―¿Lo de por qué dejamos de ir?―Sí.―¿Y qué te dijo?―Me mandó a freír espárragos. ¡Ahora tengo una duda que no veas! He pensado que se lo voy a preguntar a mi tía Conchita, si hay algo interesante ahí… ella es nuestra fuente.―¿No estás demasiado tranquila para haber quedado esta noche con "tu Richard"?―He decidido tomármelo con tranquilidad. Es más, no quiero embarcarme en nada tan pronto, cuando uno sale de una relación larga necesita un espacio de recuperación de su identidad.―¿De su identidad? ¿Has perdido tu identidad?―Me lo acabo de inventar, yo me entiendo. Además, siempre he escuchado que la primera persona que encuentras después de una ruptura, es una especie de pasante, alguien que te sirve para eliminar el recuerdo del anterior y no te deja la suficiente huella como para que te influya en la siguiente relación. No quiero tener un pasante de vecino. Encontrármelo a diario y saber que fue alguien que estuvo de paso en mi vida… sería demasiado incómodo.―Y aún creyendo esa
―¿Tú no tienes manías extrañas?―¿Te refieres a cosas de esas raras que puedan equipararse a la superstición?―Exacto.―Que yo sepa ―hizo una pequeña pausa pensando―, no.―Eso es imposible. Algo raro habrá que haces sin ninguna explicación lógica.―Creo que no, pero tranquilo, en cuanto encuentre alguna te pongo al corriente.Se encontraron de pronto en uno de esos silencios que surgían entre ellos cuando se les terminaba un tema. Lo rompió Richard.―¿Por qué decidiste venir a vivir a Málaga?―Me apetecía un cambio de aires después de los últimos acontecimientos que ya conoces, y Málaga era el sitio más alejado y familiar para mí.―¿Y te has adaptado bien? ¿No echas de menos volver?―Sí y no. Me he adaptado bien, pero a veces tengo momentos de esos de decir: ¿Qué hago aquí? Sobre todo porque echo de menos a mi familia. ¿Tú siempre has vivido en Málaga?―Sí, boquerón de pura cepa.―¿No tuviste hijos?―¡¡Guau, qué giro le has dado al timón!! Pero no, no tuve hijos.―Es que se me ha pasa
Cuando aparecieron en el portal de sus casas estaban visiblemente contentos. No habían bebido demasiado, aunque las copas que habían tomado desinhibían su actitud de tal forma que los juegos, que al principio salían de una forma pausada y tímida, habían pasado a otro nivel de provocación, y la atracción que sentían el uno por el otro se les estaba desbordando por momentos. Subieron al ascensor y cada uno marcó el botón de su piso, aunque ambos intuían que de aquel ascensor no bajarían por separado.«No tenía que haberle dado a mi planta y esperar a ver qué hacía él, he sido demasiado rápida».«¿Qué hago, la invito a tomar algo en casa? Esta vez me niego a dejarlo pasar».«¿Por qué cuando habla es tan lanzado y luego se corta para actuar?».«No entiendo lo que me pasa, ¿por qué hace que me bloquee?».«¿Y si me lanzo yo? No Sonia, si sale mal luego te arrepentirás de haber dado tú el paso. Y si se lanza él también, si total… es lo mismo ¿no?».Antes de llegar a la planta doce, Richard h
Richard no había pasado mejor noche que Sonia, sobre todo por la impotencia de no haber podido explicarse con ella. Con Susana pudo dejar las cosas bien claras.―¿Se puede saber a qué has venido? ―volvió a preguntar a Susana, cuando Sonia salió de su casa precipitadamente.―Vine para hablar contigo. Llamé a la puerta, no vayas a pensar que entré así sin más, pero como no contestabas decidí esperarte dentro.―Y ya de paso controlar a qué hora llegaba, cómo y con quién… ¿a ti esto te parece normal? Porque siento decirte, Susana, que empiezas a darme miedo.―¿Miedo? ¿Qué pasa, que ahora te parezco una perturbada? ―le siguió por el pasillo hasta el dormitorio. Al ver que Susana no hacía intención de vestirse, cogió su vestido y se lo entregó educadamente. Ella comenzó a vestirse completamente indignada―. ¿Hubieses preferido que te esperase sentada en el portal, es eso? Pensé que quizá, al haber pasado unos días sin vernos, me echarías de menos. Lo nuestro me importa ¿sabes? Ya veo que a t
