No había palabras en ese preciso momento para expresar cómo me sentía.Era asombrosa la forma en que todo había dado un giro de 180 grados. Con exactitud no sabía por qué, pero me preocupaba Jorge. Saqué mi móvil y le marqué. Apagado. Marqué el otro número desconocido donde me había enviado la foto, también estaba apagado. Mi preocupación aumentó en niveles extraordinarios.-Elliot -le llamo y él me mira-, llévame.-¿A dónde? -pregunta.-Solo agarra las llaves del maldito auto y sígueme -le grité.Ni que decir más nada. Hizo lo que le pedí. Con confusión y enojo, arrancó el auto y salimos a la carretera. Unos cinco minutos después nos atascamos por culpa de una larga cola de carros. No podía devolvernos, otros autos ya estaban detrás de nosotros. Debíamos aguantarnos hasta que avanzaran pero no lo hacia.Diez minutos más tarde seguíamos donde mismo. Así que sin más nada que hacer, salimos del auto y fuimos avanzando a pie para saber el motivo de aquella cola.Mientras avanzábamos, esc
En parte era verdad. Seguía vivo, totalmente inconsciente. Pero no había esperanza que despertara. Sin embargo, era muy cuidadosa y algo me decía que el chico que estaba cerca hablando por teléfono, no estaba hablando con alguien. Me miró, saludó con un movimiento de cabeza y sonrío. No podía verlo bien por la gorra que llevaba pero aun así, saludé de la misma manera.-Buenos días -me dijo. Y siguió hablando-. ¿Cómo es eso posible? -preguntaba a la persona detrás del móvil-. ¿Justo ahora? -estaba molesto, se notaba-. Voy para allá. No te muevas de ahí -y colgó. Pasó por mi lado y volvió a sonreír-. Señorita Karla -me dijo. Y quedé de piedra.Conocía esa voz. Ese perfume.-¿Lo conoces? -preguntó Elliot.Asentí y lo seguí. Cuando estaba abriendo la puerta de su coche lo alcancé.-Estás aquí por algo -digo volviendo a cerrarla-. ¿Te mandó? -pregunté.-Ha despertado, Karla -me dijo mirándome, neutro-. Tengo que ir. Luego te llamo.-Me lo dices ahorita -y fui al otro lado del coche-. Anda,
Me fui a la habitación lo más rápido posible cuando José empezó a contar como se había relacionado en sí con Sofía. No quería escuchar nada más de esa mujer. Lo único que tenía en claro era que no pensaba quedarme de brazos cruzados mientras la familia de José estuviera en peligro. Y justo cuando me estaba quitando mis botas, mi móvil sonó. Lo saqué de mi pantalón. Un texto y una foto adjunta. Número desconocido. Lo abrí.¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡NO PUEDE SER! ¡Dios mío! Pero ¿qué es esto?En la foto claramente se veía a los niños y a su madre atados, de manos, pies y vendados. Segundos después llegó un vídeo.>, gritó cuando alejaban de la cámara. Luego, apareció ella: >.Eso fue todo. Lo reenvíe rápidamente al móvil que José me había dado y cómo lo pensé, lo borró.Volví a ver el vídeo. El
-Díselo a ella -le dijo él. -Los estoy escuchando -digo en susurro-. ¿Mi bebé? -pregunto. -Deja de estar agitándote tanto, carajo -me regañó Alejandro-. Está bien. Por ahora. Mientras sigas de heroína ambos están en peligro. -Tiempo sin verte -me dijo Daniela-. Tu hermano tiene razón, Karla. -No me digas -le digo irónica. Entre nosotras siempre ha sido así. Malas respuestas o irónicas, y ninguna se molestaba-. ¿Los niños? ¿Su madre? -Están en perfecto estado -responde Daniela-. La madre tenía unos moretones en los brazos. Supongo que por agarrarla fuerte. Los niños por su parte, tenía un moretón en el labio, pero del resto todo bien. -¿Dónde estamos? -pregunto. -Gregorio dijo que era peligroso llevarte al hospital así sangrando. Así que hemos venido a casa de Daniela. Procura que no te disparen si quieres hacer de heroína. Antes que pudiera decir algo, salió de la habitación. Daniela me sonrió y dijo: -Está preocupado, Karla. Lo conoces. -Pero no es para que me trate así -d
