Llegamos a la cafetería y al entrar, algunos ojos voltearon a vernos.Eso me preocupaba. No saber por qué voltean a verte, y/o tener alguna sospecha del motivo era lo peor que a alguien podía pasarle.Sin embargo, David y yo ignoramos todas las miradas y nos dirigimos a una mesa. Justo al frente de la televisora. Y vimos el motivo exacto de porque voltearon.-¿Qué hacen nuestras fotos en la televisión? -pregunté.-Suba el volumen, por favor -le dijo David a la camarera.Y escuchamos claramente:- ¿Los enamorados no lo están en verdad? Rumores dicen que el compromiso es simplemente un contrato de matrimonio. Se sabe que la señorita Karla López es huérfana desde hace años y que sus padres le han dejado alrededor de cuatro a cinco empresas y la pobre nunca ha sabido que hacer con ellas. Su hermano mayor nunca ha querido hacerse cargo y no le da el apoyo que necesita y, por eso, la señorita López ha buscado un afortunado hombre para echarle la carga. El afortunado resultó ser sin más ni m
Falta veinte minutos para las siete cuando llegamos a casa.El malhumor de David estaba más allá de las nubes y nos hizo trabajar más de lo debido. Aunque, sus amigos cumplieron su palabra. No me hicieron perder la paciencia y el único esfuerzo que hice fue levantar un lápiz y decirles lo que debían arreglar. La verdad, estaban muy bien preparado pero con eso de que el abogado contrario tenía muchas más pruebas, ellos no podían quedarse atrás.David salió del auto dando un portazo. Santiago, por su parte, me abrió la puerta y me ayudó a salir. Le regalé mi mejor sonrisa y empecé a caminar hacía la entrada.-Hola, he llegado -dije al entrar.-Hola, querida -saludó mi abuela-. ¿Cómo les ha ido? David...-Anda de malhumor, abue -le interrumpo-. No se preocupen. Tuvo un mal día.-Ya se le pasará -dijo su madre dándome un abrazo-. ¿Qué tal el día?-Bien -dije sin ganas-. No tan bien como queríamos, pero ya saben, no todo en la vida es cómo queremos.-¿Está así por lo de la tele? -preguntó
David se me quedó mirando mientras comía. No entendía porqué. Me sentía incómoda y a la intrigada.-¿Qué tanto me miras? -pregunté de malhumor.-¿No puedo mirarte?-No me respondas con otra pregunta, David, no me gusta. Dímelo, ¿qué tanto me miras?-Lamento haberte tratado tan mal anoche. Es que... -bajó la mirada y murmuró-: Luego que Alejandro viniera... te... te ignoré el resto de la noche. No fue mi intención hacerte sentir mal o ser un mal novio, es que... -su tartamudeo me dejó totalmente confundida, ¿por qué David estaba de esa manera?-. Lo que me dijo -pronunció- fue algo que me sacó de mí.-¿De qué hablas? -pregunté con miedo.No entendía, y no sé por qué, pero no quería saberlo en realidad.-Me dijo algo que no todo hombre está acostumbrado a escuchar -respondió en un tono apagado.-David, me estoy cansando -le dije bruscamente, harta del jueguito que tenía-.¿Qué fue lo que te dijo mi hermano? Y ya no me andes con rodeos. Te lo agradecería.-Que tarde o temprano te iba a per
-Éste lago me trae malos recuerdos -dice David de golpe-. Peor fue lo que pasó más tarde.-No vivas en el pasado -le dije mirando el paisaje-. No vale la pena, David.-Karla, te fuiste -dice en voz baja-. Me dejaste. Te hice sentir fatal. Nos hice sentir fatal. No esperé enterarme de tanto mal en tan poco tiempo.-Lamento eso.-El que lo lamenta soy yo, cariño -dijo tomando mi mano-. No debí tratarte tan mal.-Y también tuviste que haber esperado que te dijera -le digo irónica-. Sí te lo fuese contado yo... -lo miro- ¿hubiese sido peor?-No lo sé -responde-. Quizá sí.-Entiendo.Y la verdad sí lo entendía. Cualquier en su lugar se fuese puesto como loco. Enterarse que tu prometida ha pasado por tanta mierda no debe ser algo tan fácil de digerir.Lo bueno es que a su lado me siento protegida. David es el hombre más sobre protector que he conocido en mi vida. Me recordaba a mi abuelo y en su momento a mi padre. Al principio todo era perfecto pero ya luego no. Sólo esperaba que lo nuestr