―Esa es una información que no puedo darte, no te conozco. —«si supieras, chaval, que conozco hasta tu perfume».―Mi nombre es Richard, soy… el vecino de abajo —«y el capullo que lo jodió todo, por si no te ha informado de mi hazaña».―Pues cuando vea a Sonia le diré que has estado aquí, y ya se pondrá ella en contacto contigo ¿no? —«estás tú listo, si piensas que Sonia se va a acercar otra vez a ti. Aunque con esta nunca se sabe, no pondría yo mucho la mano en el fuego… menos mal que no me estás oyendo».―Vale, muchas gracias. De todos modos, intentaré subir más tarde por si ha llegado —«no me fio de ti ni un pelo, capaz eres de no decirle que he estado aquí. ¿Por qué me miras con esa cara?».―Sonia no va a llegar más tarde, está… de vacaciones ―Manu pensó que aquella mentirijilla no perjudicaría a Sonia, al fin y al cabo era lo que pensaba hacer, irse con sus padres. «Él pensará que está en Mallorca y ella estará tranquila en Benalmádena. Chao amigo, felices vacaciones. Búscate a ot
El uno de septiembre Sonia recuperó su vida cotidiana a regañadientes. Se había despedido de sus padres en el aeropuerto el día anterior, y aquella semana se perfilaba con el hastío del final de las vacaciones, incluso del verano, porque aunque todavía quedaba un mes largo de buen tiempo en aquella ciudad, septiembre marcaba un inicio de todo, al igual que lo hacía el mes de enero.Había recobrado la fuerza que trajo al principio, cuando aterrizó en Málaga hacía ya cuatro meses, aunque hubiese jurado que había pasado casi un año. Su casa estaba tal y como la había dejado el día que hizo su equipaje para un mes. No había vuelto a pisarla desde entonces.Al volver del trabajo pensó en deshacer la maleta que seguía aún cerrada desde el día anterior. Cambió de opinión al darse cuenta de que primero debía comprar productos de primera necesidad: leche, pan, huevos, chocolate, patatas fritas, cervezas, y un sinfín de chucherías más. Llamó al ascensor con total tranquilidad. Ya no le preocupa
Málaga, 7 de agosto de 2010¿Sabes una cosa? Estas vacaciones son las más extrañas que he tenido. Es la primera vez que las paso en Málaga, sin hacer ningún viaje. Y, sobre todo, es la primera vez que me tomo un mes a la bartola. Excepto porque voy al gimnasio tres veces por semana y recojo la casa a diario… (No sé si te dije que soy bastante "marujo") el resto del día me lo paso tirado en el sofá sin hacer nada, mirando las musarañas y dejando escapar el tiempo tranquilamente (tampoco sé si te dije que era un obsesionado controlador del tiempo y odio perderlo). También me estoy poniendo hasta arriba de porquerías. Si sigo así, en septiembre volveré al trabajo rodando. Y si sigo dándote tantos detalles sobre mis horribles costumbres, lo mismo de aquí a entonces te alejas más de mí, si cabe.Besos, Richard.«No hace falta que lo jures, si te calé enseguida… bueno, vale, sí, fallé un poco, pero aquella forma de mirar el reloj y los dígitos "pasa plantas" eran de un maniático obsesionado
―¿Cómo de íntimo?―¡Que se liaron, vamos!―¡No jodas!―Como lo oyes. Y tu madre, como es lógico, puso tierra de por medio.Sonia llegó a casa cerca de las dos de la madrugada. Sabía que debía irse a dormir si no quería levantarse como una muñeca de esas Monster High que estaban tan de moda, pero no pudo resistirse a coger el taco de postales y seguir leyendo.Málaga, 8 de agosto de 2010Hola Sonia,Te escribo desde la playa con todos los domingueros. Nunca me ha gustado venir en domingo, pero últimamente me he prohibido mantener tantas costumbres, y me estoy desquitando. ¿Qué sentido tiene hacer las cosas de una manera o de otra? Si al final lo que cuenta es el resultado, y este, a veces, es el mismo hagas o dejes de hacer. Lo estoy pasando muy bien, no recuerdo la última vez que vine solo a tomar el sol. Aunque ahora que lo pienso, es como si hubiese venido contigo. ¡Te presto un trocito de mi día de playa! ¿Lo aceptas?Besos, Richard.PD: Se ha puesto el sol. Sin noticias de Sonia.