Ella lo miró. Se miraron a los ojos por unos segundos y juro que vi el amor que se tienen. Que se tuvieron, me corrijo.Dani asiente y me mira.-Debemos hablar de muchas cosas -dicho esto, se abre paso entre Alejandro y David, dejándonos a los cinco allí plantados.-Oh, vamos, Daniela Alejandra -le grito-. Desde siempre haz sabido que uso arma, que mi hermano usa armas.-Pero no que tenían un ejercito -me grito volteándose-. ¿Qué mierda pasó con los chicos que conocí?-Esos chicos están delante de ti, idiota -le grité mucho más fuerte-. Sólo que más grandes. Más confiados. Más seguros. Más maduros -seguía gritándole-. Éste ejercito como dijiste, me a mantenido a salvo durante dos meses dónde han intentando matarme. Acabar con mi embarazo. Con mis amigos. Con mi familia -¿quería saberlo todo? Pues aquí vamos-¿Quiénes? -pregunta por fin.-Jorge -le enumero-. Su hermano. Sus padres. Abigail y Lucas. La ex de David -dije al final-. Ahora, si crees que allá en tu casa vas a estar más segu
-Estos pasillos secretos -dice mi hermano moviendo las manos-, ¿quién sabe de ellos?-Mi padre, yo -lo miro y añado-: Ustedes.-¿Mamá lo sabía? -niego con la cabeza.-Un tiempo la empresa estuvo sin movilización -comento-. En éste tiempo, mi padre estuvo haciendo los pasillos con ayuda de unos arquitectos. Sé de ellos no por mi padre exactamente. Un día decidí hacerle una visita en la empresa y así darle una información, cuando me encuentro sola. No había nadie. Aun así quise dar un vistazo. La puerta del parking estaba abierta y estaba el coche de mi padre. Juro que por un momento pensé que me encontraría con una escena horrible de mi padre y otra mujer, pero no. Me encontré a mi padre diciéndole a unos hombres cómo debía ser todo.-¿Qué hizo él?-Se sorprendió al verme -continúo-. >, me preguntó al estar a su lado. Mi respuesta fue clara y corta. >. No respondió. No iba a hacerlo. Pero otro hombre, entró y dijo <
¡Dios! Me sentía en la cima. Metió dos dedos dentro de mí y me embestía con ellos mientras me besaba con decisión.Dentro, fuera... dentro, fuera... ¡Carajo! Estaba llegando al clímax, él lo sabía, paró de besarme y sacó sus dedos. Mirándome fijamente a los ojos, metió sus dedos en mi boca y dijo:-Chupa -hice lo que me pidió-. ¡Dios! ¡Cómo quisiera que fuera mi polla! -dijo cerrando sus ojos.Mientras chupaba sus dedos con lentitud, fui en buscar de su pantalón. Quité el botón y bajé su cremallera.-¿Quién dijo que no podía ser tu polla? -le dije.Sus ojos brillaron con tal intensidad que Dios míoooo. No se movió. Volvió a cerrar los ojos y se dejó hacer.Metí mis manos por debajo de su bóxer y él se tensó. Su mandíbula estaba apretada. Pero cuando mi mano hizo contacto con su erecto miembro, entreabrió la boca y de ella salió un placentero sonido. Di un paso hacía delante, él lo dio hacía atrás, así mismo dimos unos pocos pasos más hasta llegar a la cama. Lo empujé y calló a la cama
-Chequeemos tu brazo -dijo luego de unos segundos-. Al parecer... -quitó la venda y sonrió- todo está bien. Ya vi quién hace el esfuerzo en la cama -dice divertida.-Sólo porque estoy herida -le contesto picara-. Pero duele un poco. Luego que me coloqué la camisa.-Seguro moviste mal el brazo. Con una pastilla se te pasa.-¿Tienes esperanzas? -pregunté en voz baja.-Las tenía -respondió volviendo a colocar la venda-. Por lo menos ya puedo estar segura.-Ninguno tuvo la culpa.Tomé algo para el dolor y nos colocamos a ver un juego de fútbol que estaba empezando. A Dani le encantaba el soccer, a mí igual. Teníamos una que otra cosa en común. Por otras cosas discutíamos. Lo bueno es que nuestra amistad valía mucho más que un simple desacuerdo.-Holaaa -dice Carmen entrando-. Estábamos aburridas allá abajo. Los chicos están hablan que hablan de juegos y nosotras estamos en segundo plano.-Trajimos galletas -dice Raquel entrando-. Y chocolate.Atrás de ellas entró mi suegra, entró mi cuñad