La noche estuvo tranquila. Y llena de silencio. Comprendía el estado de Raquel y no iba a molestarla haciendo preguntas.El silencio reinó durante un rato hasta que ella decidió decir:-Es primera vez que me pasa esto -la miré-. Por eso mi actitud. Lamento sí te incómoda.-No me incómoda -le aseguro con una sonrisa-. Te entiendo, Raquel, aunque no lo creas, te entiendo a la perfección. Viví durante muchos años aquí en el pueblo y sé lo peligroso que es el campo. A mí hermano cuando pequeño también le picó una serpiente y yo me encargué de él junto con mi madre. Al principio, él estaba cómo tú, enfadado, asustado. Pero luego si actitud cambió. Empezó a comportarse más comunicativo, carismático. Raquel, cariño, no debes preocuparte por lo que pensemos, sólo preocuparte por estar bien y poder irte a casa por la mañana.-Es que... Karla -me miró y dijo-: Lo siento.-Cariño, ¿por qué te disculpas? -le pregunto confusa-. No fue tu culpa que te haya picado ese animal. De verdad, Raquel, nece
-Pocos acontecimientos podemos imaginar tan desgarradores como la muerte de un hijo. Es un hecho impensable, que va en contra de la naturaleza. Los hijos deben sobrevivir a los padres, por ley natural. Es complicado sobreponerse a una pérdida tan importante en la vida desde el punto de vista de ser madre. No existe una palabra para designar a una madre o a un padre que ha perdido un hijo, aunque si las haya para hablar de personas que han perdido a sus padres (huérfanos) o mujeres que han perdido a sus maridos (viudas). Parece como si no hubiera manera de nombrar el horror de semejante experiencia. Cuando un niño muere se abre un proceso de duelo en la familia. El duelo es una serie de fases que se van experimentando ante la pérdida de un ser querido y que tienen como objetivo integrar la pérdida en la vida. Vivir con esa experiencia sin que te paralice. Cada persona puede experimentar este proceso de manera totalmente diferente a otra. La manera de expresar el dolor es algo particula
-Cuando te planteas ser madre, piensas cuántos hijos tendrás, sus nombres, cómo será su habitación, su carrito o su silla del coche... Pero nadie te prepara para afrontar un aborto. Tengo 38 años y soy madre de un niño de 3 años y una bebé de 4 meses y, si me ves por la calle, quizás pienses que todo han sido facilidades, pero la vida siempre tiene un as guardado bajo la manga. Casi dos años de que naciera nuestro primer hijo, empezamos a buscar un hermanito/a para Mateo; a diferencia del primer embarazo no nos costó nada y fue sobre ruedas. Teníamos programada la eco de las 20 semanas pero fuimos a una clínica privada para hacer otra rutinaria. Lo recuerdo como si fuera ayer pero, a la vez, como si lo hubiera vivido hace mucho. No nos pudo atender el ginecólogo que estaba previsto –quizá otra señal del destino– y lo hizo otra doctora. Nosotros bromeábamos sobre si se vería ya el sexo del bebé cuando le vimos en la pantalla, la ginecóloga empezó a mover el ecógrafo y se quedo muy seri
Me desperté sobresaltada. Recodar esos momentos no eran de mi agrado. Volver a mi pasado no era bueno para mí. Tenía mucho tiempo que no recordaba lo sucedido hace tiempo por culpa de Jorge. Debía tratar de superar lo malo y, enfocarme que mi bebé está en perfecta condiciones y, David no va a permitir que nos pase nada a ninguno de los dos.-Señorita, ¿se encuentra bien? -preguntó el enfermero.Lo miré confundida. Acababa de despertarme por culpa de ese sueño. Él, por su parte, me miraba... me miraba y me miraba. Esperando que le respondiera. Sin embargo, lo único que pude hacer fue obsequiarle una sonrisa y asentir.-Karla, ¿te pasa algo? -pregunta Raquel.-Estoy bien -respondo levantándome-. Solo necesito refrescarme.-¿A dónde vas? -pregunta al ver que me acerco a la puerta.-Estaré afuera, querida -le digo-. Volveré en unos minutos.Sin darle oportunidad de responderme, salí de la habitación.En el pasillo se encontraba Gregorio y Santiago hablando. Ambos, al verme, se me acercan.