunado ya. Disfrutamos un buen rato los seis hasta que me llamaron. -Buenos días, señorita López, pero necesitamos que venga a la empresa de su padre. Era uno de los empleados. ¿Cuál era la urgencia? -¿Pasa algo? -pregunté tranquila. -Venga, señorita, por favor. Uno de los chicos a tenido un accidente. Al escuchar aquello no dudé dos veces en levantarme y caminar como alma qe lleva el diablo. Sin pensarlo dos veces los demás se evantaron y me siguieron. -Voy para allá. Colgé sin esperara respuesta. -¿Qué pasa? -preguntó Alejandro alarmado-. ¿Los abuelos, mi tía, qué? -A ellos no les a pasado nada -respondí-. Uno de los trabajadores me ha llamado y me dijo que otro de ellos tuvo un accidente. -Andando -dijo Alejandro. Llamé a Álvaro que estaba un poco más cerca y podía llegar antes. -Dime, Karla -respondió al segundo tono. -Ve a la empresa de mi padre con Gregorio o alguno de los chicos -le dije rápi
-¿Qué tan grave es? -preguntó Alejandro llegando a su auto. -No lo sé -respondí alterada-. Solo me han dicho que alguien tuvp un accidente. Y que me necesitaban llí de inmediato. -Te juro que si es una trampa... -Y un carajo, Alejandro -le regañé-. Igual hay que ir a ver. Monta al coche y calla. Sin decir nada más, montó en su auto y sin miramiento alguno arrancó en dirección a la empresa. Más atrás David y Elliot. Todo el camino traté de calmarme y estar lo más tranquila posible para lo que venía. No tenía la más mínima idea de lo sucedido y ni siquiera podía ni quería imaginarme. -Todo estará bien -dijo David tocando mi pierna-. Debes estar tranquila, cariño. Solo pude hacer un movimiento de cabeza. ¿Quién tuvo un accidente? ¿Con qué? ¿Por qué ahora? En cuestión de casi diez minutos llegamos. Estaba un poco más calmada. Álvaro y Gregorio ya estaban allí. -Denme las malas noticias -les dije al llegar a su lado. -No es tan grave -dijo Álvaro llevándome hacía el lugar d