Capítulo 240

Somia consiguió deshacerse de sus caseros en el mismo instante que sonó el timbre de la puerta. A Manu le sorprendió encontrarles allí aún, después de media hora. La cara de estos, cuando se encontraban con Manu, formaba un signo de interrogación. Manu al entrar le dio dos besos a Sonia y, cuando ellos amagaban hacia la salida pero sin moverse del sitio, la cogió por la cintura mientras les miraba fijamente con cara de póker. Aún tenían carrete y volvieron a sacar el tema sobre la caída de la tela de la cortina.

―De verdad que a mí me da igual la caída ―volvió a explicarles Sonia― lo único que me importa es que el color sea liso, pero tampoco es mi casa, así que como decidan estará bien. Y lo siento pero es que tenemos cosas que hacer.

―Sí, sí, y nosotros. Venga, ya os dejamos tranquilos. Oye y en cuanto a lo de los pobres, cuando lleguemos a casa te buscamos el teléfono.

―Vale, muchas gracias, tampoco hay prisa.

―De nada, a ti por dejarnos medir ―Sonia consiguió cerrar la puerta fina
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